Parrot y Olivier en América
Peter Carey
Mondadori, 2011
ISBN: 978-84-397-2464-3
464 páginas
23,90 €
Traducción de Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté
José María Moraga
(El que esto escribe lleva una rachita de algunos libros “de coco y huevo” este año, por lo que siempre resulta un placer criticar una novedad con tal alto contenido en calidad literaria. Vayan estas líneas dedicadas a esos fieles lectores que siempre nos acusan de reseñar libros malos o faltos de interés.)
Más de un año después de su salida en inglés llega ahora a España la última (y magnífica) novela del escritor australiano Peter Carey: Parrot y Olivier en América. ¿Es esto mucho tiempo? La verdad es que no conozco tan bien el mundo editorial como para entender si se han dado prisa o no, lo que sí puedo afirmar categóricamente es que ya estaban tardando en publicarla en español. ¿Acaso es este un libro que va a cambiar el mundo, nuestra visión de la sociedad, la escala de valores? No tal. Pero… ¿habla de los mercados, de la indignación, de los ricos y del papel de la democracia, de las revoluciones populares que están tan en boga?
La respuesta a todo esto último sí es “sí”, pero no se refiere a nuestra época contemporánea, sino a finales del siglo XVIII-comienzos del XIX: la generación de los hijos de la Revolución Francesa. Y americana, pues no debemos olvidar que lo que en Europa se conoce por Guerra de la Independencia Americana al otro lado del charco ellos lo llaman ‘American Revolution’. Siendo esta antecedente directa de la Revolución de Francia y siendo las ideas de los Ilustrados franceses una causa de las dos, no es de extrañar la conexión entre ambas naciones (uso el término con todo su esplendor moderno) en aquella época. Curiosamente, las consecuencias de las dos convulsiones fueron diferentes: en Francia, la involución (Restauración Borbónica tras la debacle del Imperio) mientras que en los EEUU se dio paso al experimento democrático más duradero que ha conocido el hombre, tanto que hasta el día de hoy los norteamericanos se consideran el alfa y omega de la democracia.
En este contexto vivió Alexis de Tocqueville (1805-1859) pensador y jurista francés, adalid del liberalismo, cuya obra magna fue La democracia en América (1835-1840). Tocqueville fue un agudo observador, comentarista y divulgador en Europa de la aun joven nación, llegando a emprender en 1831 un viaje para estudiar el sistema penitenciario americano y su posible implantación en Francia. Hijo de nobles normandos venidos a menos durante la Revolución, siempre tuvo una posición problemática entre los viejos valores monárquicos y las nuevas ideas liberales. Inserto aquí esta “lección de Historia” porque tiene muchísimo que ver con la novela de Peter Carey. Uno de sus dos protagonistas (Olivier de Garmont) podría ser considerado un trasunto de Tocqueville, influencia que el autor no esconde, desde el epígrafe de la novela hasta sus “Agradecimientos”.
El Olivier del título es también un noble normando traumatizado por los estragos de la guillotina que, huyendo de los peligros de los vientos revolucionarios, es enviado por su familia a los Estados Unidos, so pretexto de estudiar su sistema penitenciario y escribir sobre él. El lector sospecha enseguida que Olivier de Garmont tiene bastante menos seso en la mollera que su original Tocqueville, ya que el noble que Carey inventa es prácticamente despachado a América por su madre para quitarlo de en medio. Una vez en los Estados Unidos, la suerte de aventuras que correrá Olivier evoca la mejor picaresca inglesa y americana, desde Fielding y Defoe a Mark Twain, autores todos que tenían un ojo puesto en nuestros Quijote y Lazarillo.
La trama picaresca se ve elevada a la estratosfera por el otro protagonista de la novela, el inefable John Larrit, alias Parrot (el Loro). Inglés, hijo de un impresor clandestino, aspirante a artista y pícaro por necesidad desde la infancia, este mitad lacayo mitad doble agente hace las veces de sirviente de Olivier en el Nuevo Mundo, en una más que problemática relación amo-criado que constituye la base cómica de la novela. Esta comicidad tiene su origen en no poca medida en la tensión existente entre el relato paralelo que ambos personajes hacen de los hechos, complementándose a veces, contradiciéndose muy a menudo. Así, lo que a ojos del noble Olivier supuso una canallada por parte de su infame criado, luego pasa a relatárnoslo un Parrot convertido en la parte injuriada.
Imposible (y no deseable) resumir aquí la muy episódica trama de la novela de Carey, baste decir que incluye pasajes de todo tipo, donde abundan el humor, irónico o bufo, la reflexión política, social o estética, el romance, el puro relato de aventuras y la sátira de costumbres. Todo articulado desde esa doble voz narrativa tan deliciosa, que permite al autor demostrar su virtuosismo: recordemos que Olivier es un aristócrata francés venido a menos mientras que Parrot es un don nadie buscavidas inglés, y cada uno se expresa como corresponde a su estatus.
¿Dónde está la urgencia, entonces, de traducir este libro y publicarlo en España, si se trata solo de una novela histórica? Permítaseme citar a Luis Manuel Ruiz, cuando dijo acerca de este popular subgénero que “el valor de una novela no viene dado por su fiel reconstrucción de los decorados y marco histórico, sino por su interés dramático y su calidad literaria”. Imposible no estar de acuerdo. Parrot y Olivier en América ofrece además -por si las anteriores razones no bastaran para justificar su importancia- una cierta lectura en clave contemporánea, acerca de los balbuceos de nuestros ahora tan cuestionado sistema capitalista. Acerca de las relaciones entre dinero y poder, los cambios y las revoluciones y sus efectos sobre la vida de los hombres (hilarantes las observaciones de Olivier acerca del futuro de los EEUU, escritas y leídas con el beneficio de la posteridad), temas todos -como puede verse- de la más rabiosa actualidad.
Con estas credenciales quedará claro que considero el último libro de Peter Carey una obra maestra, una novela insoslayable de una de las voces contemporáneas más relevantes de la literatura en lengua inglesa y un absoluto deleite para el lector, que hará muy bien en ir corriendo a comprársela (y leerla).
Muy interesante reseña. La sinopsis me ha recordado a esa enorme novela de Pynchon, “Mason y Dixon” que también coloca un dúo muy cervantino en la América colonial. Precisamente, en estos días estoy devorando una novela histórica magnífica, Mil otoños, de David Mitchell, y está bien hallar otra novedad del subgénero de calidad, porque en él lo habitual son bazofias estilo catedral del mar, manuscritos nevados, etc. Un abrazo.
Me has quitado las palabras de las teclas, amigo Ros. Iba a hacer la misma comparación con «Mason y Dixon»… pero esta novela tiene una pinta fabulosa por méritos propios y José María se ha encargado, con su entusiasmo, de transmitírnoslo. Me la apunto para leer, espero que en esta vida y no en una paralela para la que voy apuntando libros sin parar…
La acotación inicial me gusta. El libro lo pillaré por alguna librería de Alicante.