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¿Por qué leer a Juan Manuel De Prada?

9788467048384JOSÉ MARÍA MORAGA | Al lector casual, o incluso al devoto que está al tanto de las últimas novedades y tendencias –léase “modas”–, por fuerza le sonará Juan Manuel de Prada como mínimo por ser el autor de dos libros: Coños (1994) y Las máscaras del héroe (1995). Casi nada. Con menos que eso, ha habido gente que ha entrado en el canon. Es posible que a nuestro lector y a mucha otra gente que ni siquiera lee el nombre de JMDP le suene más bien por figurar de tertuliano –ora tonante, ora melifluo– en los espacios de Susanna Griso y Julia Otero, o en otros de Intereconomía TV, o aún por sus artículos cañeros en el ABC.

¿Es JMDP acaso un escritor que ya no escribe? ¿Ha cambiado la literatura por esa suerte de periodismo vocinglero que tanto se cultiva en España? ¡No tal! Pero aunque su faceta de “comunicador” no haya obliterado la de literato, es innegable que en cierto modo la ha ensombrecido, pues De Prada, por más que haya seguido publicando novelas con notable fortuna, hace tiempo que dejó de ser ese jovenzuelo prometedor de la Generación de los 90. El propio Juan Manuel admite –en las distancias cortas– que su carrera literaria y su propia vida entraron en barrena hace aproximadamente una década, y que el personaje mediático en que se convirtió poco tenía que ver con el brillante escritor de sus comienzos.

Todo lo anterior es relevante porque, por mucho que  en un autor literatura y biografía no presenten una correspondencia biunívoca, soy de los que opinan que el contexto bien puede arrojar una beneficiosa luz sobre una obra, aunque por supuesto no la explique ni agote su significado. En el caso de Mirlo blanco, cisne negro, la última novela de JMDP, han sido la editorial y el propio escritor quienes se han apresurado en señalar las concomitancias entre esta obra y la vida de su autor con una faja promocional que anuncia “Un ajuste de cuentas conmigo mismo y con el mundo editorial”. Más allá de la exacta veracidad de esta faja (tema ya muy sobado en entrevistas de prensa) es innegable que Mirlo blanco, cisne negro nos presenta un correlato de JMDP desdoblado en sus dos personajes principales: Alejandro Ballesteros, autor recién publicado, joven promesa, hambriento y ambicioso, tildado de “mirlo blanco de la literatura española” y Octavio Saldaña, maduro autor maldito, retirado de la literatura por su propia caricatura: un opinador con mala baba, faltón y excesivo, “un cisne negro” que es la sombra del deslumbrante autor que fue dos décadas atrás.

Como se ve, pueden trazarse las similitudes con JMDP en ambos personajes, máxime sabiendo que Saldaña se consagró con una novela sobre la bohemia titulada El arte de pasar hambre mientras que ballesteros se afana por acabar Madonna, una intriga artístico-policiaca ambientada en Venecia. El lector avisado sabrá reconocer los trasuntos en obras reales de JMDP, pero no es esta una novela ‘à clef’ ni trata de describir con precisión la peripecia  vital del autor. Antes bien, Mirlo blanco, cisne negro se vale de estos y otros materiales para construir una realidad nueva, una brillante reflexión sobre la creación literaria (no sobre el mundillo editorial en España) y sobre determinadas relaciones humanas, amorosas, de amistad o de poder.

Ahora que la corrección política se ha convertido en un nuevo puritanismo “solo que más hortera” (por citar a L. A. de Cuenca), el crítico Íñigo F. Lomana –aplaudido por determinados adalides de no se sabe qué bonhomía universal– ha dado en el feliz hallazgo del término prosa cipotuda para caracterizar/ridiculizar un supuesto estilo machirulo de taberna y cojones fácilmente rastreable en Arturo Pérez-Reverte y otros discípulos como Manuel Jabois o Antonio Lucas. JMDP también cae de pleno en esta categoría, pero antes que ofenderse propongo al autor que haga suyo el término y lo troque de insulto en timbre de orgullo, como han hecho los negros con “nigger” o los homosexuales con “maricón”. Porque nada hay de malo literariamente en el estilo de De Prada, y ni siquiera el fondo de su obra puede ser considerado machista ni denigrante para la mujer. Habrá a quien no le guste, quien lo considere ampuloso o barroco, como hay a quien no le gustan los merengues por ser demasiado empalagosos pero no por eso ha pensado nadie en censurarlos. Basta con no comerlos, como basta con no leer a JMDP si no nos gustan su estilo o su contenido.

Pero no seré yo el que juzgue a un autor por su ideología, centrémonos en el libro. La lectura de Mirlo blanco, cisne negro es una experiencia enriquecedora: como en las mejores novelas, aquí se nos confronta con muchos tipos y actitudes del ser humano, fácilmente reconocibles, que nos harán admitir nuestras flaquezas o estar alerta ante posibles agresiones. El hecho de que la trama transcurra en el mundo de la literatura no es anecdótico, ya que De Prada lo conoce a fondo y cuando un novelista habla de lo que conoce lo suele hacer bien, y suele notarse. No obstante, no es este un libro para escritores, cualquiera puede disfrutarlo si gusta de una novela de hechuras clásicas, nada posmoderna, de rico lenguaje (JMDP os hará acudir al DRAE, garantizado)… con sus dosis de intriga, sus descripciones líricas, su poquito de reflexión e incluso sus amoríos, pero no escenas de sexo gratuitas, lo cual es muy de agradecer.

Precisamente en torno al ingrediente sentimental, alguien podría pensar que las vicisitudes amorosas de Alejandro Ballesteros con su novia Paloma, sus fantasías con la pintora Rosario Tena, su embelesamiento con Nieves (esposa de Saldaña) y la malsana relación conyugal de estos dos últimos, encajan mal o directamente sobran en la interesante arquitectura de Mirlo blanco, cisne negro, cuya trama avanza gracias a los asuntos literarios. No puedo estar más en desacuerdo: las relaciones personales (de prestigio/admiración, de poder/sumisión) constituyen el verdadero motor de la novela, y ¿qué otra cosa son las relaciones amorosas sino una variante más de las citadas? Tampoco debe olvidarse que el personaje de Octavio Saldaña (un auténtico perverso narcisista) establece dañinos vínculos con su entorno, vínculos que a la postre son la clave para entender la obra (incluida su turbia relación maestro-discípulo con Ballesteros).

Acaso diciendo todo lo anterior no habré sido capaz de convencerles de que se lean la última de JMDP; si he logrado al menos picarles la curiosidad daré por bien empleada esta reseña. No hay duda de que la mejor actitud para acercarse a Mirlo blanco, cisne negro es hacerlo con curiosidad e interés, despojados de prejuicios y dispuestos a disfrutar de un libro sólido, con media docena de anécdotas morbosas sobre escritores pero con más de cuatrocientas páginas de historia apasionante, brillantemente contada. Poco importa si el personaje público del autor les resulta más o menos simpático o afín ideológicamente. Importa –y mucho– qué tipo de libros escriba y qué consiga con ellos. Quede atrás también la fulgurante figura del joven coetáneo de Mañas o Lucía Etxebarria (tampoco en sus mejores horas literarias, que digamos). Personalmente, me quito el sombrero y saludo la vuelta del mejor JMDP. Preparaos, patulea, porque vuelve De Prada, y os va a partir la jeta a librazos.

Mirlo blanco, cisne negro (Espasa, 2016) de Juan Manuel de Prada | 440 páginas | 21,90 €

admin

4 comentarios

  1. Atendiendo a lo que leí hace muchos años del Sr. de Prada, La tempestad y La vida invisible, lamentándolo mucho, no puedo estar más en desacuerdo con la frase «Porque nada hay de malo literariamente en el estilo de De Prada»; de acuerdo a esos libros, diría que no hay nada literariamente bueno en el estilo de De Prada.

  2. Puedo asumir el comentario, amigo, habiendo leído la primera aunque no la segunda que citas. El propio Prada reniega de «La tempestad», su leyenda se sustenta en «Las máscaras del héroe», que te invito a leer.

  3. Pues Las máscaras del héroe he tenido más de una vez la curiosidad de leerla, pero la impresión nefasta que tuve, Sr Moraga, de esos dos libros, sobre todo de La vida invisible, que es uno de las experiencias más negativas que he tenido como lector, hizo que de momento me mantuviera alejado de él (y de Las esquinas del aire, que también tiene una notable buena fama). Pero algún día tocará darle al Sr. de Prada una tercera oportunidad.

  4. Novela fuera de serie. Segunda vez que la leo y segunda vez que flipo. Prada es el puto amo (con permiso de Gibson). Los nietos de los que no le reconocen el pan ni la sal tendrán que estudiarlo en la escuela.

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