JOSE TORRES | Me dispongo a escribir esta reseña, aún con la resaca de otro 8M reinvindicativo, de otra demostración de fuerza del movimiento feminista, y de más y más asesinatos de mujeres. Más niñas, madres , adolescentes, ancianas, asesinadas por la violencia machista. Dolores Reyes, escritora argentina, docente, madre de siete hijos, debuta con esta su primera novela, Cometierra, y estoy de acuerdo con la definición que da la Editorial Sigilo de ella en la contraportada: Una novela terrible y luminosa. Cometierra, hija de una madre asesinada por su “viejo”, tiene la capacidad de conectar con los muertos (muertas), a través de un acto tan tremebundo como comer la tierra que ha tenido algún contacto con la difunta. Toma un puñado, se lo mete en la boca, mastica, y aparece la oscuridad que rodea a las asesinadas, a las desaparecidas. La primera vez que lo hace es tras la muerte de su madre, por el simple afán de continuar unida a ella. Así, y sin ánimo de destripar la novela, Cometierra se encuentra poco a poco vampirizada por su don, pues se va corriendo la voz y comienzan a aparecer en el jardín de su casa botellitas con la tierra de desaparecidas, configurando un macabro bosque de tierra de perdidas construido por la angustia y desesperación de los familiares.
Novela terriblemente localista, dicho esto sin ánimo de señalarlo como un defecto, es imposible dislocarla de la realidad argentina, y del día a día de los barrios y suburbios más pobres y abandonados del país albiceleste. Cometierra y su hermano, “el Walter”, sobreviven en esta dura realidad marginal, abandonados a su suerte, huérfanos de madre asesinada y de padre asesino y ausente, y huérfanos también de sí mismos. La construcción de la relación entre los dos hermanos es una de las grandes bazas de la novela. Cometierra y “el Walter” constituyen una “unidad familiar” que trata de sacar adelante su pequeño entorno, y que se ve perjudicada por el don de la vidente.
Escrito en primera persona, a base de pequeños capítulos, con una prosa lírica y poética, Dolores Reyes consigue que la trama no decaiga en ningún momento, y que sintamos en nuestra carne el drama de los feminicidios, de las vidas arrebatadas, y de la inacción del estado y las instituciones ante este drama. No es difícil extrapolar la impotencia ante los asesinos machistas hasta nuestro país. A día de hoy, nueve de marzo de 2020, día en el que escribo estas líneas, ascienden a quince las mujeres asesinadas en este 2020, sin que ninguna respuesta planteada por parte del estado parezca capaz de detener la sangría. En este sentido Cometierra nos advierte del largo y doloroso camino, de la solidaridad ante los asesinatos machistas. Lo expresa Dolores Reyes en el cuerpo y la personalidad de su protagonista, en una hermosa metáfora de lo que significa el compromiso ante estos crímenes. A Cometierra su don le supone la burla, el desprecio, el miedo, de los que la rodean. Y es imposible en este punto no acordarse de años atrás en los que la sociedad española, insensibilizada ante esta masacre que era y es la violencia de género, hacía burla y escarnio de quienes alertaban del drama, y normalizaba el maltrato como un derecho más del hombre hacia las mujeres.
La novela de la escritora argentina es también, vamos con la luminosidad, la historia del despertar a la vida de nuestra protagonista, incluido el despertar sexual, narrado con sutileza y elegancia para contextualizar ese mundo por construir que su don le hurta continuamente.
“Lástima de todas juntas. Una tristeza enorme”.
Lean Cometierra. Por todas ellas.
Cometierra (Editorial Sigilo, 2019) | Dolores Reyes | 173 páginas | 18€