LUIS ANTONIO SIERRA | De sobra es sabido que cada español llevamos dentro a un entrenador de fútbol (aclaración: cuando digo “español”, no lo digo en genérico, sino refiriéndome específicamente al masculino). Asimismo, también solemos llevar incorporado en nuestra información genética a un experto en educación. Incluso los que nos dedicamos a las tareas docentes nos erigimos habitualmente en portavoces perfectamente cualificados para sentar cátedra sobre el estado de la enseñanza en nuestro país. Es verdad que nuestra experiencia sobre el terreno nos da cierta autoridad para opinar al respecto, pero tampoco seamos ilusos y no nos hagamos trampas al solitario. Nuestra práctica docente es limitada. Impartimos clase en contextos socioeconómicos concretos (aunque cambiemos de centro educativo cada cierto tiempo), en niveles educativos específicos (no es lo mismo dar clase a infantes de primaria que a mastuerzos de 16 años), enseñamos disciplinas muy concretas; y así existe un largo etcétera de variables que restringen el foco de nuestra interpretación del mundo educativo. Por ello, y para intentar adquirir una visión más general del tema, hay que tirar de ciencia, esto es, de estudios académicos y de especialistas en sociología o pedagogía – denostados con mucha frecuencia por el propio profesorado, todo sea dicho de paso. Da la impresión de que estos científicos no tienen para muchos docentes el bagaje, conocimiento y experiencia suficientes para evaluar nuestro trabajo en el aula y solemos reprocharles que opinen desde un despacho sin haber bajado al barro que supone estar día sí y día también lidiando con todas las circunstancias que se dan en el aula.
Así pues, y para adquirir una visión más o menos informada de todo el asunto educativo, es tremendamente importante la labor que han hecho Jesús Rogero y Daniel Turienzo al sintetizar en un libro las 50 falacias más comunes que el cuñadismo patrio suele (solemos) soltar por nuestras boquitas en reuniones de diversa índole, y que muchos medios de comunicación suelen propagar de manera muy interesada. Educafakes. 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española es el título que han elegido los autores al alimón con Capitán Swing (habría que dar un premio a esta editorial por su trayectoria y su activismo).
El libro se estructura en seis bloques temáticos – a cuál más interesante – y se dedica a derribar sistemáticamente, y con la inestimable ayuda de la ciencia, muchos de los mantras que ensucian la concepción que tenemos de la educación en nuestro país. Es difícil destacar un bloque sobre los demás porque ninguno tiene desperdicio, aunque a decir verdad los dos últimos, “Ideología y libertad en la educación” y “Política educativa”, son quizás los de más calado ideológico. Y es que, al fin y al cabo, educación e ideología van de la mano por más que algunos se empeñen en decir que hay que separar ambas cuestiones. Aunque pueda parecer paradójico, esos que hablan de la idoneidad de esa separación son los mismos que tienen más intereses ideológicos depositados en el control de las enseñanzas y quienes promueven unas ideas muy alejadas de los valores en los que la educación debe basarse, y que no son otros que los que aparecen en nuestra sacrosanta Constitución de 1978. Estos individuos lo que hacen es alejarse de la carta magna y promover una educación que sirva para segregar, para crear ciudadanos de primera y de segunda, para fomentar valores reaccionarios y patriarcales, por poner sobre la mesa algunas lindezas de toda la caspa que pretenden imponernos.
Como bien señalan los autores de Educafakes, ante este ataque orquestado del reaccionarismo más rancio, el mejor antídoto es un sistema educativo cien por cien público. La educación pública es garantía de igualdad, de libertad, de todos esos valores propios de una democracia que esos supuestos equidistantes pretenden hurtarnos atacándola desde diversos flancos, entre ellos el educativo.
Por estas razones, y por muchas más que el lector ira descubriendo, es indispensable leer este libro. Porque nos jugamos mucho en eso que se ha llamado la guerra cultural, porque tenemos que ganar el relato para que la caspa no nos impregne y nos lleve por caminos indeseables. Y, ¿por qué no?, para argumentar con solvencia a todos esos cuñados (y alguna cuñada) con los que tenemos que compartir encuentros familiares o de otra naturaleza en fechas señaladas, en cenas de empresa, en celebraciones lúdico-recreativas, etc. Educafakes es un antídoto contra la ignorancia.
Educafakes. 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española. (Capitán Swing, 2024). Jesús Rogero y Daniel Turienzo. 160 páginas. 18,50 euros.