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Historias que escuecen

Estocolmo

Iosi Havilio
Caballo de Troya, 2010

ISBN: 9788496594647
288 páginas
18 €

Daniel Ruiz García

Por esta estúpida tendencia que uno tiene a que un libro le recuerde a otro libro, a mí el libro Estocolmo, de Iosi Havilio, me ha recordado a las novelas más intensas y turbias de Highsmith. Quizá puede ser por esa forma de narrar, a la vez densa y llena de nervio, con un afán de psicologismo permanente que no está en colisión con la narración de hechos, con la acción, de forma que todo el tiempo parece que estemos asistiendo a algo que sólo se barrunta. Es, no sé si me entienden, esa sensación tan propia de que “algo malo va a pasar”, y a lomos de esa sensación la novela va avanzando. Al final resulta que lo malo que uno pensaba no es lo malo que realmente ocurre, y así Iosi Havilio juega con nosotros ejerciendo de tremendo comediante, de un bromista con una vena decididamente macabra.

Esa tensión latente que recorre la trama es lo que favorece una lectura bastante rápida y amena, en la que concedemos transitar por meandros que no son decisivos para el argumento pero que nos gustan porque están muy bien trazados. También nos gusta que Havilio enfrente el hecho novelístico desde una modernidad nada impostada en relación con la historia que aborda: René, un chileno que reside desde hace casi cuarenta años en Estocolmo (abandona su tierra natal en el momento del golpe de estado contra Salvador Allende, y por tanto ejerce como exiliado político), trabaja para la Cruz Roja. Tiene un miedo enfermizo a volar, lo que le ha impedido abandonar Suecia en esos cuarenta años. Sin embargo, finalmente se decide a hacerlo. Le lleva a ello cierto deseo de regresar a su pasado, de reencontrarse con los escenarios de su infancia, con su madre, pero sobre todo su obsesión por huir. El objeto sobre el que se focaliza el deseo de huida es Boris, el amante de René, un balcánico politoxicómano que ha convertido su vida en un perpetuo carnaval de violencia y delincuencia, y con el que René mantiene unas relaciones propias del cuento más sórdido y oscuro de Sacher-Masoch.

El personaje de René está bastante bien dibujado: un homosexual entrado en años con un hábito compulsivo por la e-pornografía, pero con serios problemas para excitarse y consumar el orgasmo. Esta incapacidad puede entenderse como una materialización física de los agobios y miedos que lo atenazan, más perfectamente representados, por un lado, en el miedo a volar, y por otro, en su amante Boris. El amante balcánico está todavía aún mejor cincelado si cabe, probablemente porque la historia lo enfoca de forma más lejana y sugerente. Cualquiera que conozca al personaje logra representarse en su mente a más de un individuo de esa especie que le es cercano o conocido, porque es un tipo humano bastante común aunque, creo, poco transitado por la literatura, al menos no de forma tan efectiva como en Estocolmo: un despojo humano que sale adelante a través de un ejercicio permanente de supervivencia, en la que invierte sin escrúpulos todo su odio, toda su ira, toda su maldad. Un villano embrutecido que aquí, y eso es uno de los grandes logros de esta novela, llega a resultar en los últimos instantes incluso tierno.

Una novela, en fin, bastante perturbadora, que pone sobre el tapete a unos personajes que se desenvuelven con relaciones nada fáciles, en el contexto de los temas literarios universales: amor, violencia, sexo, memoria personal y colectiva… Un texto algo desagradable, probablemente, para los finos de estómago, pero muy apto para todos aquellos que gustan de la literatura entendida desde los difíciles y complicados márgenes de la narración consagrada a contar historias que escuecen.

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