VICTORIA LEÓN | Al menos dos cosas indiscutibles deben la historia literaria y el imaginario colectivo a Robert L. Stevenson, el hombre al que los samoanos entre los que acabó sus días llamaban Tusitala, ‘el contador de historias’; el autor escocés que, pese a su precaria salud desde la infancia y a su muerte prematura, recorrió el mundo y dedicó su vida al cultivo de prácticamente todos los géneros literarios. La primera de ellas es haber revolucionado para siempre el modelo de la novela de aventuras con una historia escrita originalmente para muchachería victoriana como La isla del tesoro que no ha envejecido un solo día desde entonces, y cuyo inolvidable protagonista, John Silver, ha pasado a la galería de los héroes y antihéroes más atemporales; la segunda, haber utilizado el marco del relato fantástico en una de las obras pioneras o fundacionales de la moderna ciencia ficción para desplegar a través de ella una de las fábulas morales literarias más poderosas, complejas y sugestivas que se hayan podido concebir. Una fábula que nos enfrenta a la dualidad indiscernible de bien y mal en el alma humana y, más allá de ella, incluso indaga en la coexistencia de distintas identidades psicológicas en el mismo individuo. La describió Calímaco en un viejo epigrama: “La mitad de mi alma aún respira; / llevóse Eros la otra, o Hades, / el caso es que me falta”. Pero esa inquietante idea que aterra como toda pesadilla que sabemos que la realidad puede confirmar, nos evoca hoy de inmediato los dos nombres propios que dio Stevenson al protagonista de un relato publicado en 1886, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
A esa obra rinde homenaje esta novela de Andrés González-Barba (Sevilla, 1974), periodista cultural y ya experimentado autor en el ámbito de la narrativa juvenil, que ha querido trasladarnos con ella al Londres de 1913, donde empieza su relato, y sumergirnos en una ficción en la que se mezclan los personajes de la biografía real de Stevenson (sus amigos y consejeros Fanny Sitwell y Sidney Colvin, su esposa Fanny van de Grift, su niñera y segunda madre Alison Cunninghame, su prima Katharine de Mattos, el novelista Henry James, su hijastro y colaborador Lloyd Osbourne) con la sombra de sus propios personajes y con los que son creación plena de González-Barba, aunque en algunos casos también se trate de trasuntos de aquellos. Un homenaje que en realidad no se queda en el mundo de Jekyll y Hyde, sino que tiene también mucho que ver con otros relatos del escocés, como “Markheim” o “El club de los suicidas”, e incluso se extiende a otros clásicos de la literatura de ficción victoriana, pues tampoco faltan guiños al mundo holmesiano de Conan Doyle, del que el autor es buen conocedor, o al Dorian Gray de Oscar Wilde, por poner solo los ejemplos más conocidos.
El testamento de Mr. Hyde propone al lector un juego de escondite, un periplo en el que distintos planos de ficción se entrecruzan de continuo y una aventura sorprendente, narrada con una prosa ágil y amena, en la que abundan el diálogo y la rápida sucesión de escenas casi cinematográficas. En el camino irá obteniendo, a través de las semblanzas que nos hacen diferentes voces, el retrato del verdadero protagonista ausente de la historia (el tiempo de la ficción se sitúa años después de su muerte), que no es otro que el propio Stevenson. Pues la novela, que mezcla la novela de aventuras con el relato policíaco, no se agota en la trepidante peripecia, y González-Barba emula en ella al objeto mismo de su homenaje en su propósito de explorar las profundidades de la psicología humana y experimentar con las posibilidades que esta ofrece como materia artística, con sus inagotables matices de gris, en los que nada ni nadie es lo que parece en blancos y negros absolutos. Resuelta la trama principal de la historia, el libro aún guarda una última sorpresa relacionada con un misterioso manuscrito perdido. Un nuevo alarde de inventiva que aporta otra lectura del Jekyll y Hyde original para completar el diálogo entre las dos ficciones.
En su poema “Los justos”, Borges mencionaba a aquel “que agradece que en la tierra haya Stevenson”. Quienquiera que pueda identificarse con él disfrutará enormemente esta novela de homenaje literario entretenida, bien hecha y tan generosa que, ante todo, quiere ser una entusiasta invitación a ir en busca de los libros del maestro de Edimburgo.
El testamento de Mr. Hyde (Algaida, 2019) | Andrés González-Barba | 360 páginas | 20.00 €