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Desconcertante Murica

Rusty Brown Portada

JOAQUÍN PÉREZ BLANES | Intentando encontrar un adjetivo apropiado para esta obra, el más persistente que salta en mi cabeza es ese: desconcertante. Es difícil catalogar esta voluminosa creación de Chris Ware, pero es posible que el desconcierto, en su doble acepción de turbar y sorprender, sea lo más próximo a lo que ofrece Ware en este compendio dividido en cuatro bloques, de los cuales, tres, ya habían sido publicados en Acme Novelty Library. Solo la última sección de este corpulento libro es de nueva creación.

La primera parte cuenta la historia de Rusty Brown, un niño de unos diez años que es acosado en el colegio y está convencido de tener superpoderes que solo puede compartir con su amiga imaginaria Supergirl. Dicho así parece una historia inocente pero es tan desconcertante como perturbadora por la propia personalidad de Rusty, siempre aislado, en viñetas que describen su soledad, su desolación y la continua incomunicación con el resto de personas. Ware lo describe con planos muy abiertos de una Omaha (Nebraska) nevada y la figura solitaria de Rusty Brown en ese paisaje helado. Una comunicación que tampoco es fluida con su padre, W. K. Brown, profesor de ese centro educativo. Lo formidable de esta parte es la manera en que el autor cuenta la historia de Rusty Brown en paralelo a la de dos nuevos alumnos de la escuela, los hermanos Chalky White, de la misma edad que Rusty, y Alice White, hermana mayor de Chalky, que asisten a las clases del señor Brown, padre de Rusty, y en la que se encuentra Jason Lint, principal hostigador de Rusty. El modo que tiene de contar, al mismo tiempo, las dos historias es dando protagonismo a una de ellas, la de Rusty Brown, mientras en la parte inferior de la página se desarrolla en un continuo de viñetas la llegada de Alice y Chalky al colegio.

La segunda parte de esta obra es una historia de ciencia ficción de los años 50 escrita por W.K. Brown, el padre de Rusty. Aunque esta parte del libro se centra, principalmente, en la historia de ciencia ficción, que fabula la vida de dos parejas que son enviadas a Marte para crear una colonia, concluye la segunda sección con la historia del propio W.K. Brown, de cómo cambia su vida hasta llegar a escribir esta historia de ciencia ficción.

Lo sobresaliente de la obra de Chris Ware reside, por un lado, en la propia historia; acostumbrados como estamos a que en casi todas las películas, sin importar el género, el sueño americano se vea realizado, la obra de Ware disiente profundamente de ese sueño y muestra la otra realidad, la de aquellos que no consiguen alcanzar el sueño americano, la de la mayoría de ciudadanos estadounidenses que viven una realidad paralela, mucho más árida y más descorazonadora que la de ese sueño. Esta es la cara verdadera de EEUU, la misma en la que transitan personajes como los de Tiger King (si no han visto la serie se la recomiendo para que comprendan por qué Donald John Trump es el 45º presidente y seguirá siéndolo, si no lo remedia nadie, con una posible mayoría absoluta).

Por el otro lado, la obra es significativa en la forma, en la distribución de las viñetas, en el modo de contar esas vidas, con una profusión de detalles inimaginable, eso sí, trabajo arduo de lectura para los que, como servidor, poseen la virtud de la presbicia –compren una lupa, me lo agradecerán—.

Esta obra sumerge al lector en un extraño compendio de emociones, desde la sonrisa hasta la angustia. Los personajes poseen la complejidad y la textura propia de los seres humanos y de la sociedad americana.

La tercera parte se centra en la vida de Jason Lint, el matón abusón de Rusty. Ware comienza esta sección con unos dibujos primarios, simples, para ir evolucionando, como lo hace la existencia de Lint, desde su nacimiento hasta su muerte. En esta parte el lector descubrirá qué ha llevado al niño Lint a ser tan despiadado adolescente y tan perverso con el pequeño Rusty o con otras personas más cercanas.

La última sección del libro es de nueva creación y cuenta la historia de Joanne Cole, la maestra afroamericana de Rusty Brown. Aunque mantiene la misma línea de las tres secciones anteriores, llenas de soledad, incomprensión y escasez de armonía social, curiosamente, esta última parte deja al final una pequeña lasca de luz, a pesar del sexismo y el racismo que la vida de Joanne Cole sufre. Después de todo hay una ventana abierta a la ternura, una tabla de salvación para los náufragos de esa sociedad desproporcionada. Ni mejor ni peor que la nuestra, simplemente, desproporcionada.

Chris Ware es colaborador habitual de The New Yorker desde 1999, ha publicado unas 25 portadas en esa revista y suele colaborar con algún artículo en esa misma publicación. Hace unos días, en la vorágine surrealista de esta pandemia, The New Yorker publicaba una portada creada por Ware, titulada Bedtime, que en pocas horas se haría viral. Su trabajo es un reflejo claro de la sociedad americana y una pincelada crítica de la realidad que le rodea, como una película de Ken Loach o como la Nebraska que filmó Alexander Payne –precisamente, natural de Ohama, NE-.

Una obra magna, magnífica, reveladora, aunque desconcertante.

Rusty Brown | (Reservoir Books, 2019) | Chris Ware | 360 páginas | 34,90 €| Traducción de Rocío de la Maya Retamar

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