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La Historia es como el día de la marmota

LUIS ANTONIO SIERRA | Se suele decir, y con razón, que el hombre es un animal que tropieza dos veces en la misma piedra. También estamos acostumbrados a escuchar eso de que hay que conocer bien la historia para no repetir los errores cometidos anteriormente, que hay que aprender del pasado. Bueno, pues debe ser que somos medio lelos o que tenemos la mente enferma porque ni una cosa, ni la otra. No tropezamos dos veces, sino cientos; somos plenamente conscientes de la historia, la estudiamos, pero aun así parece que nos empeñamos en consumar los mismos y fatales despropósitos. Solo basta con echar un vistazo a nuestro alrededor y ver que lo que digo es cierto. La versión 2.0 del fascismo nos rodea, y más lo va a hacer si no somos capaces de pararlo. Trump, Orban, Meloni, Milei o Netanyahu ya están en el poder aplicando medidas reaccionarias que van a más cada día que pasa. Por otro lado, tenemos a serios aspirantes a alzarse con el poder como la francesa Le Pen, el hispano Abascal o partidos claramente “fachas” como la AfD, – curiosamente liderada por una lesbiana casada con una inmigrante – que ha dado la campanada en las últimas elecciones alemanas, o el Partido de la Libertad austríaco que ganó las últimas elecciones generales en ese país y que no ha formado gobierno gracias al cordón sanitario establecido por los partidos democráticos de ese país. El panorama es aterrador. Si añadimos los regímenes totalitarios, vemos que se nos está quedando un planeta precioso.

Todas estas aberraciones humanas nos retrotraen a individuos de nefasto recuerdo que poblaron Europa – fundamentalmente – durante las primeras décadas del siglo XX: Mussolini, Hitler, Franco, Primo de Rivera, Vichy, … Supuestamente, después de la caída del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial el fascismo fue erradicado, aunque como sabemos y nos cuenta Theodor Kallifatides en El arado y la espada, esto desgraciadamente no fue así: Grecia fue liberada del nazismo por partisanos y británicos al alimón, pero, a renglón seguido y – paradójicamente – bajo el auspicio de la propia Gran Bretaña, sufrió la imposición de un régimen fascista que provocó una inevitable guerra civil. Detrás de esta inexplicable connivencia británica estaba la cruzada anticomunista que se extendió por toda Europa ante la influencia soviética y, en el caso de Grecia, el más que previsible triunfo del Partido Comunista Griego en unas hipotéticas elecciones democráticas.

El arado y la espada, el segundo libro de la trilogía que abarca la ocupación nazi de Grecia en 1941, su posterior liberación, la guerra civil griega (1946-1949) y la posguerra, se centra en el periodo que va desde la expulsión de los nazis hasta la guerra civil. A diferencia del primer libro, Campesinos y señores, el tono que adopta el autor se vuelve mucho más trágico y hondo. Ya apenas deja cabida a ese humor socarrón que atravesaba el volumen anterior de la trilogía y que en El arado y la espada solo asoma hacia el final y de manera casi testimonial. Probablemente, el hecho de que, tras la liberación de Grecia, esta novela cuente que el lugar de los nazis fuera ocupado por los fascistas griegos y que estos hicieran reavivar desgracias anteriores y utilizaran su posición para cobrarse antiguas afrentas, tiene mucho que ver en el cambio de tono narrativo adoptado por Kallifatides.

Yalós – el Yoknapatawpha, el Macondo, de Kallifatides – vuelve a ser el microcosmos donde todo ocurre y donde se comprime la historia de Grecia, aportando al mismo tiempo veracidad y representatividad a la realidad del país. Esta focalización hace que la tragedia se viva – se lea – con más intensidad ya que la cercanía entre sus habitantes, los lazos establecidos entre ellos, tanto familiares como de amistad, hacen que sintamos los acontecimientos de manera más descarnada a como los experimentaríamos si nos amparáramos en la frialdad de los datos que suele dar la historiografía sobre el periodo del que nos habla el autor.

Es, por tanto, de vital importancia para entender de verdad la historia echar mano de la literatura, en este caso de la ficción. Centrarse en la experiencia humana, en las vivencias de los individuos, ayuda a comprender todo mejor y, con suerte, a que no volvamos a cometer los mismos errores. Por ello, hace falta mucha más literatura y muchos Kallifatides para hacernos mejores.

El arado y la espada. (Galaxia Gutenberg, 2024) | Theodor Kallifatides | Traducción de Carmen Montes Cano y Eva Gamundi Alcaide | 216 páginas |19 euros.

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