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La cabaña del tío Thoreau

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Walden

Henry David Thoreau

Errata Naturae, 2013. Colección «La muchacha de dos cabezas»

ISBN: 978-84-15217-45-9

343 páginas

18,50 €

Traducción de Marcos Nava García

 

 

Fran G. Matute

Hay libros que nacen sin pretensiones y, sin embargo, alcanzan pronto la inmortalidad. Libros que surgen de empresas sencillas que se convierten, al final, en grandes gestas. Libros con vocación localista que se vuelven universales. Que terminan siendo ejemplarizantes, no tanto porque pretendan adoctrinar sino porque ofrecen una experiencia personal al servicio de la comunidad. Hay también libros que se escribieron en tiempos diametralmente opuestos a los nuestros y resultan más útiles hoy que nunca. Hay libros cuyas páginas debieron haberse convertido en papel mojado y en cambio perduran por los siglos de los siglos. Y luego está Walden (1854) de Henry David Thoreau, que condensa todo lo anterior.

images (2)Creo no exagerar si proclamo la vigencia absoluta de este texto escrito, tal y como reza la faja promocional, “para todos aquellos que están descontentos con su vida y con los tiempos que les ha tocado vivir”. Descontentos ha habido siempre -y siempre los habrá- de ahí que las enseñanzas que se pudieran extraer de la experiencia de Thoreau hayan sido abrazadas por las más diversas líneas de pensamiento progresista, sobre todo en Norteamérica, desde el Trascendentalismo de Nueva Inglaterra hasta el hippismo californiano. Una poética, la de Thoreau, que encontró en la figura de Richard Brautigan a su heredero más extraño, cuya obra ofrece un híbrido perfecto de las filosofías citadas anteriormente. Hasta en el órdago terrorista-literario que Unabomber lanzó a los EE.UU. pueden rastrearse vestigios de la obra del autor de Walden, ese experimento vital a través del cual Thoreau construyó su mensaje, claro y conciso, de ruptura con el mundo civilizado de mediados del siglo XIX que, miren Uds. por dónde, resultaba ya insoportable para algunos.

images (1)Por este motivo no creo que sea necesario recordar aquí los pormenores de la “hazaña” de Thoreau que, un buen día decidió romper con todo y exiliarse a una cabaña, que él mismo construyó, situada en los bosques anejos a la laguna de Walden (Massachussets), intentado demostrar que la autarquía era viable, en un gesto revolucionario con el que pretendía rechazar tanto la vida moderna como las servidumbres propias de vivir en sociedad. Este cántico a la liberación que promete la pureza de la vida campestre, y del que han bebido por igual obras de toda índole como la novela Pan (1894) de Knut Hamsun o el film Dersu Uzala (1975) de Akira Kurosawa, parece querer abrirse paso hoy día ante el panorama desolador que está dejando la crisis, de ahí la contemporaneidad de su mensaje. No resulta extraño desayunarse con casos de urbanitas que huyen de las ciudades buscando asilo en el medio rural, en un éxodo inverso al ocurrido hace relativamente pocos años en el que el campo y sus pueblos se secaban de habitantes y se preparaban para desaparecer del mapa ante el incierto futuro que se les planteaba.

Es evidente que la pretensión originaria del texto de Thoreau, más allá de la de recoger para la posteridad su aventura, era la de llamar a la “desobediencia civil” (como más tarde redactaría) pero dado que las circunstancias obligan, no está de más tomar ahora este Walden no ya como texto revolucionario sino como referente del naturismo. Al fin y al cabo, Thoreau no era un mero “indignado”. Prefiero verlo como un soñador al que los sueños se le quedaron cortos, un individualista que decidió dar forma a su filosofía cumpliendo con el ejemplo. Fue un activista que no esperó a los demás. Que no pidió nada a nadie. Que no necesitó de la masa para cumplir con su proyecto.

Portada-Cartas-a-un-buscadorA Thoreau le costó poco más de 29 $ desurbanizarse. Cierto es que estamos hablando de 1845 y la actualización monetaria no es sencilla. Pero no es difícil adivinar que la suma ya era entonces irrisoria. Con ella, Thoreau fue capaz de hacer acopio de unas cuantas tablas (la mayoría toscas), unas tablillas de desecho para el tejado y los costados, unos listones, dos ventanas con cristales de segunda mano, mil ladrillos viejos, dos barriles de cal (esto le resultó caro), cerdas (acumuló más de las que necesitaba), un manto de fundición, clavos, bisagras y tornillos, un picaporte y tiza. Apuesto a que Uds., lectores ya aburguesados, apoltronados frente a ese ordenador de diseño, seguramente de color blanco y esquinas romas, les está entrando la pereza sólo de pensar en irse al campo, no digamos ya si es a construir una cabaña con sus propias manos. Si encima tenemos en cuenta que el propio Thoreau cargó buena parte de los citados materiales en sus espaldas, asumo que a ninguno le va a dar por salir corriendo por la puerta dispuesto a emular al padre de la desobediencia civil. Y aún en el improbable supuesto de que les diera por tirarse campo a través para «independizarse» de la vida moderna, seguro que llegaba un guardabosques a pedir cualquier tipo de licencia de establecimiento y les terminaría multando y expulsando del lugar. Consciente de todo lo anterior, les pido, al menos, que rebusquen en sus maltrechas carteras y reúnan 74,95 € (muchos menos, en equivalencia, a lo que gastó Thoreau en su día) y vayan a su librería favorita con la siguiente lista de la compra:

  • Walden de Henry David Thoreau (Errata Naturae, 2013) – 18,50 €
  • Cartas a un buscador de sí mismo de Henry David Thoreau (Errata Naturae, 2012) – 16,50 €
  • Thoreau. La vida sublime de A. Dan y Maximilien Le Roy (Impedimenta, 2013) – 19,95 €
  • El diario. Volumen I (1837-1861) de Henry D. Thoreau (Capitán Swing, 2013) – 20 €

Y ya pueden perderse tranquilamente por la campiña a leer creyendo que están desobedeciendo a alguien…

P.D.: Me chivan desde Acuarela & A. Machado que para 2014 se reeditará Thoreau. Biografía esencial de Antonio Castado da Rocha, así que vayan también ahorrando para esto.

admin

4 comentarios

  1. «Urbanita impenitente», me llamó mi abuelo en un día, y ahora comprendo que quería él decirme, por lo que este critico expresa en sus letras. Mi ordenador es blanco y él tiene esquinas romas (esta palabra la busqué en el diccionario porque no sabía bien): creo que el critico G. puede referirse a mí perfectamente, pero también a mi mujer,que tiene otro igual, o a cualquiera que tenga un ordenador blanco con esquinas romas, no? Me gusta la lista de cosas necesarias para la cabaña, al principio no entendí bien lo de las cerdas, pensé porqué cerdas y no cerdos, si de las cerdos lo que se come son los jamones (menos los vegetarianos) y no la leche (que estos sí), pero el diccionario otra vez me sacó de mis dudas. Pues nada, que podemos aprender mucho de estas tantas reflexiones, señor G., y saber que aunque en dos o tres generaciones nos han expropiado de la cultura general aún podemos freír huevos de dos yemas en este mundo actual carente de significados.
    Gran Saludo

    • Más razón que un santo, amigo Chris. Se lo cargan todo…
      Gracias por comentar.

  2. El libro, señores, es un soberano coñazo y una paparruchada. Su crítica es muy informativa e interesante. Aunque echo en falta una advertencia más enérgica contra el volumen, nivel NO LO LEAN USTEDES NI POR EQUIVOCACIÓN. Me quedo con la frase: «no está de más tomar ahora este Walden no ya como texto revolucionario sino como referente del naturismo.»
    Un saludo con el viento despeinándome.

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