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Harold nos sigue enseñando a leer

BLOOM_PYP_C_ImprentaJOSÉ MARTÍNEZ ROS | A Harold Bloom le persigue una palabra: Canon. Desde que escribió El canon occidental, cada uno de los libros publicados por este célebre, anciano y gruñón erudito ha sido recibidos mediatizado por los entusiasmos y rechazos que generó su polémico ensayo. Que un libro de ensayo literario alcance tal repercusión ya dice bastante, a mi juicio, a favor de su autor.

Para amplificar aún más la situación, la editorial Páginas de Espuma ha ido editando en España una serie de compendios de breves ensayos sobre diversos autores, por género, subtitulados, significativamente “canon”: el canon de los cuentistas, el de los novelistas y, ahora, el de la poesía. Desconozco si, originalmente, las ediciones norteamericanas de estas obras ya incluían ese subtitulo que resulta engañoso. Poemas y poetas (un título mucho más ajustado a la realidad) no pretende ofrecer un panorama total de la tradición occidental, como si pretendía el primer canon de Bloom, sino que se centra, como los demás libros de esta serie, en la tradición anglosajona, de la que Bloom es un inigualable especialista.

Sin ninguna pretensión exhaustiva, lo que aquí nos ofrece Bloom es una recopilación de breves estudios sobre unos cincuenta grandes poetas, casi todos ellos anglosajones del siglo XVIII al XX, con alguna que otra incursión en tradiciones paralelas, como la francesa o la rusa. También se prescinde de autores de indudable importancia, pero sobre los que Bloom ya ha escrito largos estudios, como por ejemplo Hart Crane o William Wordsworth.

Como ya señalábamos al reseñar Novelas y novelistas, estos compendios de la obra crítica de Bloom resultan tan instructivos y recomendables como problemáticos, ya que Bloom es un estudioso de ideas tajantes que recorren su obra de principio a fin. Ante todo sus obsesiones freudianas marcada por su famosísima teoría de la angustia de la influencia, y que podríamos resumir: todos los autores relevantes, todos los artistas de valía, ya sean hombres, mujeres, cristianos, ateos, socialistas, judíos o budistas, están obsesionados con superar a sus predecesores y anular a sus contemporáneos, algo con lo que cualquier persona que haya asistido a un congreso de literatura estará básicamente de acuerdo. Esa “angustia de las influencias” no se limita al temor al plagio o a ser poco original, sino va mucho más allá, ya que les hace, consciente o inconscientemente, malinterpretar, rechazar o reconstruir o  rechazar la herencia literaria de sus maestros, asumidos o no. También, como en tantas otras ocasiones, nos encontramos con su feroz odio a lo políticamente correcto; su rechazo hacia las feministas y marxistas dogmáticos que desean reducir el arte a un conjunto de “factores sociales” o “conflictos de género”; su antipatía por deconstruccionistas y estructuralistas; y su inquebrantable esteticismo -la belleza por encima de todo.

Harold Bloom es un magnífico intérprete, en su sentido más noble, de poemas -y todo lector aprende infinitamente al leerlo-. Además, tiene la oportunidad de descubrir a un buen puñado de poetas que no son demasiado conocidos en España, como son Robert Penn Warren (del que sólo habíamos descubierto su faceta de notable novelista), Theodore Roethke, James Dickey o el enorme poeta afroamericano Jay Wright, del que el autor de esta reseña apenas conocía nada y que, no obstante, ha quedado sumamente impactado por la belleza de las muestras de su obra espigadas en este volumen por Bloom.

«La poesía no puede sanar la violencia organizada de la sociedad, pero puede realizar la tarea de sanar el yo.” (Harold Bloom)

Poemas y poetas. Un canon de la poesía (Páginas de Espuma, 2015), de Harold Bloom | 688 páginas | 28 € | Traducción de Antonio Rivero Taravillo

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