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El poeta en su madurez

9788498959161JUAN CARLOS SIERRA | «Confiado», el poema que da título al último libro de Juan Antonio González Iglesias, se encuentra casi al final del poemario; exactamente es el número cuarenta y cuatro de cincuenta. Parecería lógico que, buscando una estructuración equilibrada del conjunto, el poeta lo hubiese colocado como pórtico del libro, en mitad del poemario como eje o quizá al final a manera de epílogo. Sin embargo, cualquier expectativa de arquitectura más o menos racional de la composición del libro se derrumba no solo por la colocación de este poema, sino también por el desorden, la mezcolanza, el caos aparente en que está distribuido el resto de composiciones de Confiado.

Si la poesía tiene como trasunto la vida, parece lógico que la refleje tal y como esta se presenta ante nuestros ojos: caótica, mezclada, desordenada, discontinua,… De ahí que acertadamente la estructura de Confiado se incline por la «no estructura», por la representación exacta de la realidad en su confusión. No obstante, hay momentos en que vislumbramos un orden, una lógica, una continuidad fugaz,… tanto en la vida como en el libro de González Iglesias -«Inesperadamente» o «Mikrós Diákosmos»-. Así pues, lo que a priori podría considerarse error o descuido no es más que espejo de la vida misma.

Además de en esta ya comentada ausencia de estructura, el último poemario de González Iglesias se inserta plenamente en la vida cotidiana, en la vida vivida; ahora bien, desde la mirada de un poeta que está a punto de rebasar el medio siglo de edad, que hace cuentas con esta y, en cierto sentido, se reconcilia y observa el futuro con confianza, pero no con ingenuidad.

En el poema «Confiado» se pueden rastrear, en cualquier caso, los hilos que tejen al libro del mismo nombre. “Pongo mi corazón en el futuro./ Y espero, nada más”. Con estos dos versos radicalmente optimistas arranca González Iglesias el poema. Tal optimismo mira al futuro, como no puede ser de otra manera, pero se trata de un tiempo venidero anclado en una moral y una filosofía de vida muy alejada del deslumbramiento digital del presente, de su vanidad, de su nadería y de su gregarismo. Abundando en el seguidismo borreguil, es interesante el poema «Benditos los ignotos» -“los que no tienen página/ en internet, perfil/ que los retrate en facebook/ ni artículo que hable/ de ellos en wikipedia/ (…) los que tienen/ todavía/ intimidad.”-, pero sobre todo «Líbrame del reino de la cantidad» o «Quienes se oponen obstinadamente».

Pero esta confianza en el futuro busca sus fundamentos en el pasado clásico. Aunque en este poema que estamos comentando no quede explícito, en el conjunto del poemario se pueden rastrear sin dificultad las huellas que la Antigüedad Clásica deja en su ADN, rasgo por otra parte fundamental en la producción poética de González Iglesias. El futuro del que habla el poeta ha de buscar un modelo en la moral clásica, en una forma de vida más pausada y reflexiva; y la literatura que la trate también ha de mirarse en los modelos clásicos, aunque con las marcas propias del presente, con un tono necesariamente actualizado que la haga eficiente. Este es el trabajo y el reto que se plantea el poeta y del que sale normalmente bien parado.

Pero sigamos analizando el poema «Confiado». “… El amor/ dará firmeza a lo que digo…”. Nos encontramos aquí con otra de las claves del libro que reseñamos. Desde el segundo poema titulado «Afortunado», un ‘beatus ille’ enamorado, pasando por «Vivre d’amour et d’eau fraîche», «Lo que importa» o el poema que cierra el libro, «Siesta en Cannaregio», la presencia del amor es constante, determinante y salvadora. En este ámbito amoroso, nos hemos saltado a propósito el poema titulado «Dios quiere que esta noche haya amor para todos», ya que nos sirve para ligar este asunto con otro también incluido en el poema que estamos diseccionando. Casi a la mitad de este podemos leer: “…Estoy/ con los que creen sin ver, con los que andan/ sobre las aguas”. La referencia cristiana es evidente tanto en estos versos como el poema anteriormente mencionado.

Lo religioso o lo sagrado en Confiado abarca tanto a la temática, como al lenguaje. En cuanto al primer aspecto, llama la atención el eclecticismo del poeta al tratar la figura de Dios. En este sentido, la idea de Dios va más allá de una creencia concreta y sus dogmas. Se trata de una visión panteísta y «panamatoria», de un Dios que santifica todo tipo de amor, porque este sentimiento en sus más diversas prácticas es capaz de combatir a la muerte y sobrevivirla -«Dios quiere que esta noche haya amor para todos»-. La deidad encarna asimismo “…El sueño de ser libres/ sin nadie por encima, sin más planes/ que los propios, cumpliendo ni obéir/ ni commander, el lema de los hombres/ que aborrecen las mil esclavitudes/ del poder, del dinero, de la fama” y que, por consiguiente, es capaz de unir a los contrarios, a los que una ilusión de sectarismo ha convertido en supuestos enemigos irreconciliables -«A la buena de Dios»-. No obstante y hablando ya de cuestiones lingüísticas relacionadas con el tratamiento de lo sagrado, en el lenguaje que salpica estos poemas y otros no directamente relacionados con lo sagrado sí que se detecta un aire sentencioso y bíblico que resalta sobre otros modos estilísticos que encontramos en el poemario.

El siguiente elemento imprescindible del armazón de la confianza con el que González Iglesias construye tanto su libro como el poema homónimo que estamos analizando es la Naturaleza. “…Cuando el mundo entero/ o mi mundo se hunden/ tantas veces, entonces/ algo relacionado con los pájaros/ y los lirios me salva”. La vuelta a lo natural, a lo primigenio y sencillo, la contemplación de la Naturaleza y la comunión del personaje poético con esta suponen una salvavidas imprescindible para recuperar la confianza en el futuro -«Homo matinalis», «Siete hectáreas de bosque», «Los pájaros»,…-; por otra parte, no va a ser posible ignorarla por completo ya que la Naturaleza se abre paso indefectiblemente a pesar del sometimiento destructivo de la civilización -«Ha brotado la parra, verde y roja»-. En este ámbito natural, cobra una fuerza especial el agua como símbolo primordial de esa armonía perdida -“Llévame a mi tiempo, a la época del agua” leemos en el poema «Libérame del reino de la cantidad»-, incluso como imagen que reconcilia contrarios a través de su hospitalidad, es decir, de su humanidad -«Un vaso de agua fría»-.

Pero la Naturaleza también tiene que ver con la creación poética. “Entonces tengo todas las palabras./ Sueño palabras”, leemos en el poema «Confiado», que se asemeja en cuanto al sustrato, a la intención, a los versos del poema «Homo matinalis» que dicen “Animal en contacto, soy poeta/ No distingo la piel del intelecto”. La palabra poética surge limpia, necesaria y desnuda cuando se vive armónicamente con y en el mundo natural, ajeno a los condicionantes de la modernidad. Esa es la búsqueda que ha de llevar a cabo el poeta para recuperar la dignidad del lenguaje en un medio hostil -el presente- que lo despelleja y lo degrada.

Aquí habría que buscar la raíz del estilo que despliega González Iglesias en Confiado. El verso parece surgir a chorro, como cuando se abre un grifo o se contempla una fuente natural -otra vez la simbología del agua-. Los versos fluyen con sencillez, ligeros, claros, cotidianos. Precisamente en esa cotidianidad se mezclan también los registros; desde cierta gravedad bíblica, pasando por el clasicismo y el ‘sermo humilis’ hasta enfangarse el poeta y enfangarnos a los lectores en el barro del lenguaje más canalla.

Y es precisamente esta cotidianidad la que ofrece el material del que se nutren los poemas de González Iglesias. El poeta, desde su vida normal “…junto a la orilla del Tormes/ (…), llevando/ la vida en apariencia rutinaria de un hombre/ que ha confiado toda su aventura al lenguaje” -«Uno de mis amigos vive en un loft del Soho»-, contempla la vida al cabo de los cincuenta tranquilo, en paz, distanciado y desinteresado de las grandes miserias del día a día, al tiempo que resalta su contrario, la belleza de los gestos cotidianos. He ahí la razón de la confianza; he ahí la mejor excusa para que el lector se acerque confiado al último libro de Juan Antonio González Iglesias.

Confiado (Visor, 2015) de Juan Antonio González Iglesias | 75 páginas | 10 € | XXXVI Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla

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