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En el amor y en la guerra

filiu-damaALEJANDRO LUQUE | De las muchas formas de contar una historia colectiva, acaso la más tentadora sea la de empezar por una historia de amor. Confiamos tanto en la fuerza transformadora de los romances, en su capacidad para resistir todas las calamidades y generar corrientes positivas a su alrededor, que no nos cansamos de echar mano de ellos. Y cuanto más terrible sea el telón de fondo, tanto mejor. El conflicto sirio, por ejemplo. Por citar dos casos, ahí tienen lugar relatos sobrecogedores como el Diario de asedio a Duma, de Samira Khalil, pero también una novela reciente como Cuando la revolución termine, de Leila Nachawati, en la que los sentimientos brotan en medio del espanto.

También lo hacen en La dama de Damasco, el último fruto de la ya sólida alianza entre el prestigioso arabista Jean-Pierre Filiu y el dibujante Cyrille Pòmes. Esta vez, con una novedad significativa: se deja a un lado el habitual tono divulgativo –que también caracteriza las colaboraciones de Filiu con David B.– para entrar de lleno en el terreno de la ficción: inventar personajes con nombre y apellido, echarlos a andar, ponerlos en situaciones delicadas, darles vida. A la cabeza del elenco, Fatima, una bella damascena, y Karim, estudiante de medicina del suburbio de Daraya, al suroeste de la capital. Su idilio, difícil primero, luego casi imposible: como se vuelve casi imposible cualquier cosa hermosa cuando la tortura y la muerte empiezan a campar a sus anchas.

Una historia de amor, sí, pero hay mucho más: una mirada sobre un país que ya no existe, el retrato múltiple de sus gentes, el relato de la lucha de un pueblo por la libertad y su trágico destino. No se trata, pues, de contar solo ese accidentado amor entre Fatima y Karim, sino también la relación de éste con su hermano Abdalá, ese militar gigantón que decide abandonar el ejército para defender a los suyos.

Los celulares y las redes sociales convirtiéndose en improvisados notarios de la realidad y esas otras redes, las afectivas, que se establecen entre los resistentes contra las fuerzas de Bachar el Asad. La lealtad hacia unos valores, el apego a un sueño condenado al fracaso. Y en los márgenes, pero muy legible, la sempiterna vulnerabilidad de las mujeres, víctimas de todos los sistemas.

El guion, en todo caso, no renuncia a la pedagogía: nos recuerda que la primavera de Siria empezó siendo pacífica y laica, aunque las mezquitas no fueran ajenas a las agitaciones que empezaban a producirse en el seno de la sociedad. Se hace hincapié en la escalada de violencia que siguió a la brutal represión gubernamental, al modo en que los extremistas fueron tomando posiciones de vanguardia en el conflicto, pero también en el abandono por parte de Naciones Unidas, que se refugió en una enojosa ambigüedad para no apoyar abiertamente las movilizaciones ciudadanas.

El dibujo de Pomès, asombrosamente expresivo, dota de alma a cada uno de los personajes y nos introduce en la atmósfera, ora esperanzada, ora angustiosa, de este barrio damasceno en los albores del choque civil. El uso del sepia y de otros tonos afines transmite a la perfección el calor, la aridez, la sed que termina indefectiblemente siendo sed de justicia.

Pero es sin duda el guion de Filiu, con su sólido conocimiento de la realidad siria y su buen manejo de los detalles, lo que vertebra y da coherencia a toda la historia. Una historia que ya no podemos leer como si no conociéramos su continuación, fingiendo ignorar el modo en que Siria se convirtió en un trasunto del infierno; pero tampoco podemos hacerlo sin imaginar qué habría sido del país con un desenlace diferente, más amable, menos cruel.

Publicado en MSur

La dama de Damasco (Norma Editorial, 2017), de Jean-Pierre Filiu y Cyrille Pomès | 104 páginas | 22 euros | Traducción de Luisa Lucuix

admin

2 comentarios

  1. Calor, (falta de) aridez y sed de lectura es lo que me inspiran reseñas de este calibre. Me gusta mucho. Enhorabuena por la honradez e independencia del blog.

  2. Gracias por su amable comentario, amiga. Eso es justo lo que intentamos cada día, un saludo!

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