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Mientras fui persona

EDUARDO CRUZ ACILLONA | Una historia, una novela, que se presenta con un título tan sugerente como el de Mientras fui suicida, abre las puertas a un estado de expectación de una altura considerable. El lector desea enfrentarse a una narración potente, llena de contrastes y matices, repleta de análisis críticos alrededor de la cotidianeidad, del día a día, un amago de Ensayo contra la rutina, la novela que, ¡ay!, podría haber escrito José Saramago para hacernos mejores personas, como una vez más. Todo lo que se saliera de ahí, bien podría ser motivo de fracaso, de incumplimiento de expectativas, de deseos no satisfechos.

Lejos de caer en ese riesgo, ya lo adelantamos, Mirentxu Aquerreta adopta el formato de pequeños relatos para, en una primera parte del libro, comenzar a conformar la biografía de la protagonista, quien, en primera persona, va haciendo un repaso de algunos de los momentos más significativos de su vida, desde el mundo mágico de la infancia cuando esta la presidía su abuela, símbolo de puertas abiertas y, por tanto, de libertad, una vez a la semana; pasando por el colegio, las amigas, los hermanos, el primer beso, el bullying cuando aún no existía el término bullying, el primer desamor, los primeros suspensos en la universidad, la incomprensión paterna, el primer trabajo fuera de casa… Una colección de historias presididas, sobre todo, por el fracaso, por la traba, por el palo en las ruedas, por el inconveniente menos esperado. No obstante, y a pesar de ello, son relatos alejados del dramatismo, narrados incluso con elegancia y belleza, transitando en un medido equilibrio entre lo nostálgico y lo irremediable, entre el anhelo y la evidencia.

Ya en la segunda parte del libro, el personaje crece, se zambulle en el indómito océano de la madurez y conquista éxitos y fracasos, insomnios y sueños, más anhelos y más decepciones. Si la vida son los ríos que van a dar a la etcétera, que decía el poeta, Mirentxu Aquerreta es esa buscadora de oro que no duda en pasar horas y horas metida hasta las rodillas en el agua de la literatura y quedarse agachada hasta encontrar pepitas en el turbio transcurrir de lo cotidiano. No es sólo lo que cuenta, sino también cómo lo cuenta, la manera en que pone el foco de atención en según qué aspectos concretos y cómo todo ese ejercicio literario convierte una biografía cualquiera, del montón, en un hecho relevante, extraordinario.

A lo largo de las páginas del libro, el personaje principal crece, se expande en multitud de direcciones como un globo que se hincha por efecto del aire que sale de los pulmones de la autora. ¿Acabará estallando ese globo? ¿Finalizará así una historia que se supone que transcurre, como indica el título, mientras la protagonista fue suicida? Pues bien, ya les adelanto, y no es spoiler, que no queremos saberlo, que nos da igual. No queremos llegar al final de la novela. ¿Porque nos tememos lo peor? Ni mucho menos. Simplemente, estamos disfrutando enormemente durante el viaje, no dedicamos ni un segundo de nuestra atención a barruntar o tratar de adivinar el destino final. La vida misma. Punto. Minuto a minuto. Punto. Qué sencillo es, a veces, lo complejo si damos con el pulso firme y la templanza de quien nos lo sabe transmitir, llámenla Mirentxu, llámenla Aquerreta.

Mientras fui suicida (Tres Hermanas, 2022) | Mirentxu Aquerreta | 230 págs. | 19,50€

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