JUAN CARLOS SIERRA | Hay libros que no se pueden leer sin un escalofrío, sin un estremecimiento en lo más profundo del lector, independientemente de cualquier consideración literaria o extraliteraria, más allá de las motivaciones personales o profesionales que cada cual aporte a su lectura o de las circunstancias que hayan podido rodear su publicación. En este sentido, de los últimos que han caído en mis manos, Vida después del sueño. Apuntes de un renacer, escrito a cuatro manos entre Recaredo Veredas y Ramiro Domínguez Hernanz, quizá sea el más sobrecogedor, el más acongojante y acojonante (y perdón por el juego de palabras tan facilón). Digo, escribo y afirmo esto porque el libro, en el que se cruzan muchos géneros -el reportaje periodístico, el documental, la autobiografía, la autoficción, lo memorialístico,…-, tiene la virtud de pegarse a la piel del lector para traspasarla hasta alcanzar su intimidad y arañar su emotividad, sus miedos, sus inquietudes, sus inseguridades, su condición efímera, su vulnerabilidad; todos esos rincones privados que se han tambaleado con todo lo que nos ha ocurrido y nos sigue ocurriendo con la COVID-19. Porque el libro al fin y al cabo lo que cuenta es eso, qué nos ha sucedido en estos últimos dos años, pero objetivado, concretado y, por tanto, hecho carne y dolor a partir de la narración del paso por la UCI por culpa de la COVID-19 de uno de sus autores, Ramiro Domínguez, que por cierto se estrena en esto de escribir con Vida después del sueño.
Hay quien pensará que se trata de un libro oportunista, una estrategia bien medida de mercado y publicitaria -valga la redundancia- para aprovechar eso que los cursis llaman la rabiosa actualidad para explotar el mal propio, por duro que sea, con el objetivo espurio de vender libros. Pues, bien, en esta ocasión han pinchado en hueso lo que vayan por estos derroteros, aunque, como diría el propio Ramiro Domínguez, “máximo respeto”. Porque Vida después del sueño, afortunadamente, no tiene nada que ver con el mercado, aunque esté en él. Quien se acerque al libro comprobará que aquí se escribe desde la necesidad -y no económica-, desde la exigencia con uno mismo y con sus potenciales lectores, desde la generosidad y, sobre todo, desde la gratitud y la celebración entusiasta de estar vivo tras haber pasado demasiado tiempo habitando un terreno onírico peligrosamente próximo a la muerte.
En cualquier caso, Vida después del sueño es mucho más que la narración del sueño producido por los opiáceos durante el coma, un periplo onírico tan real, no obstante, tan pegado en su dimensión metafórica o simbólica a lo que está pasando más allá de las paredes de la Fundación Jiménez Díaz, donde se encuentra ingresado el protagonista. De cualquier manera, solo el tramo narrativo del coma ya merece una lectura atenta por lo que significa de vivencia lectora a flor de piel, de relato intrahistórico, si se me permite la expresión. Pero decía que Vida después del sueño es algo más que la anécdota. El libro trasciende la experiencia particular, se eleva por encima de ella, porque nos sitúa como lectores en un lugar ignoto donde nunca nadie nos había situado literariamente antes -al menos a mí- y a partir de ahí la experiencia se universaliza al deslizarse de lo anecdótico hacia lo genérico. Ese mirar novedoso, esa perspectiva diferente, ese decir lo no dicho antes o de una forma discrepante con lo habitual es lo que entronca a este libro con su perfil más literario, porque la literatura ha de aspirar a movernos la silla y a conmovernos en lo más íntimo a través de una mirada disyuntiva, paralela, alternativa y, en el caso que nos ocupa, de una potencia emocional poderosísima.
Además, el libro no se ciñe al mero relato del sueño inducido por el coma, sino que este va precedido de una suerte de minúsculas memorias de Ramiro Domínguez, el protagonista de Vida después del sueño, que no solo ayudan a encuadra y contextualizar el propio sueño, sino que tienen su propia entidad en la arquitectura del texto. El tono, el estilo, el relato en sí, una acusada tendencia hacia la oralidad, cierto toque naif -quizá como reflejo de esa misma oralidad-, le confieren a esta primera parte del libro una entidad propia dentro del conjunto que inclinan al lector a pensar en una autoría clara y bien diferenciada frente a la del resto del texto, a pesar de la primera persona del singular que domina el conjunto del relato. No vamos a hacer apuestas sobre el peso del trabajo de redacción en este proyecto a cuatro manos, pero algún indicio puede desprenderse del texto. En cualquier caso, dejamos este juego al lector.
Pero regresemos a lo importante: la sinceridad a corazón abierto, caiga quien caiga, duela lo que duela y cure lo que cure, también forma parte de esta primera sección de Vida después del sueño y le da sentido tanto a esta como, ya se ha apuntado antes, al relato onírico.
Una de las lecciones literarias más valiosas que he recibido en mi vida se la debo a Luis García Montero. En alguna de sus clases universitarias granadinas y en algunos de sus libros -ahora sería incapaz de fijar citas concretas-, ha dicho que la poesía, y por extensión la literatura, no es un confesionario ni el hombro consolador del amigo ni el contenedor -¿de basura?- de nuestra intimidad, porque no se trata de expresarse románticamente, de lucirse explicándole a los demás las verdades del barquero o de ejercer de medium entre las musas y el resto de los mortales; la literatura, la buena literatura, la literatura hecha con honestidad trata de emocionar al lector, de contagiarlo, de conseguir que se estremezca con el artefacto que tiene ante sus ojos, una ficción muy real que lo apela y lo coge de las solapas para zarandearlo. Pues bien, Vida después del sueño se halla en estos terrenos de lo literario, porque este libro es sobre todo un estremecimiento, el del lector que se adentre en él a corazón abierto, exactamente como ha sido escrito.
Vida después del sueño. Apuntes de un renacer (Sílex, 2022) | Recaredo Veredas y Ramiro Domínguez Hernanz | 78 paǵinas | 10 euros | Prólogo de Jesús Marchamalo
Tal cual. Felicidades por esta crítica.