JOSÉ GARCÍA OBRERO | Entre el 15 de marzo y el 21 de junio de 2020, nuestras vidas se detuvieron. Sin apenas darnos cuenta, nos vimos encerrados entre cuatro paredes, con la sola certeza de que el mundo había cambiado para siempre. Aunque no haga falta extenderse en detalles, pues seguimos inmersos en el problema y su bombardeo informativo, parece oportuno recuperar, por lo que representa para la concepción de Sonetos para el fin del mundo conocido, aquel ponerse manos a la obra con las actividades para las que siempre nos faltó tiempo. Y es que uno de los aspectos positivos del confinamiento fue, sin duda, el derroche generalizado de creatividad. En el caso de los poetas y profesores Diego Medina Poveda (Málaga, 1985) y Javier Gilabert (Granada, 1973) ha servido para fraguar este proyecto a cuatro manos, escrito conforme se sucedían estas vivencias intensas, duras e imprevisibles. El resultado es un libro en el que han quedado plasmadas las principales emociones y pensamientos que nos dominaron. Unos poemas que transpiran la esencia de aquel “nuevo amanecer” en que la tecnología nos ayudó a encontrarnos con los otros, difuminando las barreras espaciales. Es fácil imaginar a los autores cruzándose versos por email o perfilando ideas por videoconferencia entre Málaga y Granada. La elección de un formato tan rígido como el del soneto parece remitir a las limitaciones de un habitáculo, también a la mecánica de unos días en que jugábamos a retarnos a nosotros mismos en una suerte de saludable entrenamiento mental. Es importante subrayar que lejos de tratase de un inocente juego Sonetos para el fin del mundo conocido nace del compromiso social, de la toma de partido desde el humanismo solidario y que se traduce en el reconocimiento a uno de los colectivos profesionales más sacrificados: el sanitario, motivo por el que la recaudación del libro irá destinada a Médicos del Mundo. También hay un compromiso con la propia poesía, pues, como dice Remedios Sánchez en el prólogo: “el soneto implica música, medida, contención, habilidad y emoción en catorce versos”, y no cabe duda de que los poetas se han desenvuelto con solvencia. El resultado es un testimonio fiel de una situación que también nos transformó; nos invitó a detenernos en nuestro interior para abrirlo al resto: “Estamos encerrados en nosotros/ sin ver que la verdad no está aquí adentro./ La vida más allá de nuestro centro,/ se ensancha si miramos a los otros”.
En rima consonante, asonante o verso blanco, los sonetos de Medina Poveda y Gilabert, acompañados de ilustraciones de María Gómez, son un paso al frente por un mejor porvenir, porque: “Si todo sigue igual cuando esto acabe,/ si nadie aprende nada y nada cambia,/ si prima el egoísmo que ahora manda/ no quiero formar parte de esta nave”.
Reseña publicada previamente en Cuadernos del Sur.
Sonetos para el fin del mundo conocido (Esdrújula Ediciones, 2021) | Diego Medina Poveda y Javier Gilabert | 52 páginas | 10 euros