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Poesía desde la incertidumbre

JOSÉ GARCÍA OBRERO | Es evidente que en toda antología hay grandes ausencias y también grandes aciertos. Antólogos, poetas seleccionados y excluidos saben que, como dice Ben Clark en el prólogo de esta: “Es bueno que no te seleccionen para salir en una antología, pero que te seleccionen es incluso mejor”. Al fin y al cabo, como explica Clark, su función principal es “dibujar una mirada y borrar otra”.

Cuando dejó de llover viene, para empezar, bien arropada: al prólogo de Clark se suma un epílogo de Luna Miguel, que deja otra importante reflexión, no solo aplicable a los poetas de esta antología, nacidos entre 1984 y 2001. Esta consiste en concluir que las circunstancias del creador son imprescindibles para entender su obra y que entre ellas se cuentan las coincidencias que conforman cada generación. En palabras de Luna Miguel: “no existe periodo artístico sin grandes amistades”. Una idea que también recogen Jorge Arroita y Alejandro Fdez. Bruña, editores de Cuando dejó de llover, al afirmar: “En el mundo en red, aquello que no esté conectado llega a perder su capacidad de acción”.

Esta antología nace, en definitiva, con la misma ambición de sus predecesoras: perdurar ella misma, ser referente de la generación que trata, como sucedió con Nueve novísimos poetas españoles, La inteligencia y el hacha o Tenían veinte años y estaban locos. Aunque, en el caso de Cuando dejó de llover, el número considerable de poetas, cincuenta, denota una vocación casi totalizadora. Por contrapartida, el número de poemas seleccionados por autor hace imposible obtener cierta perspectiva individual, lo que les ha llevado a agruparlos por las temáticas que trazan los rasgos más destacados del grupo, y que son la angustia ante la ausencia de futuro, que llevan a Rosa Berbel a preguntarse: “¿Quién trasladó al jardín sin preguntarnos/ el cadáver/de nuestra clase media?”; o que Carlos Catena Cózar replique así a Allen Ginsberg: “He visto a las mejores mentes de mi generación/ destruidas por un contrato basura de cara al público”. Aparece también el mundo hiperconectado que provoca en Juan de Beatriz esta predicción: “la Red sepultará/ años de tradición occidental/ y letra escrita”; también que Maribel Andrés Llamero confiese aborrecer “el mundo impaciente, líquido y veloz,/ que aquellos han diseñado para nosotros sin nosotros”; o que David Leteo sentencie: “somos/ máquinas que buscan máquinas/ al borde de la extinción”. Estos son algunos ejemplos extraídos de este largo listado de nombres, entre los que se encuentran algunos ya reconocidos. A todos, inéditos o con una trayectoria solida, les unen las mismas incertidumbres, las misma frustración ante las sobras que les ha reservado el neoliberalismo, el mismo futuro seriamente amenazado y también, quién sabe cuánto, la poesía.

Reseña publicada previamente en Cuadernos del Sur.

Cuando dejó de llover. 50 poéticas recién cortadas (Editorial Sloper, 2021|VV.AA. | Edición de Jorge Arroita y Alejandro Fernández Bruña | Prólogo de Ben Clark y Epílogo de Luna Miguel | 160 páginas | 15 euros

admin

3 comentarios

  1. Echo de menos, querido Jose, tu opinión sobre quiénes destacan entre la multitud. ¿Son los nombres que citas, hay otros? También saber si, como indicas al principio, detectas alguna ausencia notable. ¡Un abrazo!

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