2

Las máscaras de de Prada

El silencio del patinador

Juan Manuel de Prada

Destino, 2010. Colección «Áncora & Delfín»

ISBN: 978-84-233-4269-3

288 páginas

19 €

Fran G. Matute

Resulta más que interesante enfrentarse, hoy día, a estos relatos pioneros en la obra de Juan Manuel de Prada, escritos durante esa juventud que nunca pareció tener y en los que se aprecian con claridad los tics y fobias que han ido moldeando la psiqué de este soberbio escritor. Pues Juan Manuel de Prada es, por encima de todas las cosas, un literato como la copa de un pino.

En esta nueva edición aumentada y corregida (sólo gramaticalmente, como confirma su autor en el liminar) de El silencio del patinador (publicada originariamente en 1995) nos topamos con la única prueba fehaciente de que de Prada fue una vez adolescente. Obsesivo con el sexo incipiente de la edad, consumidor compulsivo de películas de bajo presupuesto, temeroso de la figura reverencial (proyectada al grado consanguíneo superior), rebelde contra la autoridad impostada y deudor de sus héroes literarios y de ficción. Todos estos elementos pueden encontrarse en estos relatos imberbes, que sirvieron de caldo de cultivo a un joven escritor con ínfulas académicas al que pronto llegaría el reconocimiento crítico y que desplegaría todo su potencial en su primera novela, la fundamental Las máscaras del héroe (1997).

Ahora, con la distancia firme que nos brinda el pasado, poco o nada de ese escritor que gustó de ser viejuno en sus formas y hábitos antes de tiempo, se aprecia en estos relatos. Algunos de ellos son torpes y huidizos propios de la lozanía de la juventud, otros soberbios (como el incorporado a esta edición titulado «El chambelán») y la mayoría se perciben como esbozos, como lienzos en los que de Prada ponía a prueba su verborrea barroca, en los que forzaba al máximo su esplendoroso léxico, ese que le hizo merecedor de loas internacionales.

Podríamos discutir que actualmente Juan Manuel de Prada es un personaje jurásico dentro de nuestro panorama literario, cegado por una ortodoxia en ocasiones recalcitrante. Pero con El silencio del patinador podemos viajar en el tiempo a aquél momento en el que de Prada era un joven escritor que soñaba despierto con hambre de éxito. Podemos volver a encontrarnos con la frescura de un escritor cuyo talento innato terminó siendo engullido por la naftalina y el olor a cigarrillos de sus tertulias políticas, cinéfilas y religiosas. Podemos así analizar la escritura de un autor novel que fue llamado a tareas de mayor enjundia pero que nunca llevó a cabo. Sólo nos queda disfrutar de estos tiernos relatos mientras seguimos esperando a que vuelva Juan Manuel, el escritor.

admin

2 comentarios

  1. Sin haber leído este libro creo estar extrañamente de acuerdo con tu juicio sobre este autor. No en lo literario, claro, que no puedo opinar, pero sí en la pose y en las ideas. Un hombre que ya no ilusiona, no? Pero hay que tenerlo en lo que valió.

  2. Viéndolo desde un punto de vista positivo, la moraleja sería que no debemos juzgar la obra de un autor por su comportamiento en la vida civil.

    Más allá de que hoy día se dedique a defender a la Iglesia y criticar a los socialistas (que me parece estupendo, por otra parte, como cualquier tipo de crítica sana que se haga) Juan Manuel de Prada siempre me ha parecido (y me lo parecerá) un brillante escritor, responsable de una de las novelas más cojonudas que he leído nunca (la citada «Las máscaras del héroe»)…

    La pena es que tengo la sensación de que nunca va a volver a repetir la jugada, pero esto está por ver todavía, quién sabe…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *