España, destino tercer mundo
Ramón Muñoz
Deusto, 2012
ISBN: 978-84-2341-314-0
208 páginas
18 €
Jabo H. Pizarroso
Hay quien piense que sea incorrecto o hasta poco atinado titular un libro mezclando el término «España» con las palabras «destino» y «tercer mundo». La unidad de destino en lo universal se jodió. España huyó del subdesarrollo en los sesenta. El tercer mundo empieza de Melilla para abajo, ¿Sí o no?
En esta época neofranquista de regeneracionistas a lo Joaquín Costa-Jimenez Losantos puede que haya mucho que se sienta ofendido por ese tildante título, ahora que el nacionalismo español empieza a sacar sus cuernos de toro manso y aparece en los editoriales del Financial Times sucio de estiércol y mierda: hoy ‘pig‘, mañana ‘pug‘.
Como El Asco de Castellanos Moya sobre el Salvador o cualquiera de los libros de Thomas Bernhard en los que aparece Austria vilipendiada y escupida, este libro de Ramón Muñoz Moya contra la España rota sin ser roja y mis cojones también, ‘thank you’ Anton Reixa, puede provocar arcadas y reacciones inquietantes en todos aquellos recalcitrantes amigos del artículo 2 de la constitución del 78 que hoy por hoy hablan de la «patria» ‘spagniola‘ como de una hermana violada por todos sus ojetes. España está muerta, económica y políticamente. España está violada. También. Política y económicamente.
Llegados a este punto nos metemos a leer el libro de Ramón Muñoz y nos encontramos de primeras con un relato ¿ficticio? que anticipa lo que ocurrirá en este país de cabreros, telefoneros y hosteleros, una vez que se implante el corralito bancario y el corralón financiero… «Lo que sí les puedo asegurar es que, desde luego, hay muchas más posibilidades de que España viva un corralito (la restricción para sacar dinero), seguido del mucho más terrible corralón (el fin del euro y la vuelta a la peseta), de que seres de otro planeta aterricen en la Tierra«.
400 euros a la semana se podrán sacar de los bancos, ¿nada más? ¿O serán menos?, Y un país cercado y cerrado, que renegocia y reestructura su deuda, mes a mes, deuda hoy por hoy impagable, ¿cómo es posible que España pueda pagar 4 billones de euros de deuda cuando genera anualmente tan solo 1 billón de riqueza con PIBs cada vez más exiguos?, ¿cómo es posible que el próximo año se destinen a pagar intereses de la tan traída y llevada deuda soberana, cuarenta mil millones de euros, cuando el presupuesto de pago a funcionarios de la administración no supera los treinta y dos mil millones?, ¿alguien hay al otro lado del espejo que todavía piensa que esto es una crisis pasajera?, ¿hay alguien al otro lado del Rubicón que todavía piensa en brotes verdes y en margaritas?
Ramón Muñoz lo tiene claro. Lo que está ocurriendo en España es calcadito a lo que ocurrió en la argentina postmenemista, del 98 al 2003-2004, (vean Memoria del Saqueo, de Pino Solanas, lo tienen en filmin, sí, vale dinero, pero paguen por ver cine, ¡cojones ya!), pero con una salvedad: Argentina podía disponer de moneda propia, más allá de la economía ficticia en dólares que trató de implementar, y España está cogida de los huevos porque no puede devaluar moneda y sí pueden devaluarla a golpe de reuniones de la Troika, como está ocurriendo. ¡Devalúa tú sola, España!, ¡Baja salarios, recorta gastos sociales, recórtate a ti misma, y entra en una espiral de caída inconmensurable que no te deje ni respirar, al ladito de tu querido Mariano, qué gran nombre para el presidente español de la debacle, qué bien va a quedar lo de la «España de Mariano» en un libro de texto del 2030, cuando todo sea flujo pesetero y muecas y ratones de Illinois otra vez!
España, pongámoslo con minúscula ya de una vez, por favor, españa, volverá al burro y al pueblo, a las Hurdes Buñuelescas creo que no, pero sí a la tartera y a la tortilla, al Tiempo de silencio. El panorama que describe Ramón Muñoz en su libro es desolador y puede que entre tanta desolación, (la gran imagen de españa es una explotación miserable de ganado y puerros que no cumple ninguna normativa de calidad Iso, en medio de un erial, con una vaca mugrienta y un vallado hecho de somieres de aluminio oxidados en la que campea una enseña rojigualda tras un triunfo «furbolero» de la selección), uno como lector haya querido ver una intención sanadora, me explico, puede que Ramón Muñoz haya dicho: voy a ponerlo todo muy crudo a ver si espabilan, pero este pensamiento es solo un espejismo porque la lectura avanza y los datos son tan avasalladores que uno se da cuenta de que no hay exageración para obligar a refundar la cabeza, para engrasar el pensamiento que derivará en acción directa.
Con la cantidad de libros y panfletos que están surgiendo en torno a la estafa, crisis, crisis sistémica, crisis del capitalismo, o acontecimiento natural dentro del orden de acumulación capitalista, o acontecimiento natural dentro de la lógica de fetichización de la mercancía y de la teoría del valor llevada al extremo, o crisis provocada por la pérdida total del concepto de valor de uso en detrimento del valor de cambio sin base racional, o crisis financiera, o crisis del capitalismo de ficción, con economistas exasperados, indignados y otros glosados, economistas anticipadores metidos a Aldous Huxley, como Niño-Becerra u otros, este periodista de El País se me aparece como un mero currela de las páginas salmón que está cansado de ver pasar el féretro de su país por delante de sus narices cada domingo o más bien cada sábado o viernes que es cuando se pone a escribir los artículos que aparecerán el domingo en la revista Negocios. Cansado de ver pasar el cadáver de su papá estado-patria por la puerta de sus narices estalla en un libro que intitula España, destino tercer mundo, tras un análisis riguroso y sorprendente de todos los parámetros y circunstancias que han llevado a la economía española al borde del abismo, un país que… «por si no conocen el dato, les apunto que es el país del mundo que más veces ha dejado de pagar su deuda, 13 en concreto«.
Y se anticipan soluciones, sí, pero son peores que la situación anormalizada y vivida. ¿recurrirá españa al rescate de la UE?, ¿para qué?, si será peor la solución que la enfermedad, porque un rescate de las características que exige la debacle española, unos 300 mil millones o 400 mil millones, generaría un pago de intereses de tal calibre que abocaría directamente a una bancarrota total.
Con todo esto y más, Ramón Muñoz se toma la licencia en este libro de aconsejar a sus sufridos lectores acerca del mejor destino para sus ahorros y plantea diferentes soluciones, desde abrir una cuenta en un país seguro de la UE, léase Alemania, hasta abrirla en Suiza para aquellos que dispongan de 50.000 euros parados como mínimo. Este apartado del libro es puro sarcasmo, a mi me parece. Pero ahí está.
¿Y por qué se ha llegado hasta aquí? Sencillamente porque no producimos nada, la globalización y la entrada en el euro desindustrializaron españa, se acabó la españa zapatera, juguetera, la españa textil, la españa siderúrgica o armadora y constructora de barcos, se acabó la españa del acero y la españa industrial y empezó a crecer la españa del ladrillo, algo que para Ramón Muñoz no representa todos los males, porque ha sido como si dijéramos el momento de riqueza dulce de la españa pobretona y atragantada en la historia, sin la economía ladrillera españa no hubiera tenido ni tan siquiera una década de gloria, cubatas, despendole, riqueza y casa en santa pola. Sin el ladrillo todo hubieran sido décadas ominosas, del hambre al hambre y tiro porque nos toca. ¿Qué nos queda?, convertirnos en un país de servicios, un país de telefoneros como he apuntado líneas arriba, y ni eso, porque los trabajos de operadores de telefonía han volado a Perú, Colombia o Ecuador, y el turismo es para obreretes alemanes que cada vez estarán dispuestos a pagar menos por una birra, un plato de gambas de Huelva, un txakolí, o un polvo en un orto español.
«Así las cosas, destruida la industria por la deslocalización, arrasados los campos con las subvenciones comunitarias y con el sector servicios consumido como manantial de empleo, el panorama es desolador. Contamos con seis millones de parados. Y no tenemos tiempo ni tendremos dónde ocuparlos (…) Deberíamos hacernos a la idea de que el horizonte laboral que nos espera es el de un paro crónico, con millones de personas subsistiendo en trabajos temporales y subempleos al abrigo de la economía sumergida.»
Y nadie avisó de esta tormenta financiera. Allá por el 2008 pocos fueron los que la vieron venir, y muchos los que cuando empezaron a ver los indicios del cataclismo, dijeron aquello de esto es una tormentilla pasajera, pero hubo quién, como Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York, el conocido como Doctor Catástrofe a partir de la caída de Lehman Brothers, el que en el 2006 avisó, y al que no le hicieron caso… «Los últimos augurios de Roubini se refieren a la salida del euro de los países podridos o PIGS, (…), como Portugal, Italia, Grecia y España, además de Irlanda.”
Y el más conocido sin duda es Paul Krugman, que ya prefiguró un posible corralito español en 2012, no se sabe si para engordar audiencia para su libro recién publicado o porque ese análisis procedía de un diagnóstico de economista riguroso, «pa» eso es Nobel. Incluso el propio Ramón Muñoz es uno de los que ya lo dijo y lo avisó y aunque cómo el mismo dice, es inelegante hacerlo, se cita a sí mismo con respecto a una serie de artículos que firmó pocos meses antes del estallido de la crisis en los que veía venir jinetes del apocalipsis por el horizonte.
Pero entonces, ¿qué les ha ocurrido a los medios de comunicación, los formadores de opinión pública, los defensores del cuarto poder?, que han hecho lo que les han dicho que hagan los que mandan: Engañar. ¿Y los periodistas?, pues lo mismo, aunque en este libro se atisba un ‘mea culpa’ que honra al autor, “[p]ara que no pareciera que hacía gala de un pesimismo militante, intenté escarbar en la hemeroteca y en mis recuerdos como periodista de Economía para encontrar alguna luz, algún dato que me quitara la razón y me permitiera apuntar un hilo de esperanza. Y el resultado fue aún más desesperanzador. Me di cuenta de que en mis crónicas y en las de mis colegas habíamos practicado un engaño monumental a nuestros lectores, colaborando como serviles pajes a difundir las grandes quimeras de los políticos y, lo que es peor, ayudando a colocar entre la gente común las mayores estafas financieras que se recuerdan.«
Justo en esa percepción está este libro. España, destino tercer mundo ha sido escrito para redimir todo ese grupo de artículos que estafaron a tantos lectores. Y ahí, a partir de esa declaración de intenciones, Ramón Muñoz se aprieta los machos y destaca a los culpables de las estafas, por ejemplo, detalla a todos aquellos que han robado en las Cajas de Ahorros, y con nombre y apellidos determina la cuantía de su robo y de su calaña, nombra a los políticos que han indultado a banqueros y a otros maleantes de gemelos dorados, para acabar afirmando a la islandesa que “hasta que los banqueros que delinquen no vayan regularmente a prisión se seguirán reproduciendo los ‘crash’ financieros”.
En fin, y ahora, ¿qué hacer?, ¿somos leninistas para poder responder a esta pregunta? Pues no, hay poco leninista por estos lares. ¿Entonces?, nadie nos sacará de esta, pero ojalá me equivoque, viene a decir el autor en el último capítulo, y ¿quién puede hacer que se equivoque?, el 15-M, pero no como una anécdota de color, porque para salir de ésta el pacifismo ‘flower power’ asambleario del 15-M poco hará, “Corríjanme, pero no conozco ni una sola revolución que haya triunfado a base de lemas y buenas intenciones. Desde la americana hasta la soviética, o la reciente primavera árabe, todas han derramado un generoso caudal de sangre. Querido amigos del 15-M, los niños galeses no salieron de las minas en el siglo XIX porque los potentados sintieran lástima de sus caritas tiznadas y de los lamentos de sus progenitores. Hubo huelgas, quema de propiedades, cargas policiales y sangre«.
Según este libro este país va derechito al tercer mundo, se encamina engoladamente a él, con wifi, smartphones y satélite. La clase media española desaparecerá, pluf, y la inseguridad ciudadana será moneda común, economía sumergida, mercado negro, pobreza y lumpen, pero el espíritu de Rinconete, Cortadillo y Belén Esteban nos sacará de esta, pensarán algunos, “Ójala”, puntúa el autor antes de la última página en blanco.