0

Ingenuidad sin diabetes

Los amigos

 

Los amigos

Kazumi Yumoto

Nocturna, 2015

ISBN: 978-84-943354-1-9

210 páginas

14,90 €

Traducción de José Pazo Espinosa

 

 

Daniel Ruiz García

El empleo de la ingenuidad como artificio narrativo suele ser delicado. Hay que tener una gran capacidad de contención y una especial gracia para que el resultado no acabe escorándose hacia la impostura o directamente la moñería. El niño con el pijama de rayas, aquel garrapiñado pastel escrito por John Boyne, sería un buen ejemplo de los peligros que comporta la asunción de esa voz. Pero cuando sale bien, el resultado puede llegar a rozar la genialidad. En esta categoría yo agruparía novelas que han dejado un poso indeleble en la historia de la literatura, tales como el Gran Meaulnes, de Alain-Fournier, La vida ante sí, de Emile Ajar (en realidad Romain Gary) o Matar un ruiseñor, de Harper Lee.

La novela que traigo a esta reseña me ha recordado en más de un sentido a aquella obra maestra de la norteamericana. En primer lugar, por el mesurado acierto de la voz narrativa, con un equilibrio perfecto entre el tono maduro y el tono propio de un niño, y con una gran habilidad para manejar el recurso del desvelamiento parcial que está justificado por el empleo de una narración en primera persona desde un posicionamiento ingenuo. Y en segundo lugar, porque hay en cierto modo una evolución parecida en la trama, de manera que el elemento misterioso (en Matar un ruiseñor, el vecino con una historia familiar convulsa que nunca sale de su casa; en Los amigos, el anciano al que espían con la esperanza de verlo morir) acaba cobrando una forma dramática y acaba depositando en el lector una simpatía insobornable hacia el sujeto misterioso. Sin embargo, si la novela de Lee centraba su campo de reflexión en el concepto de justicia, en Los amigos el eje, la idea central, es la muerte, su asimilación, la convivencia con esa realidad que constituye un aspecto indisociable de la vida.

La novela cuenta la historia de tres niños amigos, que comparten pupitre y correrías, y que deciden, movidos por la inquietud derivada del fallecimiento de la abuela de uno de los protagonistas, observar a un anciano solitario que vive en el barrio y que al parecer está enfermo para vivir “en directo” su muerte y conocer muy de cerca la experiencia de morir.

Pero poco a poco, la observación irá derivando hacia la convivencia, de manera que los tres espectadores de la probable muerte acabarán convirtiéndose en actores de la propia vida del anciano, participando en su actividad doméstica cotidiana y convirtiéndose en confidentes de sus recuerdos.

La novela acierta con situar en el foco a tres niños, ya que es durante la niñez cuando vivimos de forma más intensa y dramática la asunción del hecho de la muerte, como una sombra cierta que nos acompaña en todo momento durante el camino, y a la que sabemos que acabaremos sucumbiendo. Es muy difícil no sentir empatía hacia el modo en que los tres niños protagonistas van asimilando la cuestión de la muerte, porque no cuesta nada reflejarse en esos mismos desvelos que todos tuvimos cuando éramos niños.

La novela está escrita con un estilo, como no podía ser de otro modo teniendo en cuenta la voz narrativa elegida, diáfano, sencillo, pero al mismo tiempo cargado de intensidad. En este sentido, me ha recordado no poco (influye el hecho de que la autora es japonesa) a algunas películas de Miyazaki, y a esa capacidad del maestro de la animación japonesa para transmitir emoción bajo formas aparentemente sencillas. La habilidad de Yumoto para construir algunos aspectos de la trama a través del desvelamiento aparentemente inconsciente da como resultado la construcción de algunos personajes secundarios muy brillante, entre los que destaco a la madre del propio personaje principal, con una vida que uno imagina bastante miserable y triste a pesar de que de la boca del narrador no sale ni una palabra en ese sentido.

No me extraña el éxito internacional cosechado por esta novela. Según señalan los editores, ha sido traducida a numerosos idiomas y se ha convertido en todo un ‘best seller’. Los amigos pertenece a ese privilegiado club de novelas que tienen la capacidad de llegar y decir cosas a todo tipo de públicos. Resulta agradable e interesante tanto para lectores de toalla y playa como para personas muy leídas. Ello es así porque la voz ingenua, como ocurre en el caso de los otros libros referidos, está inteligentemente diseñada para plantear distintos niveles de lectura.

Una novela, pues, que recomiendo a través de estas líneas, y que, por otra parte, nos mueve desde la ternura a la reflexión sobre la muerte y sobre la necesidad de vivir con alegría.

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *