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Cuando el tiempo lleva la delantera

JESÚS COTTA | Este es el libro de un poeta consumado que vuelve, como casi todos los poetas, a sus temas de siempre, con la experiencia vital y poética de los años: paisajes y parajes que son, a su vez, autorretratos, personas, objetos cotidianos, que están en el mundo exterior pero que configuran su mundo interior, el pasado que vuelve al presente y el presente que vuelve al pasado, etc.

El poemario se divide en tres partes: Asuntos exteriores, Gajes del oficio, Lo que va de ayer a hoy. En el primero está el poeta en relación con las cosas del mundo; en el segundo, más metaliterario, lo que el oficio de poeta hace con las cosas; y en el tercero, lo que el tiempo hace con el poeta. Más o menos. Porque el elemento común de los tres apartados es la personalidad consistente de Miguel d’Ors, que a todo imprime un elegante aire común. Me atrevería incluso a decir que en este libro el poeta es más Miguel d’Ors que nunca, con una sinceridad descarnada que no oculta sus propios defectos, con sus nostalgias íntimas y sus pequeñas alegrías cotidianas, con el apego que le tiene a ciertos recuerdos, con la compañía de su perra Ory…

Si tuviera que describir su poesía, diría que cada poema suyo siempre cuenta algo interesante y lo cuenta bien (¡canto y cuento!), sirviéndose de la métrica (no sirviéndole a ella), con una sintaxis fluida y sin alambiques, con un magistral dominio de la ironía y de todo tipo de figuras literarias, con una emoción presidiéndolo todo y, sobre todo, con finales estupendos. Así son también los poemas de este libro, eso sí, quizá menos visuales que otras veces, sin tantas imágenes sorprendentes. Advierto en todos ellos un toque mayor de amargura, porque el tiempo le lleva la delantera, especialmente en poemas como “Recordando viejos tiempos”, «Warszawa” o “La alegría del circo”, y, salvo en “Luces de Bohemia”, con un final grande, pero cruel, nunca pierde la mirada amable ante el mundo.

El poema “Y nunca” recoge bien un pensamiento que cruza todo el libro:

.el calendario corre

y se adelanta y tú

vas quedándote atrás,

y ya va siendo tarde,

y no llegas, y nunca…

Hay alguna consciente heterodoxia métrica, como en “Los limones” o en “De consolatione litteratura”, y poemas de métrica tan ortodoxa pero donde el encabalgamiento es tan expresamente encabalgado, que al final parece prosa pura: poesía al límite de la prosa; eso ocurre en “Tiene misterio” (lo tiene, ¡y humor e ironía a costa de él mismo! y, encima, incluye entre los versos fragmentos de reseñas literarias sobre su obra). Hay airosos ejercicios literarios, como el soneto impar, de trece sílabas, titulado “Manualidades” (un reto, por cierto, anunciado dos poemas antes).

En este libro suyo me parece que, aunque con menos chispazos de genialidad que en otros libros, hay, si cabe, más franqueza aún y más corazón; son poemas escritos con mucho oficio, pero menos alados por la inspiración. Aun así, ningún poema defrauda: todos se leen con auténtico placer. Y, si la valía de un libro se mide por la cantidad de poemas memorables, este los tiene en abundancia, y son, a mi juicio, los siguientes: “De amicitia”, “La pandemia persiste” (con un final que es, a la vez que un insulto para el mirlo, un halago, como el célebre “Hi de puta” que Sancho, admirativo, espetó a don Quijote), “Plantilla de oración para padres novatos” (que, además de divertido, sirve para rezar), “¿Por qué somos nosotros?” (donde el “nosotros” son los poetas o los que no se llevan bien con la vida, frente a los que sí que la conocen: pero estos no escriben poesía, sino libros de autoayuda), “Qué poco necesito”, “Prado de Serandín” (con ese buen gusto suyo para presidir con bellos topónimos sus poemas), “Mi edad y yo” (un romance que fluye con impecable naturalidad y cuya tesis es que la vida ha corrido más que él: él y ella son dos desconocidos), “Has llegado” (“Ya ves cómo en tu cuerpo/ la vida se retira en desbandada”… y con un final multiinterpretable), “Recortes” (que explica muy bien eso que dice Savater acerca de la vejez, que consiste en que se van estrechando los caminos y las posibilidades y las capacidades), “Cuánto es un poco”, “Te deum”, “Es de bien nacidos”, y el último y señero “Y…”.

Y… Dios guarde a Miguel d’Ors poeta largos y buenos años.

Viaje de invierno (Renacimiento 2021) | Miguel d’Ors | 118 páginas | 15,11 euros

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