JOSÉ GARCÍA OBRERO | La simetría de la nuez, de la italiana Laura Garavaglia, es una de las novedades más interesantes del catálogo de La Garúa. Este poemario, que vio la luz por primera vez en 2009, llega a las librerías españolas en edición bilingüe y con traducción de Gioavanni Darconza. Garavaglia, que además de poeta es periodista y promotora cultural –organiza desde hace más de una década en la ciudad de Como el Festival Internacional “Europa in Versi”–, pone sobre la mesa el viejo dilema de la brecha entre ciencia y poesía. Una absurda escisión que entorpece la mirada humana sobre el mapa del conocimiento, pues, como se encarga de mostrar en sus versos, ambas se apoyan y completan en la búsqueda de respuestas a las grandes preguntas que el ser humano se ha formulado desde el despertar de su conciencia. Ya en el título original, La simmetria del gheriglio, aparece implícita esta cuestión en un matiz que se pierde debido a la dificultad de traducción de la palabra “gheriglio”, que se refiere a la parte comestible de la nuez; esa réplica en miniatura del cerebro humano. La poeta hace saltar así la chispa que va recorriendo las conexiones de unos poemas que circulan desde el fruto al último rincón del universo.
Garavaglia exhibe en La simetría de la nuez un dominio del oficio poético que le permite alcanzar su principal propósito: pasar por encima de todo prejuicio y rearmar aquello que se nos ha vendido como antagónico. En definitiva, crear redes que faciliten la búsqueda de explicaciones y sacien la sed de respuestas de ese misterio que llamamos espíritu o conciencia ante su destino inevitable y fatal (“El tiempo lame la vida/ se derrite en densas gotas”). Siguiendo esta lógica, las formas clásicas y las rimas finales de buena parte de sus poemas, que forman codas aforísticas, son conductoras de contemporaneidad, de reflexiones sobre el universo, de pintura de Hopper o Magritte, de física cuántica; en definitiva, de nuestra existencia (“física cuántica/ (…) coso el dobladillo de los ojos/ acorto distancias”).
La poesía de Garavaglia está arraigada, lógicamente, a su tradición, como deja patente cierta mediterraneidad deudora de Montale o una manera de habitar la palabra heredera de Mario Luzi y Vittorio Sereni. Pero lo que más destaca es su adscripción, directa o indirecta, a esa nómina de grandes autores (autoras) volcadas en recuperar la unidad que un día experimentó el saber humano, como Zambrano o Szymborska o algunas de sus actuales continuadoras –la griega Papageorgeu o la española Yaiza Martínez–. Seguro que todas asentirían ante estos versos de La simetría de la nuez: “Amo la ciencia que no da/ lugar al engaño del tiempo/ de la fe y del sueño./ La manzana madura se pudre./ Pero el átomo queda, regresa/ el silencio del cosmos”.
Reseña publicada anteriormente en Cuadernos del Sur.
La simetría de la nuez (La Garúa, 2020) | Laura Garavaglia |120 pág. | 13 euros