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Cuac cuac cuac cuac cuac

Hablaba con las bestias
Konrad Lorenz
Tusquets (Fábula), 2009
ISBN: 978-84-8310-640-2
216 pág.
7,95 €
Traducción: Ramón Margalef
Ilya U. Topper
Un diablo con cuernos y rabo que baila sobre las chimeneas rodeado de una bandada de grajillas. Un señor de mediana edad que avanza a cuclillas por su jardín, profiriendo sin cesar un extraño cuac-cuac-cuac. Un cineasta que pide disculpas a los patos por hablarles en el idioma de los gansos.
Esta es la extraña fauna que pulula por las páginas de este pequeño gran libro de Konrad Lorenz, uno de los mayores zoólogos alemanes del siglo XX, premio nobel en 1973 y considerado el padre de la etología, es decir la ciencia que estudia el comportamiento de los animales. No le falta humor. Ni autoestima: asegura que lo que consiguió el rey Salomón ―hablar con bestias, pájaros y peces―, también lo puede hacer él, en cierta medida, y además sin anillo mágico. Simplemente aprendiendo sus idiomas. Es más, usted, lector, podría hacerlo si se pone a ello. El cineasta citado consiguió explicarles a los patos ―en su idioma― que se quitaran del encuadre de la cámara mientras filmaba a los gansos.
En fin, este librito, primero publicado en alemán en 1949 y reeditado ―incluyendo los dibujitos de la mano del propio autor, que rivalizan en humor con el texto― por Tusquets en marzo pasado es una lectura obligada para cualquiera que tenga la intención de hacerse con algún animal de compañía, comprendiéndose en este concepto desde las larvas de los escarabajos acuáticos hasta las cacatúas. Al menos, no se sentirá usted solo ante el peligro.
¿No tiene intención de hablar con las bestias, tiene fobia a los pájaros y opina que los peces donde mejor están es dorándose en la sartén? Aquí van algunas razones más por las que podría convencerse de que esos 7,95 euros que le sobran en el bolsillo tienen la firme intención de intercambiarse por este libro:
– El médico le ha recetado ejercitar los músculos de la risa.
– Le gusta tener la sensación de estar aprendiendo algo cuando lee.
– El médico le ha recetado cuidarse la muñeca y no puede ir ya leyendo en el metro estos volúmenes de kilo y medio que desde antes del verano parecen la lectura obligada.
– Usted acaba de superar el examen de bachillerato con una nota media que le permite elegir una carrera de ciencias naturales y aún duda de si puede interesarle.
– Le han regalado un nuevo bolso superbonito pero tan pequeño que no caben estos volúmenes de kilo y medio etc.
– Su hija de trece años se le queja de que la clase de biología es aburrida.
– De pequeño, le gustaban las fábulas de Esopo, donde todos los animales hablan, y se ha quedado pensando si todos comparten el mismo idioma (no: no lo comparten. Esopo nos toma el pelo).
– El chico/la chica que le gusta le ha dicho que estudia biología, y tras el típico “qué interesante” a usted se le han acabado los recursos de la conversación.
– Usted tiene ganas de hacerle un corte de mangas a Dan Larsson y Stieg Brown, pero no quiere dejar de divertirse leyendo.
– Le gustan los cuentos románticos con final feliz, aunque los protas sean grajillas.
Seguro que tras leer el libro, usted encontrará algunas razones más. Quizás incluso alguna para regalarlo. Hablamos después. Cuac cuac.

admin

2 comentarios

  1. Dan Larsson y Stieg Brown, ummmm… Estaría bien que se mezclarán así entre ellos en la vida real y uno quemara el Cógido del otro con su Bidón de Gasolina, ¿no te parece? Haré caso de tu recomendación. Un abrazo.

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