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El viaje de la luz

LEONOR RUIZ | El tiempo es una variable ambigua, pero buena parte de 2020 la pasé en compañía de Sanmao (1943-1991), seudónimo de Echo Chen, popular autora taiwanesa. Concluir sus Diarios de ninguna parte, el último de sus textos, supuso una despedida no exenta de desánimo: sí, hubo tanta luz.

No se ha hablado todavía en esta casa de Sanmao (en chino, «tres pelos»), y quizá convenga mencionar algún dato. En 2016, Diarios del Sáhara inauguró, en amarillo solar, la editorial :Rata_, responsable de traducir a Sanmao al catalán y al español. Iolanda Batallé transmite vivamente la mezcla de destino y apasionado empeño que hizo posible el suceso. En 2017 vieron la luz sus Diarios de las Canarias. Cierra la serie el presente volumen, Diarios de ninguna parte, portador de un gris profundo.

Sanmao vivió en Madrid, donde conoció a su querido José María Quero. Juntos se fueron al Sáhara y residieron allí varios años. Desde el desierto, partieron a las Canarias. La muerte de José —un accidente de buceo en la isla de La Palma— puso fin a la etapa más luminosa de Echo Chen. Ella regresó a Taiwán y continuó escribiendo. Se quitó la vida once años después.

«Si no puedes volver atrás, deja que todo vaya donde quiera el viento».

Su estilo es vivaz, diáfano, impregnado del espíritu libre de la autora. La sencillez gobierna cada página e induce a una lectura imparable, hipnotizante. Una prosa en la que la franqueza y el humor infinitos de Echo Chen se manifiestan rotundamente.

En sus escritos, Sanmao —superventas en su país natal—, apenas habla de su obra o de su fama. Ella es la antiturista: se instala en cuerpo y alma allá donde está, se entrega a la realidad y, sobre lo que la rodea, vierte su manto. La sentimos como un lugar seguro, alguien junto a quien nada malo puede sucedernos, firme y dispuesta a sacarnos de un entuerto o tendernos la mano.

«La vida era como los sueños: podían producirse todo tipo de cambios, para bien y para mal».

Resoluta, intuitiva, lúcida, pragmática. Consejera, generosa, confiada, visionaria. Su clarividencia y sabiduría nos impactan: «Solo yo comprendía que no me había vuelto loca, solo yo sabía que se avecinaba una desgracia. Aquel año no logramos acabar de pasar el otoño».

La tragedia la golpea y, al cabo de un tiempo, decide irse de España, lugar que, como a José María, no puede dejar de amar. «El desaliento que siento en mi interior es una herida que ya no se puede curar, así que no quiero darle muchas más vueltas».

Iba a escribir que toda luz tiende a extinguirse. Pero conforme tecleo, algo en mí protesta y me apedrea. Tal vez sobrevivan algunas. Tal vez no mueran todas. Tal vez…

Diarios de ninguna parte (Editorial :Rata_, 2019) | Sanmao |Traducción de Irene Tor Carroggio | 256 páginas | 20 euros

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