EDUARDO CRUZ ACILLONA | Cuenta en su haber la escritora mexicana Cecilia Eudave un currículum biobibliográfico que no existe en el mundo editorial solapa que pueda detallarlo en su totalidad, tal es la profusión y riqueza de publicaciones que viene atesorando desde principios de siglo: relatos, novelas, ensayos, cuentos infantiles, novelas para jóvenes… Todo ello impregnado de un estilo particularísimo, tan directo como envolvente, tan provocador como sencillo. Es lo que todos los editores se afanan en buscar y en poder reproducir en las contraportadas de sus libros: una voz propia. Mucho ha tardado Juan Casamayor en incluir su nombre en el catálogo de Páginas de Espuma, editorial de referencia absoluta en lo que a narrativa breve se refiere tanto en España como en el resto de países de habla hispana, y darle la relevancia que merece tener.
Esa voz, tan propia, tan particular, impregna Al final del miedo, una breve colección de relatos independientes ordenados con intención de manera escrupulosa para aportar al conjunto mayor sentido. Habrá quien tenga la costumbre de leer los relatos de un libro de forma aleatoria, atendiendo en su lista de prioridades al título en cuestión, a la extensión del relato y al tiempo que se tiene para dedicarle, a manías varias, etc… Pero, en esta ocasión (y en otras muchas que no vienen al caso) hará mal el lector en no seguir las indicaciones del índice propuesto comenzando por el principio y terminando por el final… Por el final del miedo que propone el título… Claro que, quizás, el final no se ubique literalmente en el último cuento, quizás se demore y esa extraña sensación que, se lo aseguro, le ha recorrido el cuerpo durante la lectura del libro, permanezca con usted un tiempo, mucho tiempo…
Ya desde el primer cuento, “7 minutos”, nos encontramos con una exquisita, cuidada y comedida mezcla de géneros literarios, caminando entre el realismo y lo fantástico (no, no hablamos de realismo mágico), y narrado de tal manera que contemplamos con absoluta naturalidad lo absurdo y lo angustioso nos mueve, incomprensiblemente, a la risa. Un auténtico deleite y un virtuoso ejercicio de manejo del lenguaje al servicio de la trama, aparentemente sencilla pero con una profunda trastienda. En ocasiones, los relatos nos recuerdan a los articuentos de Juan José Millás, con esas realidades paralelas que hacen que nos cuestionemos seriamente nuestra propia identidad. A diferencia de este, Eudave ahonda con mayor rigor y eficacia en ese juego, apoyándose en un ritmo que lleva paso a paso a lo frenético (“correr sin prisa” lo definiría seguramente Andrés Neuman) y en un lenguaje que carga más su peso en el fondo que en la forma.
Los personajes de estos cuentos bordean los límites de la cotidianeidad, quizás incluso por la parte de fuera, pero asumiéndolo en todo momento con absoluta normalidad, como si estuvieran vacunados contra la debacle de lo común, de lo rutinario o, volvemos a la referencia del título, como si hubieran traspasado el pantanoso, oscuro y delicado territorio del miedo sin mancharse ni sufrir heridas.
Aquí lo insólito se mezcla con lo inquietante y con lo perturbador, y todo transcurre con permiso de los flexibles límites de la razón, como esos agujeros negros que aparecen por las calles que pueblan los relatos del libro y que pueden ser simples boquetes para la inspección de las instalaciones de agua y luz o auténticos pasadizos subterráneos en los que habita cada vez más gente.
Cecilia Eudave arma un mundo que bascula entre la vigilia y el sueño, entre la rutina y la sorpresa, entre la agenda y el imprevisto, entre la mueca asustada y la risa. Y el mejor resumen nos lo brinda ella en el diálogo entre dos personajes de uno de los cuentos:
—¿Por qué ahora somos diferentes? ¿Por qué no hemos hecho caso a todas las advertencias? ¿Qué buscamos haciendo esto?
—Nos estamos divirtiendo, no le ves el lado cómico.
Les animo a que hagan caso a las advertencias que les irán llegando en forma de comentarios y reseñas sobre lo diferente y original que es este libro. Estoy convencido de que acabaran afirmando, como el personaje, “Nos estamos divirtiendo”.
Reseña publicada con anterioridad en el blog de Tres Pies al Gato.
Al final del miedo (Páginas de Espuma, 2021) | Cecilia Eudave | 128 págs. | 15,00€