1

El camino de la madurez

ALEJANDRO LUQUE | El invento seguramente es muy antiguo, pero fue Fernando Quiñones –de quien siempre hay que acordarse– quien acuñó el término preciso: novela en relatos. Una gavilla de historias breves, susceptibles de ser leídas de manera independiente pero caracterizadas por una cohesión suficiente para ser consideradas, también, una obra unitaria.

Mecánica popular, lo último del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez, es una novela en relatos que responde a un invento todavía más añejo: la ambición de cerrar toda una vida en un libro. Animales narrativos como somos, soñamos nuestras propias vidas como una novela, pero lo cierto es que la realidad se empeña en fragmentarlas, descoyuntarlas, perderlas en hilos narrativos absurdos o demasiado enrevesados y a veces, ay, les pone el punto final de repente, sin más.

Tal vez por eso, Pedro Juan Gutiérrez se limita a contar la peripecia vital del personaje principal, Carlitos, a través de diecisiete viñetas, porque al fin y al cabo nuestra existencia puede resumirse casi siempre en un puñado de lo que Stefan Zweig llamaba momentos estelares. Lo importante es que todas estas estampas transmiten vida, vibración, verdad. Fluyen en la narración y fluyen en los diálogos, en los que el autor es un reconocido maestro.

El texto de contraportada informa de un marco temporal concreto, entre los años 50 y 70 del siglo pasado, es decir: desde los años previos a la Revolución, a sus primeros signos de desgaste. También destaca la importancia de los escenarios, Matanzas –localidad natal del autor–, Pinar del Río y La Habana. Y habla también de un trasfondo de cambios sociales y culturales que se fueron produciendo en Cuba a lo largo de esas tres décadas.

Debo decir que leyendo Mecánica popular (título tomado de una revista de los años 40 y 50) sentí, en cambio, que había algo atemporal y fuera de la geografía en estos relatos. Recordamos que Pedro Juan Gutiérrez se dio a conocer en España y muchos otros países con aquella Trilogía sucia de La Habana en la que se hacía patente esa voluntad de reflejar la realidad concreta de la mayor de las Antillas durante los durísimos años del Periodo Especial. El escritor se proponía ser tan cubano como le fuera posible, y hacerlo a través de una mirada descarnada, cruda, donde la degradación moral corría paralela a la degradación de una ciudad, de un país y, en definitiva, de un proyecto político sacudido por la onda expansiva de un terremoto que tuvo lugar en Berlín en 1989.   

Aquí encontramos a un Pedro Juan que, tal vez porque la globalización nos tiene tan homologados a todos, no parece tener un especial empeño en subrayar el color local, confiado en que los propios pasos de los personajes contendrán su dosis correspondiente de cubanía sin necesidad de mayor énfasis, y ganando de paso aliento universal. Y si reflejan la historia, lo hacen un poco a su pesar, pues no pueden sino ser testigos de lo que sucede alrededor, pero no posan para ella y mucho menos parecen empeñados en cambiarla. Viven, como vivimos todos, inmersos en ese río que nos arrastra. Lo mismo sucede con la mujer, una de sus obsesiones recurrentes. Los personajes femeninos abundan porque articulan de hecho la sociedad, pero el sexo es un elemento más de la natural formación sentimental de cualquier joven. Lejos quedan los excesos de Trilogía sucia, la satiriasis, el regodeo en el fango, la violencia visible o invisible, las pleamares de ron, todo aquello que reveló a Pedro Juan Gutiérrez como una suerte de Bukowski cubano (¡sin haber leído a Bukowski, según me confesó una vez!), pero que ahora nos permite comprobar que el tiempo ha pasado bien por él, que su mirada de escritor es hoy más clara y más profunda. Quizá, lo que conocemos como la tan cacareada madurez.

Mecánica popular (Anagrama, 2024) | Pedro Juan Gutiérrez | 176 págs. |17.90 euros

admin

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *