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El último verano

JOSE TORRES | Que el infierno, al que alude el título de la novela, está en nosotros, es algo conocido. No hay mayor prisión, no hay mayor muro, que el que construimos con esmero a nuestro alrededor con materiales como la frustración, el dolor, la pérdida y la absoluta necesidad de convertirnos en víctimas de aquello que no conseguimos alcanzar, conquistar, en definitiva, superar y enterrar en el pozo más oscuro de nuestra alma.

Bárbara Espinosa nos habla de estos infiernos personales en Averno Verano, novela que publica Altamarea Ediciones.

Con el ímpetu y también los titubeos de una primera novela, la autora sitúa al lector en dos latitudes: la Colombia empobrecida y desigual del final del conflicto entre la guerrilla y el Gobierno (aunque las cuestiones políticas se tratan de puntillas en la novela, solo en cuanto a la huella que imprimen en la vida de los personajes) y el Madrid infernal del mes de agosto, que acentúa las heridas de unos protagonistas, ya malheridos, con su bisturí tórrido.

Para contarnos la historia de una madre colombiana y su hijo bastardo, que huyen de la miseria en busca del dorado español, un hombre de mediana edad que vive por inercia (hombre macilento, describe la autora), una azafata con problemas psicológicos, embarcada en la búsqueda de su propia aceptación y una mujer de familia bien y mediana edad,  enjaulada en un carácter aniñado, que no le permite volar por sí misma, la autora elige una estructura de episodios cortos que se titulan con los nombres de los personajes.

Frases cortas, punzantes, certeras, que nos llevan de la mano a este averno madrileño situado en un edificio en el que conviven y convergen los personajes y los círculos del infierno en el que habitan. Los encuentros, las tribulaciones, los refugios que cada personaje construye para aislarse de un mundo que los maltrata, habitan en una historia que apenas da respiro, que lleva al lector de la mano de los personajes hacia el abismo.

Hay que destacar igualmente, que Bárbara Espinosa consigue armar unos personajes cuya universalidad está fuera de toda duda. Virtud esta de la novela que consigue la identificación instantánea del lector con las miserias de Teresa, Gladys, Elena, Tomás, que boquean como los peces para sobrevivir, a pesar de ellos mismos y cuyo catálogo de frustraciones podríamos suscribir todos en mayor o menor medida. Admirable esta universalidad en el caso sobre todo de Tomás, que representa ese varón de clase media insatisfecho con su vida en general y con su matrimonio en particular, carente de la menor vitalidad para intentar cambiar su vida.

Es inevitable a veces, en novelas que abarcan tanta extensión geográfica, temporal y emocional, que algunas historias queden inevitablemente esbozadas, a falta quizá de alguna pincelada más. Tal vez como lectores algunas de las historias de estos devastados personajes se nos quedan cortas, necesitaríamos algún detalle más que nos permitiera rastrear el mal olor de ese averno que lastra sus vidas.

La novela acaba con un giro final discutible, por inesperado, por inusual, pero para nada inapropiado con la dinámica de la novela. Allá cada lector con sus gustos e interpretaciones. Este humilde reseñista echa de menos quizá más perseverancia de la autora en resolver de una forma menos brusca las turbias vidas de sus personajes.  

En todo caso, Averno Verano es una muy buena primera novela, que consigue trasladarnos la angustia infinita y sin fondo de estos desventurados, que ya son cadáveres bajo el sol inmisericorde de un eterno y doloroso verano.

Averno Verano (Altamarea Ediciones, 2022) |Bárbara Espinosa |195 páginas |18,90 €

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