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La quimérica inquilina

PN932_Basadaenhechosreales_DEFINITIU.inddNURIA MUÑOZ | Delphine de Vigan ha tenido que lidiar durante estos últimos años con dos preguntas: «¿De verdad tenías que escribir sobre “eso”?» y «¿Qué vas a hacer, qué vas a escribir después de esto?» “Eso” y “esto” son su penúltima novela, Nada se opone a la noche, en la que reconstruye la vida de su madre tras su suicidio. El libro fue un bombazo editorial, y a ella esa incursión en el terreno de la autobiografía acabó quemándole en las manos. Demasiados reproches, demasiada verdad familiar contenida en una novela de una dureza bellísima. Un libro amargo y delicado, dolorosamente hermoso.

Pero volvamos a las preguntas. La primera de ellas se la formuló el propio marido de De Vigan durante la escritura de Nada se opone a la noche. La segunda es el motor que pone en marcha su última incursión en la narrativa, dos años después de aquélla, titulada Basada en hechos reales. Ahora, la cuestión de qué seguir escribiendo cuando una se ha quedado emocionalmente en pelotas delante de todos no deja de rondar a la protagonista, una escritora francesa llamada Delphine, autora de una novela de éxito arrollador en la que narraba desde un punto de vista íntimo una tremenda historia familiar. La escritora, madre de dos adolescentes, es pareja de un conocido periodista literario francés… como Delphine de Vigan.

La Delphine de Basada en hechos reales cuenta su historia en primera persona: tras la fama, llega el bloqueo creativo. La protagonista es incapaz de escribir una línea, ahora que es foco de la atención del público y los editores. La salida del hogar de sus hijos y el hecho de que no conviva con su pareja facilitan el aislamiento de Delphine, que se oculta para evitar preguntas incómodas o explicaciones peregrinas. Sin embargo, y he aquí una de las primeras incongruencias del libro, acceder a acudir a una fiesta en la que conocerá a L., una mujer enigmática que pronto se convertirá en su principal apoyo.

Porque L. también es escritora (hace de negra literaria para celebridades) y conoce a la perfección a Delphine, porque sabe hacerse necesaria diciendo en cada momento lo que la otra necesita escuchar. L. es la “fan número uno” de Delphine, y su intimidad crece a costa de acabar con la escasa vida social de la segunda, que no opone ninguna resistencia.

La relación con L. es la columna de este thriller psicológico que Delphine de Vigan construye con Misery como referente (de hecho, las tres partes que conforman el libro comienzan con citas de Stephen King), aunque también se perfila en la memoria del lector la película Mujer blanca soltera busca… con la que Barbet Schroeder revitalizó el género en 1992. De hecho, la novela tiene un indudable regusto cinematográfico, por lo que no causa extrañeza leer que Roman Polanski esté ya adaptándola a la gran pantalla.

De Vigan indaga, utilizando la relación de las protagonistas femeninas, en las relaciones de poder y en el tema del doble, creando un producto respetuoso con las consignas del género, digno pero decepcionante para el que busca más de eso que le dieron en Nada se opone a la noche. Porque lo que encuentra aquí es, de acuerdo, una reflexión sobre la dominación y la debilidad en la que se pone de manifiesto la absoluta falta de lógica en los comportamientos derivados de una relación desigual. Pero De Vigan sabe crear personajes menos planos, sabe narrar sin caer en el cliché, sin conducirnos de la manita a confabulaciones más o menos disparatadas. De Vigan no necesita trucos para deslumbrar al lector y, sin embargo, aquí tira de fogonazo para que no veamos cómo se cambia de mano la bolita.

Pero quizá lo interesante de Basada en hechos reales sea el fondo, donde plantea la exposición de una polémica constante en la literatura: la de la porosidad de las fronteras de lo real y la ficción. ¿Esperan los lectores que este título esconda una historia real? ¿Rompería la autora ese pacto tácito si su última novela fuera fruto de su imaginación? ¿Interesan más las historias que se basan en acontecimientos, en personas reales? O, por centrar aún más la cuestión planteada en el libro, ¿es lícito escribir sobre otra cosa que no sea la realidad?

L. argumenta (con bastante acierto) que solo se puede narrar lo vivido y que la ficción es un territorio habitado ahora por las series televisivas; por eso, piensa ella, la literatura debe anclarse en lo biográfico. Y, como la Annie de la novela de S. King, quiere que Delphine solo escriba sobre “eso”.

¿Y qué opina la propia Delphine de Vigan sobre esta cuestión? Ella, como ha manifestado en múltiples entrevistas durante la presentación de su nueva novela, considera que la elección entre ficción, autoficción o autobiografía nunca es una toma de partido, ni siquiera una reivindicación, y mucho menos una intención, sino que es el resultado de escoger una narración, un punto de vista, de elegir qué contar y qué callar. Y cita con frecuencia a Jules Renard, para quien toda verdad de más de cinco líneas es una novela.

Basada en hechos reales no es un gran libro, para eso está Nada se opone a la noche. Pero se lee de un tirón. Se devora, te atrapa, como el blockbuster en que, seguro, Polanski lo convertirá.

Basada en hechos reales (Anagrama, 2016) de Delphine de Vigan | 344 páginas | 19,90 €

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