CARLOS FRONTERA | Es tal el aluvión diario de letras encuadernadas en tapas de más o menos dureza, son tantos los libros que se publican, que no es infrecuente, no es para nada infrecuente que obras que merecen la pena pasen inadvertidas, sepultadas por la avalancha de novedades. Es el caso de Ut pictura poesis de Mario Martín Gijón. Yo, que me tengo por un lector atento a lo que se cuece en el panorama literario patrio, no supe de este libro hasta que me lo recomendó un querido amigo. Y vaya si acertó con la recomendación.
Ut pictura poesis es un libro formado por una novela corta, que le brinda su título al conjunto, y tres cuentos. La novela corta es la puerta de entrada, la narración que inaugura todo, y es simplemente bárbara, una novela tan bella como dolorosa. Se trata de una historia a tres voces, los vértices de un triángulo amoroso o desamoroso que se apoyan en cuadros para intentar narrarse y entenderse. Me explico. Tenemos a Murat, tenemos a Vinter y tenemos a Milena. Tenemos también Moravia, Silesia y Berlín. Cada esquina del triángulo.
Narrado desde esos ángulos, desde esas voces, el relato muestra en primera persona cada una de las versiones de una historia a tres, tres versiones que no se superponen exactamente aunque un poco sí, que suceden a la vez pero también consecutivamente, como suelen darse los amores que se encadenan. Cada historia se apoya en un cuadro, una imagen que atrae la atención de los protagonistas y les lleva a reescribir sus vidas y las obras que observan en base a sus experiencias, al momento que están atravesando. Esa traslación de algo abstracto, una vida, a algo concreto, un cuadro, para narrarse, me parece un gran acierto. La necesidad de algo sólido para definir el vacío de un desamor, esa tristeza que a ver cómo se explica. Conforme avanzamos en la lectura de las distintas versiones, asistimos no exactamente a la incomunicación, a una falta de entendimiento entre los protagonistas más bien, la dificultad para hacer llegar al otro el mensaje. Habiendo vivido lo mismo, parece que cada uno hubiera vivido una historia distinta. Hay sobreentendidos, comportamientos a los que los protagonistas adjudican una intención, una interpretación, que en ocasiones no coinciden en absoluto con la intención del otro. Si eso no es el amor, yo ya no sé.
Para reforzar esto, el autor se sirve de en un lenguaje hermosísimo, una prosa por momentos muy cercana a la poesía, y en juegos de palabras, calambures, concatenación de expresiones casi homófonas que inciden, así al menos lo he entendido yo, en los peligros de la comunicación, en lo fácil que resulta entender otra cosa de la que realmente se dijo.
Completan el libro tres cuentos —Rosaleda en el Luxemburgo, La extrañeza de Kirsten y En casa ajena— que, con estar a gran altura, no alcanzan, en mi opinión, la profundidad ni la capacidad de remover algo dentro que sí logra Ut Pictura Poesis. Son buenos cuentos, no digo que no, sólo que, leídos después de la novela corta, pierden en comparación. Como Abraham Olano después de Miguel Induráin. Quizá en otro volumen aparte lucirían más. Vaya uno a saber.
En resumen, Ut Picura Urbis es uno de esos libros que pasan inadvertidos por la stand de novedades, uno de esos libros de los que apenas se tiene noticias y que merecería más lectores, muchos más.
Ut picture poesis (Pre-textos, 2018) | Mario Martín Gijón | 216 páginas | 16 euros