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Esta no es una novela para gilipollas

9788468317717JUAN CARLOS SIERRA | Quien se acerque en cualquier librería a los anaqueles reservados al público juvenil acabará con dolor de ojos o de alma. No sé qué persiguen muchas editoriales –aunque me lo puedo imaginar– adornando los lomos y portadas de estos libros como si se tratara de un retablo barroco: letras retorcidas, exceso de ornamentación y de imágenes, combinaciones de colores imposibles, brillo refulgente y cegador,…; en este sentido debemos contemplar, no obstante, una excepción llamativa y muy rentable: los libros protagonizados por vampiros moñas y demás ralea paranormal donde se abusa del negro como si sus diseñadores hubiesen sido abducidos por un espíritu gótico. Sin embargo, lo más inquietante no es el continente, sino su contenido, del que, por no aburrir al lector de esta reseña, solo destacaré su más novísima, denigrante y estúpida expresión: los libros escritos por esa pandemia sin antídoto conocido de momento que son los Youtubers.

Estos usos editoriales manifiestan de forma clara una idea peligrosa que anida y fecunda las mentes más preclaras que dirigen algunos de estos negocios: aunque nunca lo admitirían en público, en el fondo piensan que los adolescentes son gilipollas, porque estos, con tal de que el producto suene a moderno, actual, molón, guay, ‘cool’ –o como quiera que se diga ahora–, se tragan todo lo que se les eche. Y no digo que no haya criaturas que se ajusten a esta categoría –ni más ni menos que en cualquier otro grupo social–, pero creo que la mayoría no es así. De hecho, cualquiera que frecuente esta franja de edad sabe que se trata de un público exigente e hirientemente sincero si llega el caso, que no es fácil darle gato por liebre y que, por consiguiente, quien escriba para adolescentes ha de hacerlo, como mínimo, bien, con respeto y sin mirarlos, de forma paternalista, por encima del hombro.

Luis Leante conoce bien el terreno que pisa, como queda demostrado en su última novela Huye sin mirar atrás, una historia que no defraudará a esa mayoría de adolescentes que ya no soporta a Auronplay y El Rubius o le ha levantado la falda a las miserias de Anna Todd  y su serie After. Y fundamentalmente es así porque la novela del escritor de Caravaca de la Cruz evita caer en el chiste facilón o la ocurrencia chorra, no hay rastro de seres ectoplasmáticos, zombis o «vampiroslobo», y huye de lo melodramático o del amor romántico entendido en el peor sentido del sintagma. Además, y no menos importante, está bien escrita, bien construida y bien llevada.

Huye sin mirar atrás es el relato verosímil de cómo en apenas dos semanas le cambia la vida a su protagonista, Enrique, un muchacho de quince años con exceso de rabia e impulsividad, y obsesionado con el hecho de no poder recordar ni siquiera la imagen de su padre muerto cinco años atrás. Con estos mimbres cualquier escritor advenedizo, con una idea algo distorsionada de lo que es la literatura y la adolescencia, habría montado un dramón de proporciones bíblicas y un guirigay de escenas alocadas. Sin embargo, Luis Leante realiza un trabajo de contención admirable centrándose básicamente en dos tramas bien hilvanadas entre sí y cohesionadas por el proceso de evolución del protagonista principal, que es sin duda la piedra angular de la novela. Aunque en este sentido se vislumbra desde el inicio del último tercio de la narración que las cosas pueden salir más o menos bien para Enrique, antihéroe adolescente –valga el pleonasmo–, aquí acierta otra vez el autor caravaqueño al no dejarse llevar por una  apoteosis final catártica y festiva o por el fueron felices y comieron perdices tan típico, aburrido, inverosímil y previsible.

Luis Leante se sirve para construir su novela de una estructura confesional en forma de diario-carta, en este caso dirigida al padre muerto. A pesar de lo manido de la fórmula –especialmente en la narrativa juvenil–, en la novela que reseñamos este patrón compositivo encaja a la perfección, es decir, no suena a frase hecha, ya que el autor tiene la habilidad de integrarlo dentro de las necesidades de la narración a través de las escasas virtudes que Enrique, el protagonista, se reconoce desde que murió su padre: el yudo y –aquí está la clave– cierta facilidad para expresarse por escrito. Por otra parte, el autor posee la habilidad de insertar, dentro de este molde epistolar confesional y sin chirriar, toda la narración de la evolución del protagonista principal con una primera parte trepidante y una segunda trama no menos intensa por los conflictos que plantea, a pesar de que el ritmo se ralentice considerablemente. A esto hay que añadir el relieve que, a través de unos diálogos bien construidos y muy vivos, adquieren los personajes que acompañan a Enrique en el desarrollo de la novela. Este hecho habla bien a las claras del fino oído y observador que posee Luis Leante y de su buena mano para reproducirla verosímilmente con la dosis justa de literatura.

Hay otros asuntos que llaman la atención en Huye sin mirar atrás: su impronta cinematográfica, especialmente notable en la primera parte del relato y en sus diálogos –no olvidemos que Luis Leante también ha oficiado de guionista de cine–; su jugueteo con los géneros literarios –thriller, policíaco,…–; sus saltos en el tiempo perfectamente integrados en la trama –sin trampas ni cartón–,… Y algunos más que seguramente se me escapan.

En cualquier caso, lo que resulta evidente es que afortunadamente las letras de la portada y de la solapa de Huye sin mirar atrás son blancas y de imprenta, su aspecto externo más o menos sobrio –algo menos la contraportada por exceso de amarillo oro–, no llega a refulgir tanto como para dañar la vista, está bien escrita y, lo más importante, ningún lector que se acerque a ella, independientemente de su edad, va a sentirse tratado como un menor de edad o un tonto de baba.

Huye sin mirar atrás (Edebé, 2016) de Luis Leante | 220 páginas | 9,95 € | XXIV Premio Edebé de Literatura Juvenil 

admin

3 comentarios

  1. A que viene toda la mierda a la comunidad de youtube, del cine, series… Obviamente no son escritores pero creo que se merecen un respeto. Puerco.

  2. He leído por encima tu opinión y sinceramente creo que te has pasado insultando a la gente que no solo encuentra en YouTube una fuente de inspiración, información o simplemente entretenimiento para trabajar o disfrutar de su tiempo libre, sino también a aquella gente que dedica decenas de horas diarias a sacar hacia adelante su canal ya sea como hobby, como trabajo o ,por qué no, una combinación de ambas. También es importante resaltar que te metes con grandes youtubers españoles que son el ídolo de muchos niños y adultos no solo de este país sino de países extranjeros hispanohablantes y que han inspirado a gente para salir adelante en situaciones complejas como pueden ser ,por ejemplo, depresiones. En particular ElRubius y AuronPlay reciben numerosos comentarios en su plataforma actual (Twitch) diciendo lo mucho que se lo agradecen sus seguidores, ya sea por haberles sacado de una depresión o por haberles ayudado en algún sentido.

    Tampoco entiendo por qué te metes con los libros que hace esta gente para sus seguidores, puesto que para hacer un libro siendo youtuber necesitas no solo tener una cierta cantidad de seguidores que te conozcan sino también imaginación y recursos para hacer feliz a esa gente que te sigue desde hace tanto tiempo y la que no puedes defraudar de ninguna manera puesto que tú les has hecho felices en numerosos momentos y ellos a su vez a tí también. Esa crítica que haces me hace pensar que no te has leído ni uno solo de los libros que han hecho ninguno de los youtubers actuales, sean más famosos o no. Y también me hace pensar que te dedicas a críticar de forma negativa cosas que desconoces por completo.

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