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‘Harlem Shuffle’

Cubierta Harlem_web

 

Cuando Harlem estaba de moda

David Levering Lewis

Biblioteca del Oriente y del Mediterráneo, 2014. Colección «BAAM»

ISBN: 978-8494129285

576 páginas

25 €

Traducción de Javier Lucini

 

 

Fran G. Matute

De un tiempo a esta parte, y sin entender todavía muy bien por qué, el mercado editorial español parece haberse interesado, aunque sea tangencialmente, por la cultura afroamericana. Evidentemente, son pocas las referencias que han visto hasta el momento la luz y menos son las editoriales involucradas, pero creo que no es casual que en pocos años hayamos podido ver en las mesas de novedades títulos como Una autobiografía de Assata Shakur, Queremos libertad. Una vida en los Panteras Negras de Mumia Abu-Jamal, Vida de un esclavo americano de Frederick Douglass o Trapos sucios de Ishmael Reed, por citar unos cuantos.

Aquí, por numerosas circunstancias socioculturales que van más allá de la mera cuestión geográfica, la epopeya vivida por los negros en los Estados Unidos nos queda lejos y nunca (y esto es una apreciación de lo más personal) ha despertado gran interés antropológico. Y sin embargo, a través de la cultura (la música, sobre todo) algo de aquel drama nos ha ido calando poco a poco.

Resulta que eso de hacer que un conflicto se capilarice a través de la cultura no es nuevo, pues obedece a una estrategia bien definida y organizada desde hace tiempo. En Cuando Harlem estaba de moda (1979), el historiador David Levering Lewis explica en detalle los orígenes de esta tendencia: viendo la comunidad afroamericana que “el acceso a las urnas y al mundo laboral estaba bloqueado”, se encontraron, sin embargo, que “las puertas del Carnegie Hall y de los editores (…) estaban entreabiertas” (p. 109). Son los años 20 del siglo pasado, y estamos en Nueva York, momento en el que comenzó a forjarse el llamado Renacimiento de Harlem.

Aunque fue un período de corta duración (entre 1919 y 1934, pues la Gran Depresión irrumpió para volver a poner las cosas como estaban), la influencia que tuvieron esos años de esplendor en el asentamiento de la comunidad afroamericana y en la toma de conciencia del grave problema racial que sacudía entonces a los Estados Unidos es innegable. Otros estudiosos, como W. T. Lhamon Jr., llegan a afirmar que el Renacimiento de Harlem debe ser considerado como uno de los momentos definitorios de lo que hoy es la cultura norteamericana y, sinceramente, no creo que resulte muy descabellado pensar lo anterior.

Es triste, no obstante, observar, atendiendo a la importancia histórica del movimiento que nos ocupa, cómo casi ninguna de las obras literarias que se citan en el texto está disponible en castellano, lo que no hace sino reforzar la idea que apuntaba antes acerca del desinterés que hasta la fecha ha sufrido la cultura afroamericana en este país. También puede interpretarse que gran parte de la producción artística de entonces no ha sido capaz de trascender el momento y el lugar al que pertenece, siendo hoy día meras piezas fundacionales más que verdaderas obras con entidad literaria. Para ayudar a comprender mejor el análisis que firma Levering Lewis, la Biblioteca del Oriente y del Mediterráneo ha tenido el acierto de rescatar una de las obras esenciales del movimiento: Caña, de Jean Toomer, cuya lectura se antoja absolutamente complementaria a la de este profuso y brillante ensayo de, todo hay que decirlo, fuerte corte académico. No es que sea un texto complejo pero tampoco se presenta especialmente didáctico, sobre todo por la cantidad de datos que, en ocasiones, entorpece la fluidez de la lectura.

No solo de literatura vivió el Renacimiento de Harlem aunque sí que es cierto que sobre ella se construyó. A la vida intelectual se le unió pronto la festiva, y el viejo y ajado Harlem comenzó a competir en espectáculos con la mismísima Broadway. Las fiestas que allí se celebraban atrajeron a grandes personalidades, lo que sin duda favoreció el intercambio cultural interracial. La música tomó entonces el relevo a la literatura, y el jazz comenzó a poner banda sonora a las noches de Harlem, aunque todo esto lo cuenta mejor Mezz Mezzrow en su impagable Really the blues (1946).

Levering Lewis hace notar que detrás de esta tramoya, y al margen de la calidad de la producción artística, se movían importantes intereses económicos, hasta el punto de que los judíos pronto vieron que financiar a los negros en su “renacimiento” podía resultar provechoso para su causa. “Cargar contra el judío es ayudar al negro. ¿Por qué? Los negros son muchos, pero tienen poco dinero. Los judíos son pocos, pero están forrados” (p. 187). Casi más chocante resulta comprobar cómo la estrategia de ciertos intelectuales negros (precisamente, los de piel más clara) para ser aceptados en las altas esferas pasaba, en la gran mayoría de las ocasiones, por renegar de sus orígenes, en un proceso de «minstrelización» a la inversa del que Norman Mailer, estoy seguro de ello, se sentiría orgulloso.

Son muchos los personajes de interés que se dejan ver por las páginas de Cuando Harlem estaba de moda. El extremista y panafricano Marcus Garvey, que aun mantiene una plaza importante en el barrio; W. E. B. Du Bois, verdadero factótum del Renacimiento; los literatos Langston Hughes (cuyos escritos sobre España también vieron hace poco la luz en castellano); el citado Jean Toomer… Pero como hace ver Levering Lewis, todos, de alguna manera, terminaron jugando al juego de los blancos. “Ni la cultura ni el color podían alterar la condición de parias de aquellos cuyos antecesores habían sido esclavos africanos. El Tío Tom y Frederick Douglass -el primer ciudadano de color que accedió a un cargo importante en las instituciones estadounidenses- eran equivalentes sociales, mientras que el paleto blanco era superior a W. E. B. Du Bois” (p. 486).

Al final, Harlem también fue una fiesta. Y los Nuevos Negros perdieron el norte y olvidaron sus propósitos. Para cuando quisieron mirar atrás, con la Gran Depresión delante de sus narices, muchos de sus “hermanos” se habían quedado por el camino. El Renacimiento de Harlem fue un destello que, sin embargo, sentó las bases de todos los logros que estaban por venir, y de todos los que todavía están por llegar.

admin

3 comentarios

  1. Apasionante tema. A ver si dura la fiebre de publicaciones afroamericanas y alguien reedita de una vez «El hombre invisible» de Ralph Ellison…

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