MANUEL MACHUCA| Deliciosa biografía novelada de una de las grandes poetas del siglo XX, figura destacada de la Edad de Plata de la poesía rusa, que vivió los inicios de una Revolución bolchevique en la que nunca creyó y sufrió en carne propia y en la de su familia la crueldad del estalinismo: su primer marido fue fusilado, su hijo preso durante doce años y su tercer esposo desaparecido en aquellos terribles campos de trabajo conocidos como el Gulag.
El de Anna Ajmátova es el segundo de los títulos que Zut ediciones publica en su colección Vidas Térmicas, dedicado a biografías noveladas de escritores. No me queda muy claro si lo que ha escrito Eduardo Jordá se trata de una biografía novelada o corresponde al género aún no reconocido de la exoficción, neologismo que introdujo en 2013 el escritor francés Philippe Vasset, en contraposición al término autoficción y por el que el autor se inspira en la vida de un personaje real diferente a él mismo con la libertad de evocar por medio de la imaginación episodios no bien conocidos de la existencia del personaje. No importa demasiado, la verdad, quizás sí a los estudiosos y obsesionados por clasificar todo lo que aparezca antes sus ojos, pero a quienes estamos fuera de esos menesteres científicos nos basta con disfrutar de un texto que nos dibuja a una escritora comprometida con su patria, es decir, con el pueblo ruso, en este caso, de una resiliencia admirable y que fue incapaz de utilizar la delación, la mentira y otras armas de destrucción moral para alejar de ella el sufrimiento. Ajmátova fue, además de una excelente poeta, una heroína civil que no quiso abandonar su Rusia natal, el viejo país de los bosques de pinos, los lagos y los iconos, al defender que su destino estaba unido a su patria y a su lengua.
Leer este libro incita a conocer más sobre la obra literaria de la poeta rusa y revela la admiración que siente Jordá tanto por la Ajmátova escritora como por la ciudadana. Evidentemente, en el caso de una obra biográfica como esta, el peso literario lo sostiene la persona, la mujer que tuvo el coraje civil de permanecer en su país con todas sus consecuencias y que no pudo tener casa propia, ¡ay, si Virgina Woolf levantara la cabeza!, hasta pocos años antes de morir.
Creo que ha sido todo un acierto el de Jordá adoptar la primera persona como estilo narrativo porque nos permite acercarnos aún más a la figura de la poeta, hasta introducirnos en su alma como si estuviésemos leyendo un texto de autoficción. El escritor mallorquín, además, como magnífico poeta que también es, llena de poesía y de luminosidad la obra, lo que potencia aún más su fuerza narrativa, a pesar de que en algún pasaje de la historia se afirme que los poetas trabajamos con las mismas palabras con que la gente corriente invita a sus amigos a tomar el té.
Anna Ajmátova fue muy crítica con la Revolución de Octubre que trajo el comunismo a Rusia y que no derribó al zar y a su gobierno autocrático, ya que este había sido derribado antes en febrero, para dar lugar hasta octubre al único gobierno medianamente democrático que ha habido en Rusia, probablemente hasta la fecha de hoy. Y con la revolución llegó el miedo. Y la culpa. Y la incapacidad de vivir. Y los días de ahogo y el desvelo, las dolencias, el hambre.
Hubo años, muchos años, en los que solo podíamos vivir si teníamos la suerte de soñar unos minutos cuando conseguíamos quedarnos dormidos.
El miedo y la culpa, que es mucho peor que el miedo porque la culpa justifica el miedo y acaba haciéndolo inevitable e incluso justo.
Eduardo Jordá ha construido una biografía de gran calidad literaria, algo que debemos atribuirle a él y no a la poeta rusa. Y además, en tiempos tan convulsos como los que vivimos ahora, ha sabido mantenerse al margen de tentaciones maniqueas en torno a cuestiones ideológicas. Creo que en lo político, que tiene un peso tan evidente en una biografía que abarca la Revolución de Octubre, el estalinismo, dos guerras mundiales e incluso la Guerra Fría, hay que tener mucha elegancia para que sea la biografiada la que hable y no el escritor. Algo que debería ser siempre así pero que no lo es, de ahí mi loa a Jordá, al que imagino antes de comenzar es escribir esta biografía haciéndose a él mismo la misma pregunta que le hizo una mujer que hacía la cola en la cárcel junto Anna Ajmátova a la poeta rusa, para llevar ropa y comida a sus familiares:
¿Puedo contar esto?
Puedo.
Y bien que pudiste, Eduardo.
Publicada previamente en la web de Tres pies al gato.
Anna Ajmátova. Bajo el muro rojo y ciego (Zut ediciones, 2021) | Eduardo Jordá | 160 páginas| 10,60 € |