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Oficio dominical

9788461695652DANIEL RUIZ GARCÍA | El articulismo no atraviesa precisamente su mejor momento. Y aunque surgen aquí y allá algunas nuevas voces, la sensación general es que es un género que se ha desecado, siguiendo la inercia de decadencia del viejo periodismo, contra el que -también desde dentro- se viene practicando una sistemática política de tierra quemada en beneficio de ese otro negocio emergente, el de la gestión de contenidos en Internet, donde todo parece consagrado a figurar en los primeros puestos de búsqueda de San Google y donde se impone la sensibilidad del grano grueso.

Si uno enumera mentalmente a los articulistas que en este país merecen verdadero recuerdo, sorprende concluir que casi todos despuntaron en la época gloriosa de los 80. Comenzando por Francisco Umbral, sin duda el más icónico e influyente de todos ellos, y siguiendo por Vázquez Montalbán, Haro Tecglen, Raúl Del Pozo, Maruja Torres y una larga ristra que produce vértigo y que nos aboca a repetir con nostalgia aquel verso de Manrique de que cualquier tiempo pasado, al menos en esto del articulismo, fue mejor. No quedan muchas de aquellas plumas en activo, en beneficio de otras nuevas voces que, salvo excepciones -estoy acordándome de Millás, Grandes, Busutil o Jabois-,  están más en consonancia con los nuevos tiempos, con un estilo más cercano al chascarrillo o directamente al ladrido, en un periodismo que hace tiempo perdió el norte en el laberinto de las trincheras.

Una de esas voces que aún resisten es la de Manuel Vicent. Lo sigo desde que tengo recuerdo de leer periódicos. Sus columnas, en la contra de El País de los domingos, siguen constituyendo aún hoy una cita ineludible en mi régimen semanal. Siempre me maravilló la propia composición de la caja de sus artículos, con un texto corrido, casi siempre sin ningún punto y aparte, como si no quisiera dar respiro al lector, como si el artículo fuera un poema que hubiera que leer necesariamente sin pausa.

Frente al tono vocinglero y ocurrente de buena parte del articulismo que se estila hoy, Manuel Vicent representa la esencia del periodismo pausado y reflexivo. Ningún día puede venirle mejor a Vicent que los domingos, ya que sus artículos son una suerte de oficio semanal. Una prédica, un canto, una cápsula que invita invariablemente a la reflexión o simplemente a la degustación.

Reflexión y degustación, diría que esos son los dos motores de los artículos de Vicent. A veces aparecen unidos y otras veces se presentan independientemente. Los artículos de degustación se asemejan no pocas veces a la experiencia de la contemplación de un cuadro. Como en la literatura de su venerado Gabriel Miró, la prosa de Vicent es enormemente plástica y sensitiva, está poblada de sugerencias y estímulos. Pero si en sus novelas ese gusto esteticista puede resultar recargado -pienso que Vicent es mucho mejor articulista que novelista-, en sus piezas periodísticas, necesariamente contenidas, la sensación de estar paladeando algo intenso y poblado de matices es algo muy reconfortante.

Los artículos del Vicent reflexivo recuerdan en cierto modo al espíritu hedonista y distanciado de Montaigne. Supuran un vitalismo irredento, que prevalece por encima de las miserias sociales y políticas de los que levanta acta en sus piezas. En ocasiones recuerda a Whitman, pues comparte con el poeta de Hojas de hierba esa suerte de amor instintivo por la vida y por la naturaleza. A ello, Vicent añade una sensibilidad marcadamente mediterránea. Su hedonismo convive de forma extrañamente armónica con su concepción marxista de la vida. No creo que haya un articulista más elegante que Vicent, y con ello me refiero no sólo a la propia elegancia de su prosa, muy elaborada pero a la vez en las antípodas del barroquismo añejo de determinadas escuelas como la de Antonio Burgos, sino también al modo en que consigue trufar sus columnas de referencias culturales que resultan tan naturales como la mención a la caída de las hojas en el otoño.

Gracias al buen gusto de la joven editorial Círculo de Tiza -buen gusto en la idea de recopilar los artículos de este deslumbrante escritor, y también el demostrado en la propia edición del libro-, tenemos la oportunidad de disfrutar de un volumen con más de 150 artículos de Vicent, que compendian buena parte de lo mejor de su obra como columnista de los últimos años. Recomiendo vivamente leer a Vicent, y la presente recopilación nos da la oportunidad de hacerlo con una intensidad superior a la que procura su oficio dominical.

Radical libre (Círculo de Tiza, 2014), de Manuel Vicent | 150 páginas | 20 €

admin

2 comentarios

  1. Libro indispensable, artículos llenos de crítica acertada y centrada, de frescura y de vitalismo

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