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El tiempo es un mal y el pez un océano

COBERTA-Un-hombre-soltero

MANUEL MACHUCA| Ahora que está tan de moda criticar o ensalzar, es decir, criticar, la literatura sobre el yo, alabo la iniciativa de Acantilado de recuperar la novela Un hombre soltero del escritor de origen británico y nacionalizado estadounidense Christopher Isherwood. Dedicada a otro escritor homosexual, Gore Vidal, del que toma datos biográficos para conformar el personaje de Jim, recorre en apenas veinticuatro horas, desde el despertar hasta el amanecer de un nuevo día, la vida del personaje protagonista, George, profesor de literatura en una universidad californiana, al igual que el autor que firma la obra.

El escenario de la novela se sitúa en un antiguo barrio residencial de las afueras de Los Ángeles, una zona discreta y tranquila, ideal para una relación homosexual como la de George y Jim, antiguo militar como Gore Vidal, que en la California de 1962 todavía resulta escandalosa. Es época de guerra fría, de amenaza nuclear rusa a Estados Unidos. que ha instalado misiles de medio alcance en territorio cubano, con capacidad de llegar hasta las costas del Pacífico.

Jim ha muerto lejos de California, en un accidente de tráfico cuando visitaba a su familia. George vuelve entonces a ser un hombre soltero que a sus cincuenta y ocho años mira la vida de una forma compleja, contradictoria, con lejanía y a la vez deseando apurarla más allá de sus límites, con escepticismo y con emoción, con la frialdad de la experiencia pasada, con la pasión de seguir conociendo, de revivir, de resucitar, de re… Control y descontrol, razón y emoción, cerebro y corazón. Humanidad.

La novela comienza y acaba en la cama de George, a modo de relato circular, de metáfora del inicio y del fin de la vida, que la mayoría de las veces ocurre sobre una. La obra está escrita con gran acierto en tercera persona, mediante un narrador testigo que persigue de cerca al protagonista a lo largo de la obra. Es quizás un falso omnisciente que cuenta todo en directo, en presente como tiempo verbal. Es su guardaespaldas, su vigilante, su otro yo desdoblado, su conciencia.

La trama recorre el viaje de ida hacia la Universidad, situada al otro extremo de la ciudad de Los Ángeles, y su regreso a casa para cenar con su amiga Charley, a quien la huida de su primer marido, y posteriormente la de su hijo, ha dejado también soltera. La muerte de Jim ha acercado a George a la suya y su respuesta es luchar, competir. Porque es la pugna, el desafío, lo que le mantiene vivo. No importa el precio.

George compite con el resto de automóviles por la autopista, en una carrera de cuadrigas metropolitana a ciento veinte kilómetros por hora por el carril izquierdo que haría que incluso, a decir del narrador, Ben-Hur saliera por piernas. Compite con sus alumnos al analizar una novela de Aldous Huxley, que tuvo también una estrecha relación personal con Isherwood, porque hay cosas que uno mismo ignora que sabe, hasta que se las preguntan, y es difícil encontrar a alguien que te haga las preguntas adecuadas. Compite a su edad en el gimnasio, ya de regreso a casa, haciendo abdominales hasta doblegar a Rick, un joven aspirante a actor de televisión. Sin embargo, un paseo en coche tras el gimnasio por las colinas que amaba cuando llegó a California, le harán caer en la cuenta de su derrumbe, que es también, la caída de una época. La desaparición de árboles y animales, de vastos terrenos de pasto y ranchos, de los últimos naranjos, que han sido sustituidos por mansiones de cemento y ladrillo. No harán falta misiles para destruirla, porque pronto se secarán las únicas raíces de la civilización: la arrogancia y la codicia.

A pesar de todo, huyendo de la desgana, persiste en su lucha, con su amiga Charley y con su alumno Kenny Potter, porque es la desgana, la apatía, el camino hacia la enfermedad.

Gran acierto el de Acantilado a la hora de recuperar Un hombre soltero, una novela tan breve como intensa, escrita con una sencillez de vocabulario a veces poco valorada en la literatura, al no apreciarse la dificultad que ello comporta, y con una forma de narrar, en presente, tan complicada de sostener en un texto así.

Extraordinario el personaje de George como protagonista, tan contradictorio, de emociones, a veces reprimidas, a veces desbordadas, que conforma, junto al resto de personajes, una arquitectura de la obra tan aparentemente sencilla hacia el exterior como compleja en su armadura interna.

Poco valorada en su momento, se le considera la mejor obra del escritor, algo que no puedo afirmar ni desmentir puesto que no he leído otras. Pero lo que sí que puedo asegurar es que un buen lector sabrá apreciarla. Y si no, que repita la lectura, que aún le gustará más.

 

Un hombre soltero | (Acantilado, 2019) | Christopher Isherwood| 154 páginas| 16,00 € |Traducción de María Belmonte.

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