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Juan Ramón pasea por Sevilla

Tartesia LindaRAFAEL ROBLAS CARIDE | Con meritorio empeño, el Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla viene apostando, desde hace ya varias décadas, por la difusión de los diversos asuntos y avatares que atañen a la historia, a la sociología, a la tradición o a la literatura de nuestra ciudad. Concretamente, la colección “Biblioteca de Temas Sevillanos” constituye -por la selección de sus textos, por su estilo divulgativo, por su cómodo formato y por su ajustado precio- un excelente ejemplo de cómo un organismo público y, por ello con vocación de servicio, debe dirigir una línea editorial para instruir, culturizar y formar al ciudadano, olvidándose de cuotas de mercado o de la obtención de pingües beneficios. Y nunca mejor viene a cuento esta reflexión ponderativa cuando a la vuelta de la esquina nos sorprenden dos de los nuevos títulos que para este 2016 ha seleccionado, coordinado y editado el ICAS a fin de que que se integren entre las filas del catálogo de la citada colección. Estos son: Paseando con Albanio (José Antonio Pérez Díaz) y Tartesia linda (Rocío Fernández Berrocal). O lo que es lo mismo, Luis Cernuda y Juan Ramón Jiménez en Sevilla. Se ve que los amantes y los estudiosos de la literatura estamos de suerte.

Pues bien, precisamente este último volumen, dedicado a la Sevilla juanramoniana, es el que pretendo convertir en protagonista de la presente entrada de Estado Crítico, para que el lector juzgue acerca de su interés y, finalmente, determine el acierto o no de su posible compra.

Rocío Fernández Berrocal es una excelente estudiosa de la obra del Andaluz Universal, al que dedicó en 2006 una fabulosa tesis doctoral que, con el título de Juan Ramón Jiménez y Sevilla,  obtuvo el Premio Focus Abengoa y que posteriormente -apenas dos años después- publicaría el Servicio de Publicaciones de la Hispalense. Fruto de su trabajo de campo y del abundante material acumulado durante los años de investigación, nace ahora este compacto volumen de un poco más de 150 páginas en el que su autora demuestra nuevamente sus conocimientos y aprovecha para proponer un itinerario juanramoniano por la soñada “capital lírica de España”. Un itinerario que bien merece ser tenido en cuenta de ahora en adelante tanto por los ocasionales turistas que frecuentan la ciudad como por sus residentes habituales.

Como bien indica Fernández Berrocal en el índice, la obra puede dividirse en dos grandes apartados que, lejos de sumarse sin más, actúan como complementos. El primero de ellos, intitulado como “Introducción” supera ampliamente la función tradicional del preámbulo para convertirse en un minucioso estudio –pese a lógicas restricciones a causa del espacio– donde la investigadora aprovecha para desmembrar, primero, la relación biográfica del autor de Platero y yo con Sevilla y para ofrecer, posteriormente, un recorrido textual de su obra por los rincones hispalenses allí referidos. En este punto, resultan especialmente valiosos los extractos procedentes del opúsculo lírico Sevilla, que no hace mucho tiempo terminara de fijar definitivamente el profesor Reyes Cano (Fundación José Manuel Lara, 2002).

Aprende así el curioso lector de esta “Introducción” facetas semidesconocidas del moguereño en las que profundiza Fernández Berrocal: sus primeras inquietudes artísticas en torno a las Bellas Artes por el entorno del barrio de la Feria; su adscripción al Ateneo y la lectura de las diferentes revistas literarias de difícil acceso a las que la Docta Casa estaba suscrita; su participación en la vida más disoluta de la ciudad, incluyéndose aquí su asistencia a los cafés cantantes de la época y a las llamadas “casas de niñas”; sus frecuentes visitas a la capital andaluza –ya tras su matrimonio con Zenobia–, bien para dar rienda suelta a su admiración por la ciudad, bien para pertrecharse de libros en el comercio de Tomás Sanz de la calle Sierpes; la vinculación también sentimental de Zenobia con Sevilla, lugar en donde consiguió la licencia de conducción que le permitiría utilizar el automóvil a la pareja… Datos, en fin, todos ellos subrayados por los textos juanramonianos correspondientes, que no sólo no lastran el trabajo de la profesora Fernández Berrocal, sino que ilustran y amplían fehacientemente la veracidad de los mismos.

Por otra parte, tras esta “Introducción”, se encuentra la razón fundamental del libro: el recorrido urbano en sí. Diseña entonces la investigadora un itinerario ideal que va desde la calle Gerona y la Casa de los Artistas hasta la antigua Estación de Córdoba de la Plaza de Armas, discurriendo en su trayectoria  por hitos situados en Sierpes, Campana, Tetuán y Cuna, o por lugares emblemáticos como la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería, la presente sede del   Ateneo, en calle Orfila, o el viejo edificio central de la Hispalense (actual Facultad de Bellas Artes de Laraña). Y estos son sólo unos pocos ejemplos del trazado completo, que sorprende, entre otras cosas, por su amplitud y minuciosidad. El paseo, como no puede ser de otra forma, se ilustra convenientemente con los textos juanramonianos originales, a fin de que el lector pueda reconstruir sobre la práctica –esto es, con el libro en las manos y al modo de los planos convencionales– los aspectos biobibliográficos seleccionados y relatados por la autora. De este modo, este Tartesia linda no sólo se configura como una antología casi definitiva de los que podríamos denominar como “textos sevillanos” de Juan Ramón Jiménez, sino que, en su amplitud, se convierte en una excelente guía turística dirigida tanto a expertos como a profanos en la materia literaria. Por cierto, que una mención aparte merece la aplicación que como guía didáctica pueden hacer del libro aquellos profesores de enseñanzas  medias que se arriesguen a trasegar por el espacio urbano hispalense con su infatigable tropa adolescente, ávida siempre de nuevas motivaciones y de hamburguesas económicas del McDonalds.

Para finalizar, sería del todo imperdonable olvidarme del acertado apartado visual que acompaña y complementa al texto de Fernández Berrocal. El pequeño volumen incorpora así bastantes documentos gráficos juanramonianos, tales como el duplicado del expediente académico del universitario moguereño, diversas dedicatorias manuscritas del poeta, alguna que otra reproducción de su obra pictórica juvenil, fotografías familiares inéditas, etc. Precisamente, pertenece a esta selección la instantánea que utiliza la edición como portada, que se corresponde con una entrañable imagen captada una mañana de 1929 en la conocida plaza de las palomas del parque de María Luisa, resaltándose la inequívoca figura del Andaluz Universal entre las de su hermano Eustaquio, su mujer Zenobia, su cuñada Leontine y su sobrino Juan Ramón Jiménez Bayo.


A Sevilla le echo los requiebros

que te echo a ti […].

                                 Me parece

que, como tú, llena ella el mundo,

tan pequeño y tan mágico como ella, digo,

contigo, ¡tan inmenso,

tan vacío sin ti, digo sin ella!

 

¡Sevilla, ciudad tuya,

ciudad mía!

Versos de Juan Ramón. Sevilla en el recuerdo, Sevilla en la presencia de la amada Zenobia. Y ahora, con este Tartesia linda, Sevilla juanramoniana en las páginas divulgativas que la profesora Fernández Berrocal nos sitúa ante los ojos. Un pretexto para releer –o descubrir, quién sabe– al Nobel andaluz. O quizás para perderse por una ciudad que nunca se acaba de conocer. Sea como sea, este Tartesia linda es un libro delicioso –y más que aconsejable– que viene a corroborar el acierto de la línea editorial de la “Biblioteca de Temas Sevillanos” en que se inserta. ‘Nihil ostat’.

Tartesia linda. Un paseo por la Sevilla de Juan Ramón Jiménez (Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 2016), de Rocío Fernández Berrocal | 164 páginas | 8 €

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