ROCÍO ROJAS-MARCOS | Con la novela Los alemanes Sergio del Molino se alzó con el Premio Alfaguara de novela, una concesión que viene a contradecir la mala fama que acarrean en este país algunos premios literarios, pues Los alemanes es una novela impecable. Con una estructura coral, en la que las voces de los narradores se van alternando, Del Molino compone una historia de ficción que se va levantando como un castillo de naipes, en equilibrio inestable, porque debemos confiar en las voces de demasiados personajes implicados, cada uno con su mirada proyectada sobre un mismo asunto, pero que al concluir nos ha permitido entrar en una historia sorprendente a la vez que cargada de aristas. A la sazón, una novela que a partir de unos hechos históricos reales crece al enmarañarse con el tiempo que nos ha tocado vivir, marcado este por la angustiosa necesidad social de ajustar cuentas con el pasado sin saber siquiera en qué cosiste ese pasado, o al menos, no en su totalidad. De ahí que las primeras preguntas que nos planteamos al terminar de leer esta novela son ¿hasta dónde llegan las culpas de los padres? ¿somos los hijos responsables de esas culpas? ¿debemos redimirlas nosotros?
La historia empieza en 1916 cuando, durante la Primera Guerra Mundial, llegan a Cádiz más de seiscientos alemanes provenientes de Camerún que se habían entregado en la frontera guineana a las autoridades coloniales españolas, al ser este país neutral. Se reparten por la Península instalándose la mayoría en Zaragoza donde se convertirán en una pequeña comunidad fundamental para la vida social y económica de la ciudad. No volverán a Alemania, pero Alemania nunca saldrá de ellos. Entre estos estaba el bisabuelo de Eva y Fede, dos de las voces protagonistas de esta historia, quienes, casi un siglo después, durante el entierro de Gabi, su hermano mayor, en el cementerio alemán de Zaragoza se dan cuenta de que son los últimos supervivientes de la poderosa familia Schuster. Ahora que el pasado se les va a venir encima ellos dos solos van a tener que desenredar los tentáculos que los aprietan hasta la asfixia.
De esta manera es como del Molino va a narrarnos uno de los episodios menos conocidos de la historia reciente de España, la de este país convertido en territorio aliado de los nazis refugiados aquí en un retiro dorado que les permitió reinventarse para pasar desapercibidos. A todo esto, tienen que ir dándole forma Eva y Fede conforme les va explotando entre las manos todo ese pasado que escondía su familia debajo de la alfombra. Las familias siempre guardan secretos, hay cosas que nunca se saben del todo, que no llegan a salir a la luz, pero que cuando lo hacen parecen explotar como una gran supernova cegando a todo aquél que le pille cerca. Así se les viene encima a ellos el pasado de su padre, un hombre oscuro, violento y tirano que ahora que sufre una enfermedad degenerativa, que lo mantiene en estado vegetativo, ha logrado librarse de sus culpas, trasladarlas a sus hijos y hacer que ellos sean los que tengan que pagar por delitos y pecados que no les corresponden. Del Molino nos plantea la reflexión, como apuntábamos al principio, de hasta dónde deben extenderse las culpas de nuestros mayores, cómo de responsables podemos ser de algo que ni siquiera conocíamos. Una cuestión que en estos tiempos está arrasando con la opinión pública y que ahora en estas páginas nos permite de nuevo reflexionar pausadamente a partir de un tema que nunca deja indiferente: el nazismo y sus tentáculos.
Los alemanes (Alfaguara, 2024) | Sergio del Molino |336 páginas | 20,90€