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Memoria y presente del tiempo ido

El fin de semana perdido

José Luis Piquero

DVD, 2009.

ISBN: 978-84-96238-90-9

82 páginas.

8 euros.
Juan Carlos Sierra
Uno puede llegar a los libros de múltiples maneras. Dejando a un lado el método más habitual, a saber, las reseñas de suplementos literarios, revistas especializadas, programas de radio y televisión, etcétera -sobre los que sobrevuela no sin razón la sospechosa sombra de los grupos editoriales que los patrocinan-, quizá la forma más fiable de aterrizar en un título sea el boca a boca entre lectores de confianza, que suelen aliarse en muchas ocasiones con la amistad. En los tiempos ‘digitales’ en que navegamos no hace falta tropezarse con un cómplice de vida y lecturas en la barra de un bar o en la parada del autobús para intercambiar títulos como niños que canjean cromos de las estrellas de la liga; basta con asomarse a los blogs amigos.
Así me acerqué o llegó a mí El fin de semana perdido de José Luis Piquero. Gracias a las reseñas ‘blogueras’ de José Manuel Benítez Ariza y Antonio Rivero Taravillo –elogiosas ambas y fiables a mi entender al cien por cien-, me decidí a revisitar a uno de los poetas españoles contemporáneos más interesantes. Había leído algunos poemas sueltos en antologías y por fin, en el año 2004, cayó en mis manos Autopsia, el libro que reunía la poesía completa –y revisada- de Piquero hasta ese momento.
De aquella lectura me quedó la impresión de un poeta claro, contundente y, sin embargo, con algún que otro momento de titubeo. En El fin de semana perdido saboreo la misma claridad, parecida contundencia, pero más seguridad y, sobre todo, algo que apuntaban los últimos poemas de Autopsia –los por entonces ‘Inéditos’-: una mirada menos fascinada de la juventud, un repaso más lúcido, descreído y crítico del pasado, a pesar de ‘Mensaje a los adolescentes’, el poema que abre El fin de semana perdido.
Parafraseando al autor, el libro se articula en tres secciones, más un prólogo –el mencionado ‘Mensaje a los adolescentes’- y un epílogo –‘Islantilla, otoño’, que trata “un tema inacabable: el exceso de realidad y, con él, nuestro asombro ante el mundo”-. En la primera, ‘Lázaro otro’, se recogen “textos de varia lección”, ‘Wakfield’, la segunda parte, reúne “sucesos muy importantes de mi vida personal” y ‘Alumnas de una escuela de peluquería’ “contiene poemas de amor y desamor –la mayoría en forma de retratos- y acaso una idea común: el amor y la amistad son la misma cosa”.
Esa es la percepción del propio autor, que no tiene que coincidir necesariamente con la del lector –o solo en parte- y en la que Piquero se ha empeñado en destacar el plano más anecdótico de sus textos. Sin embargo, El fin de semana perdido va bastante más allá. ‘Lázaro otro’, aparte de las más que frecuentes referencias bíblicas y mitológicas, indaga en la dimensión más paradójica del paso del tiempo, en la asunción entre nostálgica y descreída de la edad adulta y de la memoria, muy en la línea de otro poemario que reseñábamos no hace mucho en este blog, Apuntes para un futuro manifiesto de Fernando Luis Chivite. En ‘Wakefield’, la segunda sección del libro de José Luis Piquero, la constante es la soledad, que aparece como consecuencia lógica de los cambios que inevitablemente conlleva el trascurso de los años. En este sentido hay que destacar que se trata de una soledad bastante alejada, según se desprende de los versos del autor, de su ficcional regodeo e impostura de juventud. Finalmente, ‘Alumnas de una escuela de peluquería’ vuelve sobre la constante del devenir vital, pero ahora desde la perspectiva de los amores y desamores vistos desde el presente del personaje poético.
En resumidas cuentas, El fin de semana perdido retrata el subsuelo de las arrugas y las canas, de los achaques y la alopecia, pero con la claridad y la contundencia de quien describe arrugas, canas, achaques y alopecia.

admin

Un comentario

  1. Muchas gracias por la reseña. He conocido la página gracias a Rafael Suárez y ando explorándola. Hacen falta sitios de crítica como este. Me alegro de que te haya gustado el libro.
    Un abrazo:
    JLP

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