Biblia de Pobres («Biblia Pauperum»)
Juan Manuel Roca
Visor, 2009.
ISBN: 978-84-9895-729-7
82 páginas
10 euros
IX Premio Casa de América de Poesía Americana
Juan Carlos Sierra
Como en un libro de poemas desvelar sus últimas líneas no traiciona normalmente la curiosidad o las expectativas del lector y no suele restarle eficacia a su trama narrativa –en caso de que la tenga-, creo que no cometo ninguna fechoría literaria si apunto a continuación, para empezar esta reseña, los versos finales de Biblia de Pobres (“Biblia Pauperum”), el último libro del poeta colombiano Juan Manuel Roca. Dicen así: “Entre las rectilíneas carrileras del poema/ Hay un tesoro a punto de ser encontrado,/ Un milagro a punto de ocurrir./ En este poema regresan al país los desterrados”.
Si comienzo por el final, no es por un prurito de snobismo u originalidad, sino porque quizá en estas líneas se encuentra resumido el espíritu del resto de versos que compone esta Biblia de Pobres. Por un lado, cada uno de los poemas es un milagro en sí, un tesoro literario, un hallazgo lírico poco frecuente en la poesía contemporánea en lengua española, sobre todo si miramos dentro de las fronteras de la metrópoli. Por otra, en esta colección de poemas, siguiendo la tradición medieval de la ‘biblia pauperum’ –“grabados xilográficos anteriores a la imprenta, realizados con el fin de que circularan entre la gente desposeída”, según se explica en la contraportada del libro-, Juan Manuel Roca se afana en dar voz a los desterrados, a los desposeídos, a los parias de la sociedad, especialmente la colombiana, que naufraga en una nada alentadora abundancia de injusticias de la más diversa calaña. Y entre esos parias, en un plano más íntimo, el personaje poético, en una inercia solidaria que arranca al poeta de su torre de marfil para sumarlo literal y literariamente a la masa de los que no las tienen todas consigo.
En cualquier caso, el valor primordial de la literatura desplegada por Juan Manuel Roca en Biblia de Pobres no se halla en este último asunto, ya que de todos es conocido el escaso rendimiento poético que en manos más torpes o inexpertas suele sacarse de un material de este calibre, independientemente de la geografía en la que se hallen enraizadas las desigualdades. Lo sorprendente de este libro reside en la versatilidad y maestría con que se maneja Juan Manuel Roca con el lenguaje poético.
Lo deslumbrante y lo milagroso en los poemas de Biblia de Pobres se consigue fundamentalmente a través de un uso audaz y tremendamente productivo de la metáfora más pura, pero sobre todo de los recursos metonímicos, particularmente la sinécdoque. A esto hay que sumar el juego que permite la dilogía, el cruce de planos –realidad y ficción o imaginería, lo íntimo y la calle, lo privado y lo público,…- y la ironía. Para muestra, el botón que ofrece el poema ‘Retrato del autista adolescente’.
Este esfuerzo por exprimir las posibilidades del lenguaje se alimenta además de la capacidad del poeta colombiano para acertar en la creación de vocablos tejidos a la medida del poema –recordemos que en poesía cada palabra es decisiva- o para retorcerle el cuello a la sintaxis cuando la lengua común no es capaz de cubrir sus necesidades expresivas.
Un festín poético, una despliegue orgiástico-lírico, en definitiva, que contribuye a recobrar la fe en la palabra poética más auténtica.
Si comienzo por el final, no es por un prurito de snobismo u originalidad, sino porque quizá en estas líneas se encuentra resumido el espíritu del resto de versos que compone esta Biblia de Pobres. Por un lado, cada uno de los poemas es un milagro en sí, un tesoro literario, un hallazgo lírico poco frecuente en la poesía contemporánea en lengua española, sobre todo si miramos dentro de las fronteras de la metrópoli. Por otra, en esta colección de poemas, siguiendo la tradición medieval de la ‘biblia pauperum’ –“grabados xilográficos anteriores a la imprenta, realizados con el fin de que circularan entre la gente desposeída”, según se explica en la contraportada del libro-, Juan Manuel Roca se afana en dar voz a los desterrados, a los desposeídos, a los parias de la sociedad, especialmente la colombiana, que naufraga en una nada alentadora abundancia de injusticias de la más diversa calaña. Y entre esos parias, en un plano más íntimo, el personaje poético, en una inercia solidaria que arranca al poeta de su torre de marfil para sumarlo literal y literariamente a la masa de los que no las tienen todas consigo.
En cualquier caso, el valor primordial de la literatura desplegada por Juan Manuel Roca en Biblia de Pobres no se halla en este último asunto, ya que de todos es conocido el escaso rendimiento poético que en manos más torpes o inexpertas suele sacarse de un material de este calibre, independientemente de la geografía en la que se hallen enraizadas las desigualdades. Lo sorprendente de este libro reside en la versatilidad y maestría con que se maneja Juan Manuel Roca con el lenguaje poético.
Lo deslumbrante y lo milagroso en los poemas de Biblia de Pobres se consigue fundamentalmente a través de un uso audaz y tremendamente productivo de la metáfora más pura, pero sobre todo de los recursos metonímicos, particularmente la sinécdoque. A esto hay que sumar el juego que permite la dilogía, el cruce de planos –realidad y ficción o imaginería, lo íntimo y la calle, lo privado y lo público,…- y la ironía. Para muestra, el botón que ofrece el poema ‘Retrato del autista adolescente’.
Este esfuerzo por exprimir las posibilidades del lenguaje se alimenta además de la capacidad del poeta colombiano para acertar en la creación de vocablos tejidos a la medida del poema –recordemos que en poesía cada palabra es decisiva- o para retorcerle el cuello a la sintaxis cuando la lengua común no es capaz de cubrir sus necesidades expresivas.
Un festín poético, una despliegue orgiástico-lírico, en definitiva, que contribuye a recobrar la fe en la palabra poética más auténtica.
Sí señor, este es el mejor poeta que he leído en mucho tiempo. Con el atractivo añadido de que no tenía la menor referencia de él. Por lo visto en las Américas tiene más predicamento. Buena reseña!
¡Sí, un gran descubrimiento para los de aquí! Ojalá vengan más como este de allí. O a lo mejor tenemos nosotros que exiliarnos poéticamente allí. En fin, me mareo.
Un abrazo.