1

Entre Pynchon y Don Miki, algunas otras cositas

Sin título

Sara Mesa 

GADDIS RETURNS. El último libro que leí en 2013 fue el maravilloso Jota Erre de William Gaddis y, si nada cambia en los próximos días -sus mil trescientas y pico páginas no me van a dar tiempo para más-, el último que leeré en 2014 será Los reconocimientos, del mismo autor. ¡A esto lo llamo yo celebrar el fin de año por todo lo grande! Pero, ¿con qué otros “libritos” se ha nutrido el 2014 esta lectora un tanto errática? Con unos cuantos, sí. Aquí vengo a dar cuenta solo de algunos de ellos. Los silencios habrán de ser tomados como olvidos o como resultado de la falta de espacio, aunque confieso que alguna ausencia premeditada, ejem, también hay.

ENSAYO 0 – POESÍA 1 – NARRATIVA, POR GOLEADA. Desde hace algún tiempo tengo por costumbre apuntar lo que leo. Una tontería como otra cualquiera, pero hacerlo me permite descubrir pautas, vaivenes, ciclos que solo se perciben cuando se miran con perspectiva. Si comparo, no sé, con hace tres o cuatro años, compruebo que leo muchísima menos poesía que antes (ahora mismo, confieso, prácticamente nada, salvo algún picoteo esporádico, raramente libros completos) y que en mis lecturas escasean los ensayos, hasta el punto de que en 2014 fueron… cero. Lo mío ahora mismito es la narrativa. Cuentos o novelas, clásicos o novedades, de autores vivos o muertos, europeos o americanos… Ahí es donde andamos. La otra conclusión es que, a pesar de los vaivenes -vitales y literarios-, cada año leo más o menos el mismo número de libros -esa ley de los grandes números que siempre funciona-. Contabilizarlos es otra tontería, sin duda, porque ¿podemos considerar como la misma unidad El arco iris de gravedad –otro de los “libritos” que me he zampado este 2014- que los Cartoons de Flannery O’Connor? Además, la cifra en sí misma no indica absolutamente nada. A unos les parecerá alta y a otros baja, cuando en realidad da igual porque siempre será mayor el número de los libros que nos quedan por leer.

MUJERES. Y sea cual sea este número, encuentro algo novedoso en el balance de este año. No es algo buscado, pero el caso es que uno de cada tres libros que leí en 2014 fue escrito por una mujer. Y qué mujeres: he leído magníficos libros de grandes señoras este año. He vuelto a valores seguros como Alice Munro, con sus cuentos de Secretos a voces, Iris Murdoch, con esa rareza menor de El unicornio o Marta Sanz, con La lección de anatomía y El frío. Pero además ha sido el año de revelaciones como Fleur Jaeggy (¿cómo no la había leído antes? ¡ahora lo he leído todo!), Grace Paley (de la que me zampé sus Cuentos completos) y Delphine de Vigan (con esa emocionante y elegante lección de narrativa que es Nada se opone a la noche). Al igual que contaba ayer Coradino Vega, también disfruté con El sur (con la diferencia de que yo no había leído antes a Adelaida García Morales) y con Noches azules de Joan Didion, título al que pongo exactamente las mismas pegas que él ponía. Y, aunque no me enamoró, me entretuve con Las chicas de campo, de Edna O’Brian. También leí a varias de mis contemporáneas (de algunas de estas lecturas quedó huella en el blog), pero ahora quiero destacar precisamente un libro que me sentí incapaz de reseñar por su complejidad y su belleza. Me refiero a Mente animal, el último poemario de Pilar Adón, una auténtica maravilla que debe leerse con cautela, porque es poesía afilada y causa efectos.

PUNTOS CARDINALES. Lo de descubrir a algún autor siempre suena entre pretencioso -¡como si no lo conocieran los demás!- e inocente -¿ahora lo descubres?-, pero cuando yo hablo de descubrimientos me refiero solo a mis lecturas personales, a esas revelaciones particulares que se sienten tan intensas. Ya he mencionado el caso de Fleur Jaeggy (aún recuerdo la emoción que me produjo la lectura de Los hermosos años del castigo, en un perfecto día de playa de noviembre) y el de la peculiar Grace Paley, pero este año ha sido también el de los cuentos de George Saunders (¡no dejen de leer, releer y regalar Diez de diciembre!) y el del ciclo de novelas de Patrick Melrose del exquisito Edward St. Aubyn, cinco novelas ácidas, duras e inteligentes que también reseñé aquí y que están sin duda entre lo mejor del año. La muestra inequívoca de que un autor me cautiva verdaderamente es que de pronto siento el irrefrenable impulso de leerlo todo sobre él o ella. Me pongo un poco nerviosa, sí. Este año el botón obsesivo se me encendió con Jaeggy, Paley, Saunders y St. Aubyn: mis puntos cardinales de 2014.

DEUDAS SALDADAS. Cada año caen en mis manos ciertos libros de los que he oído hablar mil veces pero que, sea por lo que sea, no he leído antes. Bueno, 2014 ha sido el año de saldar algunas deudas, la mayor de ellas -por tamaño, al menos- la de El arco iris de gravedad, la biblia de todo pynchoniano de pro, que disfruté y padecí a partes iguales. En esta lista también hay que incluir Bella del señor de Albert Cohen, una rareza que me hizo reír a carcajadas, pero también llorar a moco tendido -y tengo testigos de ambas cosas-. De este grupo de «esos-libros-que-hay-que-leer-sí-o-sí» también tenemos el Stoner de John Williams, que me gustó, aunque menos de lo que había esperado y El pan a secas, de Mohamed Chukri, novela demoledora donde las haya, tan demoledora como necesaria.

Sin título2

AHORA, LOS ESPAÑOLES. Otra tendencia que descubro con esto de apuntar mis lecturas es que cada vez salen en mi lista más contemporáneos. Muchos dirán que esto, más que a causa de un verdadero interés lector, es por haber publicado yo misma mis cositas y, en consecuencia, haber conocido a gente de eso que llamamos “el mundillo”. Pues sí, qué le vamos a hacer: es por esto. Parte de estos libros se leen por compromiso y otros cuantos se hace por amistad. Pero, oh, ¿quién dice que esto esté reñido con la calidad? Claro que hay mucho libro malo suelto por ahí -alguno incluso francamente malo-, pero aquí, con esto del espíritu navideño, hoy solo voy a hablar de lo bueno. Así, a bote pronto, quiero destacar dos libros de cuentos y dos novelas. En el primer grupo, meteré el inclasificable Zeta de Manuel Vilas y la original propuesta de Mariano Peyrou en su debut como narrador en La tristeza de las fiestas. En el segundo, dos muy buenas novelas que deberían trascender, y mucho, los límites del año: Autopsia, de Miguel Serrano Larraz, y Escarnio, de Coradino Vega. En ambos casos comparto el entusiasmo con que las reseñaron José María Moraga y Fran G. Matute respectivamente, para que quede constancia, ahí en las fotos de arriba me tienen en buena compañía con sendos libros.

LITERATURA FRANCESA. A pesar de la acusación reciente de una señora en una mesa redonda, que me espetó algo así como “sí, sí, si ya veo que a ti lo que te van son los americanos…” (cosa por otro lado que, como acusación, no suena mal del todo), tengo especial querencia por la narrativa francesa porque es la única que puedo leer sin problemas en versión original. Este año, ya lo he dicho, me emocioné con Delphine de Vigan, pero sin embargo me quedé un tanto fría con el Carrére de Una novela rusa y De vidas ajenas, y bastante defraudada con la Avenida de gigantes de Marc Dugain. Con alguna pequeña reserva, me interesó mucho la claustrofóbica propuesta de Bruce Bégout en Le ParK, así como las obras teatrales de Agota Kristof agrupadas bajo el título de Le Monstre, hasta donde sé inéditas en España (codazo, codazo, guiño, guiño).

FRAUDES Y DECEPCIONES. Todo año contiene sus fraudes. Libros malos he leído algunos, pero en sentido estricto solo considero como fraudes aquellos de los que esperaba un poco más. Lo que ocurre es que el listón este año lo ha puesto muy alto el amigo Chuck Palahniuk, que me horrorizó con su espantosa Asfixia, lo cual hace que el resto de decepciones solo puedan calificarse como “ligeras”. En este grupo entran, por ejemplo, los cuentos de Charles Baxter de Grifo o los de Ednodio Quintero, de quien sigo pensando, sin paño caliente alguno, que es un escritor singular al que, sencillamente, no soy capaz de llegar. También me defraudaron -no los acabé- los cuentos de Los niños se aburren los domingos, de Jean Stafford, que no están mal pero me resultaron… aburridos… lo cual me hace pensar qué daño le hace a algunos libros las comparaciones y promociones excesivas.

OTRAS COSITAS. Y luego hay otros cuantos títulos, alguno más que quiero citar porque sí, por ejemplo la deliciosa rareza que es El quimérico inquilino de Roland Topor, que tanto me recomendó mi amiga Esperanza, o La vida está en otra parte, de Milan Kundera, que vino de la mano de Mariano Peyrou. También estuve errando por las casas de los cuentos de Fabio Morábito de La vida ordenada -otro libro de la playa en noviembre-, y me dejé llevar por el humor socarrón de Bashevis Singer en Enemigos, y por la decadencia de las Cosas más transparentes de Nabokov. Por cierto, que este último libro me lo regaló el amigo Miguel Ángel Oeste, al que no he nombrado en su apartado pero nombro ahora aquí, porque es de justicia, como autor de una novela de muy buena factura y gran sensibilidad sobre Nick Drake, de título Far Leys. También quiero recordar la risa que me provocó Luis Manuel Ruiz con su Temblad villanos, la triste y personal atmósfera tan propia de Javier Mije en La larga noche -novela que bebe mucho de sus magníficos cuentos-, el desconcierto que me produjo Kennen Goldsmith con su inclasificable Inquieto, la diversión asegurada de Bernhard en el conjunto de textos de Mis premios -a los que considero como cuentos-, y en fin, tantas cositas… Y ahora me doy cuenta de que así ando siempre leyendo, de una punta a otra, sin descartar ni a Pynchon ni a un Don Miki, en desorden, libros que van llegando, que se apuntan, que se regalan o se compran, que se piden prestados y se prestan, que van en la maleta y luego no salen de ella, que se manchan de café o se mojan con cerveza, que se leen de un tirón o se llevan a la cama para leer luego solamente una página, en fin, todas esas lecturas que al final forman un año de la vida, y con las que se puede hacer una listita absurda, y luego un balance, y al final un texto tan inútil como este, y eso es todo.

admin

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *