0

Las dimensiones de la asfixia

ROCÍO ROJAS-MARCOS | Lo sorprendente y la vulgaridad, la magia de la belleza inesperada y el frío desgarrador, la liberad del sueño y la opresión del silencio forzoso, y así podríamos seguir con una larga lista de pares contrarios que definirían la vida en la Rumanía de la década de los setenta, tal como nos la plantea Ana Blandiana, cuando este libro de relatos fue escrito. La editorial Periférica nos ofrece esta obra casi cincuenta años después de haber visto finalmente la luz en 1977 tras varias negativas empujadas por la censura que la acusaba de comportamiento antisocial. Y lo mejor de todo es que al terminar de leer los cuatro cuentos que componen este libro, uno por cada estación del año, ese supuesto comportamiento antisocial se nos presenta como la única manera que tiene la autora de esquivar la asfixia cotidiana a la que tiene que enfrentarse. Como el modo de tomar conciencia de todas sus dimensiones.

La Blandiana poeta se entreteje en estos relatos para darle forma a sus páginas, las metáforas se agrandan hasta casi apoderarse de ellos y convertirlos en una sucesión de historias fantásticas que tratan de ocultar las miserias de la vida cotidiana, vulgar y ennegrecida. Tras recibir el Premio Princesa de Asturias 2024, el jurado en su explicación de los motivos que lo llevaron a la concesión del premio explicaba que Blandiana utiliza la literatura para plantear preguntas. Podríamos afirmar que la literatura toda es la labor de plantear preguntas, pero cuando esa tarea tiene que hacerse esquivando el ojo censor de un estado represivo como era la Rumanía de ese tiempo, las preguntas se convierten en afiladísimas cuchillas, de ahí el valor intrínseco de Blandiana. Los niños curiosos, ávidos de saber más son expertos cuestionadores, de ahí que haciendo una lectura superficial y sin pretensiones de escarbar de estos cuatro relatos, nos parezca que estamos ante cuatro sencillos cuentos, casi infantiles. Ahora bien, si esa lectura además de mantenerse en la superficialidad de la imaginación desbordada que los articula se adentra en los vericuetos de la sociedad y el tiempo desde el que fueron escritos resulta que nos enfrentamos a cuatro historias que se alejan del sentido de la realidad y empiezan a pasearnos por esos mundos fantásticos que una mente infantil inventaría, pero profundamente cargados de un valor denunciatorio atroz. Entonces, mariposas en iglesias abandonadas o cabezas de niños y niñas con sus tirabuzones creciendo en el suelo de un cementerio resultan ser tan normales como las flores de colores de las escasas praderas que rodean los barrios obreros. Todo se entremezcla, todo significa eso y algo más, todo tiene una cara y una cruz que manipulado por la maestría poética de Ana Blandiana se transforma en elemento fundamental de la obra.

Las cuatro estaciones no es una lectura afable. En apariencia cuatro breves cuentos que herederos de la tradición literaria centroeuropea de la que Blandiana es abanderada, podrían hacernos pasar una buena tarde de lectura, pero la realidad se transforma en otra bien distinta el ritmo de la lectura que llevemos y vamos profundizando de su mano en esos pasadizos que tan bien supo trazar antes que ella Kafka, esos pasadizos que tan bien supo oscurecer antes que ella Poe. Toda esa herencia literaria se da la mano en estas páginas para convertir lo que hubiera sido una tarde plácida de lectura, como apuntaba, en un complejo resquebrajamiento de aquello que entendemos por realidad para dar paso a los miedos más profundos que asfixian el consciente y el subconsciente de la autora.

Las cuatro estaciones (Periférica, 2011, reimpresión de mayo de 2024) | Ana Blandiana | Traducción de Viorica Patea y Fernando Sánchez Miret | 152 páginas | 19.50 euros

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *