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De un país que ya no existe

José Martínez Ros

Me apasiona la música, el cine y la literatura de lo que una vez fue Yugoslavia y ahora son media docena de pequeñas repúblicas que aún intentan recuperarse de la última gran matanza europea, uno de esos territorios -como Polonia e Irlanda, por ejemplo- condenados a generar más historia de la pueden absorber y a producir un buen número de grandes artistas ligados fatalmente a su tierra natal. Sin poseer un conocimiento enciclopédico de la literatura balcánica, sólo en las últimas décadas tendríamos que citar al bosnio Aleksandar Hemon(autor de novelas tan divertidas y desoladoras como El hombre de ninguna parteo Amor y obstáculos) o al extraordinario dueto formado por esos malabaristas del lenguaje que fueron el borgiano Milorad Pavic (Diccionario Jázaro) y el también experimental y extraordinario Goran Petrovic (Atlas descrito por el cielo). Todos ellos herederos de la épica tanto de Ivo Andric, autor de la monumental Un puente sobre el Drina, o hijos bastardos del formidable Danilo Kîs, uno de los más grandes narradores del siglo XX (si no han leído aún Circo familiar o la Enciclopedia de los muertos no saben lo que se pierden), una (no tanto) nueva generación de autores balcánicos fronterizos con crisis de identidad natal evidente siguen aterrizando en las bateas. Ahora vamos a hablar de otros dos grandes creadores que acaban de desembarcar en nuestras librerías: el croata Miljenko Jergovic y el serbio Svetislav Basara. Con ellos vamos, pues.



Lírica fronteriza

Freelander
Miljenko Jergovic
Siruela, 2012
ISBN: 978-84-9841-665-7
172 páginas
18, 95 €
Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek

Del croata Miljenko Jergovic nos llega Freelander, novela corta que demuestra una vez más que el impacto que puede provocar una obra no depende del número de páginas. Nos encontramos en Croacia. La guerra -que tan bien nos han mostrado los cineastas yugoslavos como Danis Tanovic (En tierra de nadie), Emir Kusturica (Underground), Milcho Manchevski (Antes de la lluvia)- ha terminado. El profesor Adum, jubilado y viudo que espera pacientemente su muerte, sólo habla con el cartero, que un día le trae el aviso que uno de sus tíos, centenario, acaba de morir en Sarajevo y se le reclama para la lectura del testamento. Sin nada mejor que hacer (pero sólo después de conseguir un pistola) sube a su viejo coche y emprende el viaje. El trayecto no dura demasiado, pero sí lo suficiente para que se le revele al lector la nostalgia que siente por la ausencia de su esposa (y los remordimientos que siente por no haberla tratado mejor mientras vivía) y una vida unida inexorablemente a las vicisitudes de su país, desde su nacimiento en plena Segunda Guerra Mundial, en una Croacia bajo el régimen fascista y genocida de los Ustacha de Ante Palevic, aliado de Hitler, a lo que siguió la larga, gris y burocrática Era de Tito, al final de la cual Yugoslavia (que, paradójicamente, era uno de los países más prósperos y de mejor nivel cultural de los situados tras el Telón de Acero) fue despedazada y arruinada por el fanatismo religioso y nacionalista.



En su viaje por Croacia (un país socavado por las fosas comunes en las que “los croatas enterraban a sus vecinos serbios o los serbios habían enterrado a los croatas”) y Bosnia nos muestra con maestría las cicatrices que ha dejado el último conflicto en el alma de sus habitantes y paisajes gracias a una escritura cruda, con imágenes tajantes y poderosas, en las que un partido de fútbol local o el hallazgo de unos caballos agonizantes en una carretera se convierten en sombríos símbolos de un presente en ruinas. La novela, sin embargo, no resultaría tan memorable si no fuera por su conmovedor protagonista, el anciano profesor Adum. Como sólo los grandes novelistas hallan, Jergovic conquista al lector y consigue que se encariñe con él gracias, en parte, a sus propios defectos y, sobre todo, a su enorme humanidad.
Juegos sin fin
Peking by Night
Svetislav Basara
Minúscula, 2012
ISBN: 978-84-9558-786-2
174 páginas
16, 50 €
Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek
Peking by Night es el segundo libro que nos llega del serbio Svetislav Basara tras una novela inclasificable e iconoclasta, Guía de Mongolia (que, por cierto, entusiasmó a Vila-Matas). Se trata de un libro de relatos, aunque probablemente no se parezca a ninguno que hayan leído antes, excepto tal vez los cuentos más experimentales y subversivos de Cortázar (unos cuantos cronopios no habrían desentonado aquí). Como los del argentino, no son narraciones tradicionales, con estructuras previsibles y desenlaces lógicos: cada uno de ellos funciona como un campo de pruebas en el que el hilo argumental (si lo hay) y se disuelve siempre de manera imprevisible y con diversos grados de -creciente- delirio.
El inicio es inmejorable: en «Crimen perfecto», el primer cuento del libro, a partir de unos pocos elementos -una conversación, un reloj estropeado, una muerte- construye una impactante reflexión sobre el tiempo y el destino (con curiosas similitudes con el famoso capítulo acerca del origen del Dr. Manhattan de Watchmen). Después, la imaginación de Basara se dispara en todas direcciones: nos describe las últimas reflexiones de alguien que está cayendo desde la torre Eiffel («Historia de una caída»), se burla despiadadamente de los tópicos de la novela detectivesca («El maravilloso mundo de Agatha Christie«), narra una fiesta que oscila entre la tragedia y la farsa surrealista («Guateque fatal»), una llamada de teléfono de Dios («Perdido en el supermercado») o una carrera interminable y onírica de unos personajes bastante disparatados que no se olvidan de posar, finalmente, para los lectores, escribe un relato y, a continuación, una reseña hostil. Y como en el caso de Cortázar, cada uno de los veintidós relatos de este libro es una pequeña obra maestra llena de humor y fantasía: sólo es necesario entrar en el atrevido juego que nos propone Basara. ¿Se atreven?

admin

3 comentarios

  1. Muy interesante reseña. Gracias! Yo también soy aficionado a las literaturas «yugoslavas», así que leeré Pekin by night, que creo te convenció más que la del croata. Te recomiendo a otros tres escritores, muy diferentes entre sí: Aleksandar Tisma, Branimir Scepanovic y Vladan Matijevic.

  2. Me gustaron mucho los dos libros. No tienen nada que ver, pero ambos son, a su modo, excelentes.

    No conocía a los dos últimos que citas. ¡Gracias por la recomendación!

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