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Pau Rinkel, de cantor del lumpen a poeta místico combativo

pau rinkel

JUAN CARLOS SIERRA | En 1995 el poeta roteño Felipe Benítez Reyes dentro de su libro Vidas improbables nos regalaba las primeras noticias acerca de Pau Rinkel (Sabadell, 1975), al que calificaba como “cantor del lumpen”. En la breve referencia biobibliográfica que acompañaba a los poemas de Rinkel recogidos por Benítez Reyes, se nos anunciaba allá por el final del siglo pasado un fenómeno que, para bien o para mal, se está convirtiendo en nuestro pan poético hispánico de cada día; a saber, quien ha transitado por los escenarios más variopintos interpretando sus canciones decide –o más bien lo deciden- pasar de los pentagramas a los poemarios, ya sea en formato tradicional gutenbergiano o al más moderno digital, sobre todo porque se ha comprobado previamente que en las redes sociales internáuticas de nombres impronunciables se cuentan por miles sus seguidores –compradores/lectores potenciales-. O dicho de otra forma y salvando las distancias temporales y tecnológicas, con su primer libro Calles vigiladas de 1993, en el que Pau Rinkel recogía buena parte de las letras de sus canciones, este cantor del lumpen se adelantó a su tiempo y sin querer apadrinó a buena parte de los Marwan, Vanesa Martín, Luis Ramiro, Ryden y compañía.

Como los tiburones huelen la sangre, muchas editoriales se han apuntado a este carro y, o bien, se han reciclado añadiendo a su catálogo a estos poetas cantores –o viceversa-, o bien han aparecido de la nada en la escena editorial hispana. En este último vagón del tren lírico editorial hay que apuntar a Visión de Águila Editores, que más allá de los clásicos en el terreno fronterizo entre la canción y la poesía, se ha fijado en la obra casi perdida de Pau Rinkel, su ya mencionado poemario Calles vigiladas, para reeditarla en el año 2017 aprovechando la corriente imperante en el escenario poético patrio, y ha puesto en el mercado de las musas cantoras su nuevo poemario titulado Estado Crítico. En cuanto a la reedición de Calles vigiladas, hay que añadir que el volumen va acompañado de las palabras elogiosas de Roger Wolfe, un poeta que estéticamente se halla muy cerca del Rinkel de los años noventa. Las palabras con que empieza Roger Wolfe su prólogo “Llevo muchos años, quizá toda la vida, esperando la llegada del tipo de poesía que escribe Pau Rinkel…” –esto lo he leído yo en otro lugar pero no recuerdo dónde-nos hablan del entusiasmo como lector de Wolfe y de su despiste ya que la poesía de Rinkel lleva pululando por los cenáculos músico-líricos desde el año 1993, como ya sabemos.

En cualquier caso, no hemos venido aquí a hablar de la obra pasada de Rinkel, sino de su presente como poeta, que se llama Estado Crítico. De entrada, podemos afirmar que el tono canalla que caracterizaba los versos de Calles vigiladas se ha relajado bastante. Las mujeres que aparecen en Estado Crítico han dejado de chuparla a cambio de un burbon y el protagonista poético ha abandonado su cinismo derrotista y su chulería algo impostada. Probablemente el paso inexorable del tiempo así como el paso inevitable de Pau Rinkel por el centro penitenciario de Puerto II por un quítame allá esos kilos de hachís han obrado un cambio en su postura ante la vida y, de rebote, en sus registros poéticos. La vida, la sociedad, los políticos, las fuerzas de orden público,… siguen siendo una mierda en los versos de Estado Crítico, pero no por ello hay que tratarlos lingüística y estéticamente como si lo fueran. Da la impresión de que la lección poética que ha sacado Rinkel de los años transcurridos tanto en libertad como en prisión, así como en libertad vigilada, se resume en la idea de que la poesía no ha de ser necesariamente autobiográfica, al menos en lo que se refiere al tratamiento del lenguaje. O dicho de otro modo, se puede poner en solfa a la sociedad que lo ha condenado a cinco años de prisión y un día por tráfico de estupefacientes pero con elegancia, con clase, en versos medidos, mirando a los clásicos barrocos de aquella sociedad hispana también en crisis que paradójicamente se llamó de los Siglos de Oro. Un soneto clásico, parece decirnos Rinkel en su nuevo poemario, puede llegar a ser tan subversivo como un verso libérrimo chorreante de escupitajos o, en el ámbito de las praxis, como un cóctel molotov.

Si bien esta postura rinkeliana no parece guardar en sí una originalidad extrema, más bien lo contrario, tampoco lo fue su actividad dentro de la cárcel de Puerto II, ya que como muchos presidiarios cinematográficos, en vez de dedicarse a cultivar el cuerpo a base de ejercicio físico extremo o a machacárselo a fuerza de sustancias psicotrópicas doblemente ilegales en la trena, Rinkel se sumió en la lectura de los textos sagrados de las diferentes religiones monoteístas conocidas y de sus respectivas místicas. Por el entorno cultural en el que se crio Rinkel y por el que lo rodeaba tras los barrotes, en la puja lectora salió ganando el ala cristiana en su versión católica, apostólica y romana. De ahí quizá que en su última poesía también se puedan rastrear huellas más o menos disimuladas de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y de Fray Luis de León, el tridente lírico místico-ascético hispánico estrella, aunque también de la prosa de Miguel de Molinos o de Fray Luis de Granada. Lo que no ha disimulado en absoluto es la lectura de los últimos títulos del poeta valenciano Vicente Gallego, de los que no solo toma sin pudor y sin las pertinentes cursivas versos completos, sino que además propone en la nota final a Vicente Gallego como maestro y alma gemela por la similitud que existe entre ambos poetas en cuanto a itinerario vital y poético –Rinkel sabrá por qué escribe estas cosas-.

En fin, Estado Crítico circula, según lo leído, por dos itinerarios temáticos diferentes, la denuncia político-social y la reflexión sobre las heridas infligidas por el paso del tiempo, que convergen estéticamente en un decir más contenido y tradicional que en la exigua obra anterior de Pau Rinkel. Estado Crítico supone un cambio de registro en la poesía del poeta de Sabadell, no sabemos hasta qué punto si muy afortunado. Habrá que estar atentos, no obstante, a lo que la vida le depare a Pau Rinkel y qué pueda hacer poéticamente con ella.

 

Estado Crítico (Visión de Águila Editores, 2019) | Pau Rinkel | 87 páginas | 13,50 euros

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