ROCÍO ROJAS-MARCOS | Desde hace casi veinte años, aunque de todo hace últimamente casi veinte años, versionando a Gil de Biedma, voy a la feria del libro de Tánger. Es una feria pequeña, que suele celebrarse en junio en el patio central del Palacio de Instituciones Italianas. Este es el resumen rápido de esa feria, pero la realidad es que en estos casi veinte años he podido disfrutar en esas escapadas cruzando el Estrecho de paseos literarios que me han permitido encontrar, leer y escarbar en ese mundo tangerino tan fascinante y en el que casi vivo encerrada, como decía, desde hace casi veinte años.
Durante las primeras visitas, cuando empezaba mi camino investigador, cruzaba para encontrar algunos libros que pudiesen servirme. Así conocí la editorial Khbar Blanda, una pequeña editorial local fundada por la norteamericana Elena Prentice que supo adivinar qué podía hacer falta en este Tánger que vive de las escuálidas rentas internacionales. Fue así como puso en marcha su colección de libritos sobre Tánger. Todo lo que tenga que ver con la ciudad, escrito en cualquiera de las lenguas que se han hablado a lo largo de los años por sus calles puede tener cabida en la colección. Digo libritos porque efectivamente el formato es característico. Son libros de pequeño tamaño, blancos con una fotografía en la portada en blanco y negro. Sencillos, de gran elegancia estética y en los que podemos encontrar desde la historia de Sir Walter Harris escrita por Juan Goytisolo, hasta un recorrido fotográfico de Gustave de Stael o los recuerdos de Rachel Muyal, la querida librera de la emblemática Librerie des Collones, sobre sus años al cargo de este lugar. Como digo, cualquier tema tangerino puede valer.
Cada año, durante la feria, Elena Prentice tiene un puesto y cada año hay nuevas pequeñas joyas que poder comprar, pues bien sabido es que la historia de esta ciudad parece no tener fin nunca. Una puerta nos lleva a la siguiente y de ahí a un callejón desde el que desembocamos en algún nuevo adarve, algunos sin salida, eso también, pero dando media vuelta recuperamos el hilo. Tánger y sus libros son inagotables y la colección de Khbar Bladna así nos lo demuestra feria a feria.
Tengo la alegría de contar con dos de estos pequeños libritos en la colección. Uno dedicado al emblemático tangerino Emilio Sanz de Soto en el que recuperé un intercambio epistolar con Buñuel. Y el otro dedicado a Carmen Laforet, al tiempo que fue asidua visitante de la ciudad. Entre 1957 y finales de 1959 pasó en la ciudad temporadas, especialmente de verano, pues su marido era el director del Diario España. Fue una época, si bien breve, importante para la escritora, pues conocería al escritor Ángel Vázquez y a Sanz de Soto con quien mantendría desde entonces una amistad muy profunda e importante para ambos. De esta amistad podemos conocer ahora más gracias a la publicación de su epistolario estudiado por José Teruel para la editorial Renacimiento. Pero volviendo a la feria del libro de Tánger, a todos los aficionados a pasear, buscar y descubrir libros, esta es una que merece la pena. Cruzar el fin de semana el estrecho de Gibraltar con el objetivo de pasear por Tánger y ver qué libro encontramos no parece mala idea.