NURIA MUÑOZ | Busco en Google “Esther García Llovet”, así, con comillas, acotando los resultados. Quiero comprobar si la imagen que aparece en la solapa de su último libro, Cómo dejar de escribir, es la habitual de su autora. Y veo más fotografías de esta mujer magra, a la que no le sobra nada, y también leo entrevistas en las que responde con firmeza, enérgica y concisa. Sin ganas de perder el tiempo, ni de hacérselo perder a nadie. Y todo me cuadra, porque esta novela es hija, sin lugar a dudas, de una autora así, porque nadie más podría haberla escrito de esta manera.
Cómo dejar de escribir es el relato de un joven que busca el manuscrito perdido de su padre, un autor de culto latinoamericano del que, supuestamente, está escribiendo –por encargo– la biografía. Ambientada en un Madrid cutre, con el trasfondo de un verano particularmente sofocante, los personajes van y vienen como abejas, posándose durante unos segundos en algún sitio visible donde la autora pone el foco para luego desaparecer sin dejar demasiado rastro de sí mismos.
Por la novela pululan parados, tirados de larga duración, borrachos, pijas que se aburren y otras que no tanto, escritores a la fuerza que no logran enlazar tres párrafos y actores que huyen de la exposición al público, aunque no así de todas sus prebendas. Todos ellos, especialmente Renfo, el protagonista, se mueven con desgana por los escenarios de Esther García Llovet, sin rumbo ni objetivo. Por los bares cochambrosos por los que los arrastra la autora, por cafeterías rancias, por fiestas en las que, incluso con la ayuda del alcohol y las drogas, casi todos se aburren mortalmente. De fondo, la figura ausente del ESCRITOR por excelencia, el Gran Ronaldo (ese Roberto Bolaño…) cuya sombra se proyecta sobre la novela sin llegar a ser capaz de arrancar a una verdadera acción a los personajes, pese a ser su punto de partida. Porque el motor de la novela es la inacción, y E.G.Ll. ha montado una ficción sobre el cómo dejar de hacer cosas, cómo dejar de querer, de salir, de crear. De vivir.
Esther García Llovet construye una novela concisa y cortante, manejándose con destreza en el difícil terreno de la parquedad. Su estructura en capítulos breves, algunos de solo tres palabras, refuerza la sensación de rapidez, de avance sin distracciones. Esta eficaz progresión literaria está, sin embargo, dotada de un raro lirismo, una poesía urbana fruto de su personalísima óptica. Y es que la novela condensa, en sus escasas 130 páginas, un manifiesto frente al mundo, una toma de partido. Un NO al dinamismo y a los porqués, a la justificación de todos nuestros actos y, mejor aún, a la atribución de sentido a lo que hacemos.
El protagonista del libro anda buscando la novela perdida de su padre, el libro que, de hallarse, se convertiría en La OBRA por excelencia. Y también escribe sobre él, o al menos ese es el trabajo que ha aceptado, y en sus conversaciones con amigos Renfo esboza la figura cuasi mítica de Ronaldo, captando su singularidad con dos trazos, como los buenos artistas. Renfo suda la gota gorda en esas noches de verano en que en Madrid es imposible dormir, y nosotros sudamos también con la descripción afilada de Esther García Llovet, con su prosa que es como una cuchillada, con su estilo canalla y elegante que nos atraviesa como el acero la carne.
Cómo dejar de escribir es la quinta novela de la autora, cuya publicación recomendó el jurado de la última edición del Premio Herralde de novela, intuyo que maravillado por su calidad literaria. Un más que merecido regalo para E.G.Ll., que da el salto a una de las editoriales más potentes del panorama y que podría abrir la puerta a nuevas y masivas relecturas de sus obras anteriores.
García Llovet ha elaborado en Cómo dejar de escribir un auténtico juego de espejos en el que nada es lo que parece. Porque la novela no es, en puridad, un libro sobre la búsqueda del padre o el manuscrito perdido, ni tampoco es un libro sobre las relaciones familiares. Es sobre la propia vida sobre lo que escribe la autora, sobre lo que no pasa, sobre la paradoja que supone el hecho de que dejar de hacer algo es también una forma de hacer, de estar, de ser. Una honesta forma de actuar.
Cómo dejar de escribir (Anagrama, 2017) de Esther García Llovet | 136 páginas | 15,90 €