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Insoledables

Pájaros de América

Lorrie Moore

Salamandra, Letras de bolsillo, 2009

ISBN: 978-84-9838-255-6

285 páginas

7,90 Euros

Traducción de María José Galilea Richard

Javier Mije

Hace ya unos años, demasiados años, el buen criterio de un editor desterró al purgatorio de las ideas ineficaces mi pretensión de llamar a un libro de relatos con el fatuo y rimbombante título de Los insoledables. No sé, la verdad, si el título que prevaleció es mejor que éste, y si la frustración de no haberlo utilizado entonces me llevará un día a comprar una finca y bautizarla de tan inédita forma para convertirla en camposanto. Está el cementerio lisboeta de Los placeres. ¿Pero no sería el nombre del mío, digamos, más realista? Les cuento esto porque acabo de regresar de un apasionante viaje entre seres tan solitarios que parecen condenados a la misma orfandad que los muertos. Seres cuyo desamparo parece no tener ni consuelo ni remedio en esta tierra. El cielo se ha cubierto de cenizas estos días. Las agencias de noticias atribuyen la causa a la erupción del volcán islandés Eyjafjallajoekull. Yo creo que mienten: es el rastro de dolor que han dejado en el firmamento unos Pájaros de América.
Lorrie Moore es sobre todo un estilo. Es propio del género breve ganar en la observación y los detalles el vigor que no alcanzaría sólo a través de sus anecdóticos argumentos. Esta premisa se cumple a rajatabla en estas páginas. Fácilmente olvidaremos –con alguna excepción, porque a duras penas nos quitaremos de la cabeza la pesadilla narrada en Gente así es la única que hay por aquí: farfullar canónico en oncología pediátrica– la peripecia contada en la mayoría de estos relatos. Moore se centra primordialmente en los conflictos, las contradicciones, los miedos y la complejidad de personajes que suelen actuar en la sístole de algún impulso que los lleva en el mejor de los casos a un poco reconfortante recorrido de ida y vuelta. “La vida es como un largo viaje por un vasto país. A veces hace buen tiempo. A veces hace mal tiempo. A veces es tan malo que el coche se sale de la carretera” (Pág. 117). Lo accidentado del viaje se debe casi siempre a la precariedad de los instrumentos de navegación: “No le habían dado las herramientas adecuadas con las que construir una vida de verdad: eso era. Le habían dado un sobre de sopa y un cepillo de pelo, y le habían dicho: “Espabílate”. Se había quedado allí durante años, pestañeando, confundida, cepillando la sopa con el cepillo”, en Dispuesta. Un viaje que causa extrañamiento –uno de los recursos estrella de Moore-, como el que siente Abby en Que es más de lo que puedo decir de ciertas personas al acomodarse en un coche británico: “sentarse en lo que debería ser el asiento del conductor, pero sin el volante, de repente le pareció un símbolo de algo”. O “se apretó mucho el cinturón de seguridad, como si ella fuera algo salvaje, un animal o una estrella”, en Vida en comunidad. Un viaje en el que estamos perdidos y donde no hay instrucciones de uso ni brújulas ni cartografía que nos permita comprender a nuestros semejantes: “por lo general, la gente no era mapas de carreteras. La gente no era ni jeroglíficos ni libros. No eran historias. Una persona era una colección de accidentes. Una persona era un montón infinito de rocas con cosas creciendo por debajo”, en Si es lo que te apetece, vale.

Qué necesidad de amor tienen las criaturas de Pájaros de América. Tanto que a veces están dispuestas a venderse en saldos a cambio de un abrazo, aunque no sea de la mejor calidad, como un preso que “necesita la comida de la cárcel aunque sea poco abundante”. Si alguien toma la forma de un gran amor es “sólo para luego mostrarse como un alienígena que tiene que subirse a una nave espacial para volver a su planeta. Aunque en la vida real, por supuesto, raras veces ves la nave. Normalmente lo que hay es sólo un montón de borracheras, balbuceos y alguna que otra cabezadita en la sala de estar”, afirma Ruth en La agencia inmobiliaria. En fin, creo que como muestra es suficiente. Este libro esta lleno de una luz muy intensa, aunque los focos iluminen un escenario cutre donde predomina la tristeza. Si la tristeza les parece triste es mejor que no lo lean. Yo sintonizo con estas historias. Creo que lo que Moore viene a decirnos es que la vida duele sólo por ser lo que es y no otra cosa cualquiera, que la vida no sólo va “en serio”, como escribió Gil de Biedma, sino que arrastra además “la sombra sentimental de no ser otra cosa sino eso mismo”. Abróchense el cinturón de seguridad o, si disponen de tiempo, háganse novelistas. Al fin y al cabo el arte, sugiere Moore, “comienza cuando un momento de dolor se mezcla con un momento de aburrimiento”.

admin

3 comentarios

  1. Bonita manera de saltar al ruedo un lunes. Supongo que un libro así sólo se puede leer en primavera.

    Fantástica reseña.

  2. ¡Enhorabuena!

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  3. Permitidme que aproveche este post para haceros un comentario o una sugerencia sobre la crítica del viernes pasado sobre la última novela de Dan Brown. Vaya por delante que mi ánimo es constructivo. Para empezar, el texto me pareció muy divertido, y seguro que gustará a muchos, pero, en mi opinión, no creo que el tono sarcástico sea el más adecuado para un blog que pretende hacer una crítica seria, y que casi siempre la hace. He leído otras críticas de Daniel Ruiz muy atinadas, y han despertado mi interés por algunos autores que no conocía. Sin embargo, también observo en este blog cierto desprecio por los libros que son del agrado de muchos lectores o se apartan de los cánones que el crítico considera buena literatura. Los propios comentarios que se hicieron en el post del viernes (algunos escritos por otros críticos de este blog), dejan entrever cierta impaciencia malévola por saber quién se iba a encargar de hacer la reseña de la novela de Dan Brown, y destrozarla, aunque haya sido con ironía. Parecía como si fuera una novela condenada de antemano en Estado Crítico, algo que, con el debido respeto, me parece bastante injusto.

    Por supuesto que un crítico ha de decir lo que piensa, y el lector de una crítica no espera sino que sea sincero, pero mofarse de un escritor no me parecen las formas más adecuadas para un espacio serio como éste.

    Quiero dejar claro que no soy lector de Dan Brown, pero sí soy visitante interesado de este blog, y esa manera de proceder (y no es la primera vez que sucede) creo que no hace sino desmerecer este espacio tan interesante para debatir sobre libros. Espero que lo tengáis en cuenta para futuras críticas, pues reseñas como la del viernes y alguna otra, con sus correspondientes comentarios, no muestran sino una cierta tendencia a la endogamia y al sectarismo que a la postre puede significar que los lectores de vuestro blog empiecen a ignorarlo.

    Todo lo expuesto, sin el menor ánimo de levantar polémica, pero con el deseo de que quienes hacéis un trabajo magnífico lo tengáis en cuenta.

    J. Carlos Martínez Gluckman

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