Martín Rodríguez Gaona
Caballo de Troya, 2010
ISBN: 978-84-96594-40-1
270 páginas
16,90 €
Rafael Suárez Plácido
En los últimos años asistimos a la llegada de antologías y estudios que nos hablan de la poesía última y diferente en España. Entre estos estudios citamos Singularidades, de Vicente Luis Mora (Bartleby, 2006) o el sonrojante Postpoesía (Anagrama, 2009), de Agustín Fernández Mallo. Ambos libros, más el primero que el segundo, están en el origen de este Mejorando lo presente, del peruano Martín Rodríguez Gaona, que subtitula: Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes, y que edita la barcelonesa Caballo de Troya.
Cuando Mejorando lo presente cayó en mis manos, y conociendo de antemano la admiración de su autor por el cordobés, pensé que me encontraba ante otro intento de justificar lo injustificable. Pero no es así. Rodríguez Gaona es mucho menos virulento en sus ataques y argumenta con más consistencia lo que expone.
En la interesante introducción, expone algo sobre la situación actual en la poesía española, sintetizando buena parte del contenido teórico del libro. Comenta que lo que pudo ser un duelo enriquecedor y decisivo entre los poetas y críticos “de la Experiencia”, y los que él llama “esencialistas” se quedó en una argucia publicitaria que los situaba a ambos en el mercado: “produjo un falsa dicotomía, simplista y maniquea, (…) muy beneficiosa para los intereses comerciales de los medios periodísticos y las editoriales, por su afinidad con la sociedad del espectáculo:” Y que esta situación, inevitablemente, llevó “al ocaso del lector burgués y del proyecto ilustrado.” ¿Qué ha hecho que esto cambie, según él? “… la revolución tecnológica representada por los ordenadores e internet y por el mundo globalizado…” Y aunque pueda parecer que esta situación relegaría la expresión escrita a un segundo término, no es así, porque “el arte verbal mantiene su vigencia en la era postindustrial como un reflejo primordial de la experiencia humana.” Y aun dentro del arte verbal, “la poesía representa una crítica y ruptura con lo dominante, y esta es probablemente su importancia y la raíz de su vigencia.”
A continuación citando a Lyotard sitúa el término “posmodernismo” en la historia reciente y nos da algunas pistas de lo que vamos de encontrar en el creador posmoderno: su obra no ha de estar sujetas a normas establecidas, porque es la propia obra la que las establece. Lo cierto es que cuando leo algún libro que me interesa, encuentro esto. Estas normas que según el autor encontramos en la poesía no posmoderna, nos devuelven a García Montero que, con el amparo inicial de Juan Carlos Rodríguez, es quien decide cuáles son los postulados básicos de la Poesía de la Experiencia.
Cuando habla de propuestas narrativas posmodernas, las enfrenta a autores jóvenes que las editoriales lanzan para marcar su terreno con cierta sobriedad, y menciona a J. M. de Prada y a Espido Freire. Lo que me parece un disparate es decir que en poesía ocurre algo semejante con varios autores, entre los que sitúa a José Luis Piquero. ¿Habrá leído Rodríguez Gaona sus libros?
Los problemas que, según él, se encuentran los autores posmodernos nacen de las propias necesidades del mercado. Habla de la expansión demográfica y la búsqueda de un espacio propio. Esto se ve en las reseñas en los medios nacionales y en la deficiente y carísima distribución en librerías. Estos dos hechos hacen que las editoriales apuesten por nombres con un prestigio consolidado o por los premios literarios. La clave del análisis del libro viene a continuación:
“Así, las pequeñas editoriales o la autoedición, podrían hacer innecesario este circuito más formal. Sin embargo no es tan claro, porque estar dentro de ese circuito consolidado es lo único que hoy día te da estatus poético, que te permite estar en los recitales, actividades conmemorativas y eventos que, sufragados con dinero público, significan en la actualidad la verdadera retribución económica del autor.” No sólo es un tema económico, también es cuestión de prestigio.
A continuación ofrece una serie de reseñas sobre los autores que más le interesan. Lo encontramos muy desigual. Apostamos por Pablo García Casado, por Manuel Vilas, por Mercedes Cebrián, por Juan Antonio González Iglesias y probablemente por alguno más. Eso sí, echamos en falta bastantes nombres.
Finalmente dos reflexiones más, una reflejada en el libro y otra no: algunos de estos autores y, probablemente, con el tiempo irán siendo más, están siendo absorbidos por el sistema, por las editoriales más potentes del mercado. Es el caso de Vilas, González Iglesias o el paladín Fernández Mallo, que son ya valores seguros de mercado. No nos extrañaría que lo próximo de Mercedes Cebrián lo publique otra editorial del mismo grupo que la suya actual. Vicente Luis Mora ocupa plaza en un Instituto Cervantes. ¿Seguirán siendo posmodernos?
En Singularidades, Mora hablaba de la necesidad de estar, no de ser. Es cierto. El mayor atractivo de las redes que circulan por internet, los blogs y todo ese aparataje es que se te vea mientras más mejor. Publicidad. Hace unos días, alguien me decía que había enviado su libro de poemas a una editorial “emergente” de Sevilla. Le respondieron que era interesante, pero que tenían que conocerlo más y que para ello, tenía que crear un blog. Uno va entendiendo poco a poco las cosas. No es tan difícil. Mejorando lo presente es un libro valioso para ir comprendiendo algunas cosas. Nos gusten o no.
Con ese filo suave que abre telones duros y ayuda a comprender lo que hay detrás: la cocina y el guiso, sobre todo el guiso, ah, y la «emergencia». Buena reseña, Rafael. Un abrazo.
Gracias, Jabo. No he comprendido lo de los telones ni la cocina ni el guiso… pero gracias.
Un día te lo explicaré