VV. AA.
Libros del Silencio, 2011. Colección «Miradas»
ISBN: 978-84-938531-7-4
376 páginas
22 €
Prólogo y edición de Sergi Bellver y Juan Soto Ivars
Fran G. Matute
Hay muchas formas de abordar una obra como Mi madre es un pez. Una de ellas, quizás la preferida por sus editores, sería como obra fundacional del llamado Nuevo DRAMA, una suerte de corriente generacional que pretende nacer con esta colección de ¿relatos? ¿cuentos? (nunca he tenido muy claro la diferencia) ¿textos? (esto seguro que son). Pero esta perspectiva del libro es la que menos nos interesa, así que no vamos a profundizar mucho en ella.
Otra forma de analizar este libro sería atendiendo al origen de sus autores y sus posibles puntos de conexión. La mayoría hijos de la década de los 70, cierto, aunque existen bastantes honrosas excepciones, tanto por arriba (Aixa de la Cruz, Paula Cifuentes) como por abajo (Eduardo Mendoza, Alfonso Fernández Burgos), por lo que el mero nexo generacional se nos antoja un criterio poco fino para indagar sobre la coherencia intrínseca de esta obra. Al hilo de lo anterior, podríamos también poner en la balanza la experiencia editorial de los escritores que participan en este libro. Desde reputados (Fresán, Menéndez Salmón, Calvo, Olmos) a incipientes (Padial, Gual, Castro) autores de la narrativa patria y americana. Pero tampoco creemos que sea éste un dato que nos lleve a ninguna parte interesante.
Podemos agarrarnos a su estructura. Tres partes bien diferenciadas, apadrinadas por autores tan dispares como Umbral, Kafka y Cheever, cicerones temáticos de cada una de ellas. Pero también se nos escapa el criterio aplicado a la hora de seleccionar los textos y encajarlos en cada uno de sus capítulos. Si bien es cierto que los relatos que conforman el apartado auspiciado por Kafka tienden a mostrar seres mutados o deformes (con una clara conexión con el Gregorio Samsa de La metamorfosis), no hemos percibido la misma claridad de criterio con el resto de escritos, quizás por falta de interés nuestro o por falta de profundidad en el conocimiento de la obra de los otros dos autores seleccionados por los editores para encabezar cada apartado.
Nos queda, pues, la mera cuestión temática. Resulta evidente que todos los textos incluidos en Mi madre es un pez remiten, de una forma u otra, a las relaciones familiares, la convivencia, los protocolos, las obligaciones de la consanguinidad… y en él caben todos los tópicos del género: El complejo de Edipo, el hijo es el padre para el hombre, Saturno devorando a sus hijos, mamá quiero ser artista, etc. ¿Es este, entonces, el único hilo conductor de esta colección de relatos? No. Nos queda decir que la gran mayoría de ellos son excelentes.
Es, a nuestro juicio, la calidad de la literatura que ofrece Mi madre es un pez el verdadero motor de esta edición. Y queremos resaltar este punto porque todo el revuelo creado por el Nuevo DRAMA en los medios, mucho nos tememos que está haciendo más daño que otra cosa (y si no me creen, vean esta parodia tan elocuente). Para empezar porque no deja de ser una idiotez que se han inventado los editores (hasta la propia Libros del Silencio se ha distanciado de este concepto) y para finalizar porque la premisa filosófica de la que parte no termina de encajar con la naturaleza de los relatos incluidos. La cuestión de tomar la institución familiar como microcosmos en el que se genera el drama humano es algo que podemos llegar a comprar. Pero el intento de ruptura con las formas postmodernas y la fragmentación nos resulta de lo más artificioso y pierde todo su sentido cuando leemos textos en esta antología en los que la madre del narrador es Sue Storm de Los 4 Fantásticos o la abuela de otro personaje tiene tentáculos, por poner algunos ejemplos.
Así que es la bondad literaria el único activo de este libro. Y dado que no vamos a repasar uno por uno los textos que nos han gustado (dicho ejercicio agranda demasiado el ego de los autores), tampoco vamos a sacar a la palestra aquellos textos que no han pasado del aprobado raspado. Eso sí. Sólo tres menciones que nos hacen especial ilusión: destacar la lozanía del talento de Matías Candeira (del que pronto hablaremos en detalle por estas páginas), aplaudir a rabiar la participación de esa incógnita contemporánea que es Gabriel Sofer y aconsejar tomar una bioDRAMinA antes de afrontar un texto tan ilegible (y yo que pensaba que abusaba de los paréntesis…) e innecesario como el ofrecido por Javier Avilés.
Olvídense del Nuevo DRAMA. No busquen a Faulkner por ningún sitio. Ya les aviso que no lo van a encontrar. No esperen rupturas temáticas ni el nacimiento de una generación espontánea. Sáltense el prólogo. Mi madre es un pez no es la cetárea que pretenden sus editores. Estamos simplemente ante un compendio de excelentes textos literarios. ¿Y la familia? Bien, gracias. Allí la hemos dejado refrescándose junto a la piscifactoría…
Magnífico, Fran!!!
Por una cierta curiosidad morbosa, no puedo evitar preguntándome acerca de lo que un crítico con su amplitud de miras considera “innecesario” e “ilegible”. Muy buena (y prudente) reseña.
Pues imagina el equivalente literario a comer un polvorón en agosto sentado en un sofá de skay… y luego llénalo todo de paréntesis…
Cuento y relato son sinónimos. Quiñones defendía el uso de «relato» para referirse a lo que hacían Hemingway y Borges porque la palabra «cuento» llevaba al lector, según él, a pensar más en ‘Los tres cerditos’ que en ‘Las nieves de Kilimanjaro’. Puede que ahora, que por fin hay editoriales dedicadas al cuento en España y autores que tienen al género como primer empeño, ya no sea necesaria la distinción.
Gracias Alejandro.
Yo pensaba igual hasta que alguien me dijo que había metido la pata en mi reseña de «Viscerales» al decir que era una colección de relatos, cuando, según esta criatura, estaba claro que no eran «relatos» (¿?¿?).
Y desde entonces sigo ‘in albis’…
«Cuento» y «relato» son sinónimos, salvo que por algún motivo alguien quiera adjetivarlos para mayor claridad, ej: «cuento infantil», «cuento literario», «cuentos de hadas», «cuentos populares»… Todo son narraciones breves. El que te diga que hay otros distingos es tonto.
En Alicante hay una buena formada con esto del nuevo DRAMA. El otro día asistí a una especie de diálogo renacentista entre un escritor que decía que, aun no saliendo en esta antología ni conociendo a ninguno de los escritores de esta corriente, era plenamente consciente de su adscripción al asunto, y una chica que decía que esto no era más que humo para ahumar salmones y meléndez. Buena reseña.