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Sí, usted también está fingiendo

PretenciosidadCAROLINA EXTREMERA | “Y, sin embargo, los culpables del delito de pretenciosidad siempre son los demás. Es un crimen que nunca se conjuga en primera persona (…) ¿ser pretencioso? Eso es entrar en la primera división de lo antipático, formar equipo con la arrogancia, el desdén, el arribismo profesional y la pedantería”.
Tengo que confesar algo importante: nunca tomo un gintónic con Befeater si puedo evitarlo y, si la tónica que sirven es Nordic, ya no me importa la ginebra que haya, directamente pido una cerveza. En cuanto a los bares con serrín en el suelo, solo los frecuento en caso de que tengan terraza. O cuando mis amigos amantes del casticismo me obligan. ¿Soy yo la pretenciosa? ¿Sabría distinguir una Befeater de una Martin Miller o una Nordic de una Fever Tree en una cata a ciegas? ¿O son mis amigos, criados en una cómoda clase media, los que encuentran pintoresco el serrín desde su posición privilegiada? Y, sobre todo, ¿alguno de nosotros hacemos daño a los demás o a la sociedad con nuestra actitud? A estas y más preguntas trata de responder Dan Fox en su ensayo Pretenciosidad, una interesante defensa, no solo del derecho a fingir y a aparentar algo que no se es sino, también, de su utilidad como instrumento de evolución en el arte y la sociedad.
 El libro está estructurado en una serie de capítulos sin título en los que va divagando sobre el tema. Comienza con una definición de las palabras pretenciosidad y pretensión y luego continúa con una historia del teatro y la oratoria. Poco a poco, se va metiendo en el asunto que le interesa: la defensa de la pretenciosidad como un elemento importante de nuestra cultura. Dan Fox desgrana los motivos por los que el adjetivo pretencioso está tan lleno de connotaciones negativas, por qué parece que es tan molesto que alguien tenga pretensiones y qué tipos distintos de fingimiento hay.
 El ensayo es un tanto irregular, combina grandes aciertos con algunos elementos desafortunados. Dentro de estos últimos, un exceso de referencias y citas que saturan al lector, como si el autor no hubiera sido capaz de renunciar a nada en su proceso de selección e investigación. También se echan en falta los títulos en los capítulos, o una pista que estructure la obra. Tal vez esto sea un guiño a lo que se considera más pretencioso en el mundo del arte, las obras “sin título”. Tampoco he llegado a comprender muy bien a qué viene el último capítulo, la coda. Una vez terminada la conclusión sobre el tema que se ha propuesto exponer, aparece ahí, esa nota autobiográfica de dieciocho páginas en la que no aporta absolutamente nada.
Sin embargo, estos errores no encubren en absoluto los aciertos. Alguien tenía que decir de una vez que la palabra pretencioso dice más del que la utiliza que del objeto o persona que se pretende describir, y Dan Fox lo hace con bastante solvencia. Hay capítulos que dan ganas de subrayar al completo, como la defensa del arte moderno, la reivindicación de la pretenciosidad como un motor de avance cultural, lo difícil que es catalogar lo falso cuando no se sabe qué es lo auténtico, el uso del adjetivo pretencioso para ejercer una vigilancia de clase o la historia del miedo a la impostura a través de la historia, la mitología o la política. Es una visión interesante de un concepto muy vilipendiado: el de la falsedad. También, y esto es importante, alerta contra el abuso de esa falsedad en actividades como la política o la publicidad, muy diferentes de la pretenciosidad de andar por casa que tanto se castiga en redes sociales.
Todos fingimos. Esa idea es la que subyace a lo largo del ensayo, lo que Dan Fox trata de explicarnos. Unos fingen ser especiales, otros fingen ser normales, pero todos queremos dar una imagen que asociamos con algo positivo. “Ser visto como una persona corriente es una forma de separar la responsabilidad personal de los problemas más acuciantes de desigualdad. Si siendo una persona corriente juegas limpio, entonces no eres parte del problema”.
 ¿Para quién es este libro? Para mí, supongo, mucho más que para mis amigos los amantes del serrín.  Y para más de la mitad de las personas que tengo en mi Instagram. Nos hace sentir aliviados, comprendidos, nos da argumentos para defendernos de los vigilantes que andan al acecho de lo que no es auténtico.Yo, para celebrar que Dan Fox les ha dado lo suyo, me voy a tomar una Martin Miller con Fever Tree. Hasta le voy a echar corteza de lima.
Pretenciosidad. Por qué es importante (Alpha Decay, 2017) de Dan Fox | 176 páginas | 19,90 euros | Traducción de Albert Fuentes Sánchez

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