EDUARDO CRUZ ACILLONA | Hasta hace apenas un año y medio, el nombre de Celia Santos estaba asociado en las librerías a la sección de Narrativa infantil y juvenil. Para entonces, había publicado dos exitosos cuentos, ilustrados ambos por Sonia Sanz: El faro de los corazones extraviados (Toromítico, 2009) e Indy, una moto de cuento (Toromítico, 2013). Sin embargo, quienes la conocíamos no sólo estábamos seguros de que su salto a la narrativa adulta, por llamarla de alguna manera, no iba a tardar demasiado. Incluso algunos ya habíamos podido comprobar, al leer alguno de sus manuscritos en proceso de escritura, que la altura literaria de Celia estaba llamada a destacar por encima del ruido de voces singulares, anodinas, efectistas, comerciales u originales que pueblan las mesas de novedades.
Así, para darnos la razón a sus agoreras amistades, Ediciones B tuvo a bien publicar el año pasado, en su colección “Grandes novelas”, La maleta de Ana, una obra singular que rompe lo tradicional de una temática basada en la emigración, esas historias de valientes hombres que dejaban atrás familias y miserias para ganar con esfuerzo y trabajo lo que su propia tierra les negaba. Hombres que pasaban calamidades y hambre, que saltaban como buenamente podían el muro del idioma y cuya rutina apenas conjugaba los verbos trabajar, reponer fuerzas y mandar dinero a la familia. Algunos regresaron triunfantes. Otros engrosaron la lista de fallecidos por accidente laboral. Según datos de la UGT, entre 1957 y 1966, emigraron más de dos millones de españoles. Más de la mitad lo hicieron sin papeles y el ochenta por ciento de ellos eran analfabetos y no contaban con experiencia en ningún oficio. En muchos países (Alemania, Holanda, Suiza…) estaban mal vistos y eran tildados de potenciales violadores. Hemos visto muchísimas fotografías suyas. En las estaciones de tren, en las colas interminables de unas ventanillas donde registrarse… En esas fotografías sólo aparecen hombres.
Celia Santos, con valentía, mano firme y bien documentada, aborda esa etapa de la Historia de España desde el punto de vista de la mujer, de la mujer emigrante, de Ana, que salió de su Ávila natal para buscarse la vida en Colonia (Alemania) con una maleta cargada de incertidumbres y miedos.
El retrato que la autora hace de la protagonista es el de una Ana valiente, fuerte frente a las adversidades, con una personalidad que se va perfilando capítulo a capítulo, escena a escena y que consigue atrapar al lector con la curiosidad de saber más y la convicción de que está entrando en un mundo sorprendentemente desconocido, como una canción de la que nos suena la melodía pero nos resulta nueva y diferente la letra. Es la historia de una mujer, Ana, y, por extensión, de las cientos de miles que hicieron el mismo camino que ella con mayor o menor fortuna. El retrato de Ana es complejo y completo, se sitúa en el centro de la acción y eso le sirve a la autora para describir, con minuciosidad y rigor, el ambiente que se vivía en aquella época fuera del país de origen, sus condiciones de vida, sus condiciones laborales, sus relaciones afectivas, la necesidad de darse calor entre los iguales en un escenario de frío, de mucho frío, no tanto por el clima adverso como por la sensación de desarraigo y desamparo.
Se trata de una historia muchas veces contada. Pero muy pocas veces hecho a través de los ojos llenos de ilusión y lágrimas de una mujer. Lejos de caer en el sentimentalismo, Celia Santos construye una historia en la que el drama se mezcla con pinceladas de humor y el rigor histórico con la subjetividad de quien protagoniza la escena, una historia dura a ratos y tierna y emocionante en otros momentos, una historia, en definitiva, esencialmente humana. Una lección de vida impartida por una mujer que nunca se planteó ser líder de nada pero que siempre tuvo muy claro que, por encima de idiomas y distancias, más allá de cargos y de fronteras, estaba su vida, su dignidad y la de quienes la rodeaban.
En estos tiempos en los que al inmigrante se le aplica directamente y sin mediar hecho alguno la presunción de culpabilidad, se le demoniza y se le intenta apartar, no estaría de más que todos hiciéramos el ejercicio de revisar con calma y atención el equipaje de la maleta de Ana. Seguro que entre sus enseres encontramos un espejo de mano donde vernos reflejados.
Con la edición de bolsillo de La maleta de Ana en la calle, Celia Santos anuncia ya su segunda novela. Saldrá publicada a mediados de enero, llevará por título Más rápida que la vida, y nos contará la historia de Dorothy Levitt, la primera inglesa que participó en una carrera de coches. Otra mujer, como Ana, emprendedora y luchadora. Celia Santos ha encontrado su hueco en la narrativa española y, los que la conocemos y ya lo vaticinábamos en su día, no podemos dejar de celebrarlo.
La maleta de Ana (Ediciones B, 2018) | Celia Santos | 344 págs. | 20,90€