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La sombra del siglo XX

Tres dictadores: Hitler, Mussolini y Stalin. Y un cuarto: Prusia

Emil Ludwig

Acantilado, 2011. Colección «El Acantilado»

ISBN: 978-84-15277-13-2

161 páginas

16 €

Traducción de Francisco Ayala

José María Moraga

He aquí una reseña muy cortita de un librito muy corto. Tres dictadores… es una deliciosa obra de Emil Ludwig, afamado biógrafo alemán de origen judío (hoy sería polaco: nació en Breslau, hoy Wrocław, cosas de los cambios de fronteras durante el siglo XX) cuyos libros ardían estupendamente en las hogueras nazis de la Opernplatz. Lo anterior no es (solamente) una pedante acotación parentética, es que en el corazón de este baile de nombres, fronteras y nacionalidades se encuentra el mayor acontecimiento histórico del pasado siglo, la Segunda Guerra Mundial. Y esta guerra es el personaje que falta si queréis pero que preside como un fantasma el libro que nos ocupa.

En este caso, el fantasma que recorre Europa no es el del comunismo, sino el de las dictaduras autoritarias de uno u otro signo que se hicieron fuertes en el primer tercio del siglo XX y que desencadenaron la Guerra Mundial. La fecha de edición de Tres dictadores… tampoco es irrelevante: nada menos que noviembre de 1939, la guerra acababa de comenzar pero según como se mire aún no había comenzado “de verdad”. Este es el contexto en el que el recién nacionalizado suizo Ludwig publica su colección de minibiografías de tres de los dictadores del momento, Hitler, Mussolini y Stalin.

Se agradece esta reedición de Acantilado, primera en España desde su aparición original en 1939. Y resulta muy grato también que la traducción ofrecida sea la que en su día hizo Francisco Ayala, con lo que la buena prosa está asegurada. Si no hemos de leer a Emil Ludwig en el original alemán, leamos al menos al granadino Ayala.

Lo más interesante del libro son el carácter contemporáneo de las semblanzas de Ludwig y su conocimiento de primera mano de dos de los dictadores. El autor había tenido la oportunidad años antes de entrevistar a Benito Mussolini y a Josef Stalin (a los que no voy a decir que admira, pero sí que respeta más que al cabo austríaco), lo cual aporta una importante carga documental a esta obrita, aunque el propio Ludwig advierte de su subjetividad: “Historia contemporánea objetiva no es ni posible ni deseable.” La biografía de Hitler no goza de esta ventaja pero no se resiente, en ella Emil Ludwig despliega la misma lucidez, capacidad de análisis e incluso clarividencia que han hecho clásicas a sus biografías.

Incluso clarividencia: emociona pensar cómo Tres dictadores… se editó recién comenzado el mayor conflicto bélico conocido (y el que más profundas consecuencias ha tenido para mayor número de gente) y cómo su autor tuvo que enfrentarse a dudas de política ficción sobre futuribles: ¿Romperán Hitler y Stalin su pacto de no agresión? ¿Entrará Italia en la guerra? ¿Del lado de los Aliados? En algunas cosas Ludwig acierta de pleno: “[P]uede conjeturarse que al final de la guerra Stalin permanecerá todavía en el poder, Mussolini sólo en el caso de continuar neutral, y Hitler, en ningún caso.”

El “cuarto dictador” al que hace referencia el título es el Reino de Prusia, punta de lanza de la unificación alemana y, desde su proclamación en 1871, cabeza del ‘Reich’ alemán. Esta es la tesis de Emil Ludwig: que todos los males de Alemania, su militarismo, su autoritarismo, su expansionismo rampante, su desprecio por lo sublime que en el alma del ser humano hay, todo tiene su germen en la preponderancia prusiana, porque esos exactamente también son los “males” que aquejan a Prusia desde los tiempos de Federico el Grande, los ‘junkers’ y más allá. Esta teoría, bien que argumentada con apabullantes ejemplos, no deja de ser la pata más floja de este librito, y a mi juicio la menos interesante (aunque solo sea por haber quedado obsoleta).

En algunas cosas Ludwig acierta de pleno pero en otras no, pues afirma que estos tres dictadores “serán olvidados tan rápidamente como Napoleón III, quien durante veinte años fue más poderoso que ellos y del que no ha quedado nada” pero lo cierto es que aquí estamos todavía nosotros, 75 años después, a vueltas con los horrores del siglo que nos vio nacer.

admin

2 comentarios

  1. No puedo opinar sin haber leído el libro, pero sí me parece bastante coherente identificar el «Prusianismo» como dictadura. Es más: creo que sentó la base para (muchas) futuras dictaduras posibles. Leyendo novelas del XIX alemán, o inicios del XX, uno se da cuenta de un rasgo llamativo: el supremo valor que se le da al soldado, la figura del soldado, del militar, como ideal cívico-ciudadano. Si los niños jugaban con soldaditos de plomo era por eso: ser soldado era el no va más del prestigio. Se les idolatraba.

    Sin ese concepto (y no es un concepto de muchos siglos: el soldado siempre era el mercenario, precisamente el que estaba a sueldo, el oficio más bajo) no se puede explicar el éxito de dictaduras basadas en la adoración de una casta militar.

  2. Quizás, Ilya, no me haya expresado con claridad. Entiendo lo que dices acerca de Prusia y el prusianismo. Te aseguro que conozco el percal, y me parece que la ocurrencia de Ludwig de incluir en este libro su tesis sobre Prusia no deja de ser llamativa.

    Pero hhabía intentado hacer la reseña del libro en su conjunto, y dentro de ese marco, el capítulo sobre Prusia me parece un pegote. Es como si yo hago ahora un libro y lo titulo: «Tres divinidades: Yahvé, Dios y Alá. Y un cuarto: Maradona.» Se puede argumentar la importancia de El Peluso para mucha gente, incluso despierta fervores cuasirreligiosos, pero me parece que no tendría cabida en este supuesto libro que nunca escribiré.

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