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Humor de madre

EDUARDO CRUZ ACILLONA | Aun a sabiendas de que Estado Crítico es una revista literaria y no musical, permítanme que, si no los conocen, les recomiende que tecleen en Spotify, Apple Music, Amazon Music, You Tube o cualquier otra plataforma que utilicen para escuchar música el nombre de “Antílopez”. Comprobarán entonces que la búsqueda les dirige irremediablemente a un par de individuos con pinta de haber roto más de un plato en su vida y a unas letras cuyas canciones poco margen dejan a la imaginación y a la sorpresa, pues toda la utilizan ellos. Títulos de sus discos como Por desamor al arte, Desprendimiento de rutina o (el último y recién estrenado) Mutar fama (versión particular del ya cansino “Fumar mata”), les pueden dar una somera idea de por dónde van los tiros.

Ese desparpajo, esa alegría, ese arte de hacer con el lenguaje malabarismos, esa poca vergüenza, esa honestidad, esa profesionalidad, ese (en)canto natural, ese (algo)ritmo que te atrapa sin darte cuenta, ese (uni)verso con rima constante… Todo eso que viene de serie y en serio en los discos de este dúo tan nuestro, tan de Huelva (afueras de Cádiz) y tan universal aparece plasmado en el libro que Miguel acaba de publicar de la mano de El Paseo Editorial.

(NOTA AL MARGEN – Si de los dos Andy & Lucas es difícil saber quién es Andy y quién es Lucas, con los dos Antílopez lo tenemos más fácil: Miguel es el que verás sin sombrero porque gasta un tupé tan bien perfilado que le impide usarlo)

El poeta hijo de su madre es, en realidad, tres libros por el precio de uno. Y es sumamente difícil etiquetar a uno de ellos como favorito… Porque todo suma, obviamente.

El primer libro contiene poemas, reflexiones, jaculatorias, prosas, exabruptos, incontinencias verbales, acotaciones, apuntes, juegos de palabras, canciones a medio hacer, borradores de obras maestras que el autor se ve obligado a publicar lo mismo que un embalse no tiene más remedio que aliviar agua cuando llueve torrencialmente para no verse desbordado, tal es la capacidad de original creación del susodicho. Con el agravante de no haber distancia más corta entre la rotundidad y la frivolidad que el mero gesto de pasar de página.

El segundo libro, contrapunto perfecto del primero, debe apuntarse en el haber de la madre del autor y, por extensión, de todas las madres, sean sus hijos autores, notarios o estraperlistas. Una madre es una madre y lo que dice es ley, se ponga el Tribunal Constitucional como se ponga, que seguro que alguno de sus miembros no viene con el traje bien planchado para la ocasión y a algún otro se le ve desmejorado por no-sé-qué-pero-me-lo-vas-a-contar-sí-o-sí. Cada poema, cada aforismo, cada microrrelato del autor lleva asociado, quien tiene madre lo sabe, el comentario escueto, estricto, ajustado y lleno de razón de quien lo conoce mejor que nadie porque para eso lo ha parido.

DICE ÉL: “…Y me dije y me desdije tanto que desdibujé / que amar es querer al otro tal y como finge ser”.

Y REPLICA SU MADRE: “Niño, tú estás más delgado, ¿estás comiendo bien?”

El tercer y último libro lo compone una sucesión de hashtags (palabras o conjunto de ellas que van precedidas del símbolo de la almohadilla – # -) que cierran cada página y que funcionan perfectamente como resumen de los dos elementos anteriores (texto del hijo y corolario de la madre) pero que bien pudieran encabezarlos a modo de título. Tratándose de la marca “Antílopez”, estaba claro que iban a preferir lo primero, lo diferente, lo original, la apostilla, el remate, la sorpresa y, en definitiva, el magistral birlibirloque que les permiten las palabras.

Los tres libros se funden en cada página y nos ofrecen una tómbola de premios en las que siempre, se lo digo desde ya, llevamos el boleto ganador.

Y para muestra…

DICE ÉL: “Bajo cada tarde de mi nube a comprar vino. / Luego vuelvo a media noche recordando lo que fuimos. / Cada vez me importa menos que las cosas sean tan raras. / Son un gélido reproche de infinitas madrugadas”.

Y REPLICA SU MADRE: “Niño, po si bajas, cierra bien con llave / que voy a salir con tu padre, / luego escribes to lo que quieras”.

CON EL HASHTAG: #LiteraTurra

Si alguna vez coinciden con él, con Miguel, el del tupé, no el del sombrero, pídanle que les muestre el bíceps del brazo izquierdo. Apuesto mi brazo derecho a que lleva tatuado un corazón, con toda la razón, y el lema “Humor de madre”.

Reseña publicada con anterioridad en la web de Tres Pies al Gato.

El poeta hijo de su madre (El Paseo Editorial, 2021) | Miguel Antílopez | 176 págs. | 16,95€

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